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Nueva era, viejos problemas

R. L./G. R.

El viernes, el Consell de Formentera, heredero del Ayuntamiento de la isla, declaraba formalmente caducada la licencia para la construcción del cámping de es Ca Marí. Fue un momento tan importante para la isla que la sala de plenos en la que se tomaba formalmente la decisión se llenó de ciudadanos y ex políticos que querían ser testigos de la culminación de una resistencia que ha durado más de dos décadas y que se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza para los que entonces tuvieron que debatirse entre las razones judiciales y el sentir popular, una brega que culminó con la inhabilitación de cuatro de ellos por desobediencia a la Justicia.

El ex alcalde Isidor Torres aprovechó la sesión plenaria para releer en público un manifiesto del 26 de abril de 1993 en el que se hacía repaso a los problemas de una isla y que hoy, ya en 2008, permiten realizar un magnífico ejercicio de reflexión sobre cuánto ha cambiado la isla y cuántos problemas aún le quedan por resolver.

El eje el problema del cámping fue que consiguió la declaración de interés social, por más que la isla, incluido el Ayuntamiento de entones, repudiaba el proyecto. A partir de ahí, la revuelta popular con, incluso, una masiva manifestación de repulsa.

El texto de entonces, como recordó Isidor Torres, recogía lo siguiente: «Entendemos que es de interés social para Formentera todo aquello que sirva para mejorar la calidad de vida de los que viven, trabajan o visitan Formentera, y eso es, tener una adecuada infraestructura y asistencia sanitaria para los tiempos que vivimos, como por ejemplo un centro médico acabado y dotado del material y personal necesario, una ambulancia y todo eso al mismo precio que lo disfrutan los demás habitantes de las otras islas. Hacer realidad el funcionamiento de la doble vía, es Pujols-Eivissa y la Savina-Sa canal, para poder trasladar los heridos o enfermos graves cuando las condiciones del mar son adversas». «Estamos en contra del camping como de cualquier otra gran urbanización porque supone ir en contra de nuestro modelo de explotación turística y supone un crecimiento desproporcionado para las dimensiones de la isla y al mismo tiempo su construcción significa atropellar y pisotear nuestros derechos como a comunidad con derecho a decidir nuestro futuro», continuaba el documento.

Preguntas

En aquel momento, se arremetió contra los responsables de haber abierto una puerta al proyecto más que de dudosa relevancia y se exponían en voz alta las dudas sobre la 'limpieza' del proceso: «Señor presidente de la CAIB [Comunitat Autònoma de les Illes Balears, entonces dirigida por Gabriel Cañellas], su gobierno, vía Comisión Provincial de urbanismo, ha sido capaz de declarar la construcción del camping de interés social en contra de la voluntad de nuestro Ayuntamiento y por tanto de los formenterenses. Le exigimos por tanto, ahora, que en contra de la voluntad de los promotores del camping, impida su construcción». La asistencia del Govern tardaría décadas en concretarse. Y venían las preguntas: «Los promotores del camping, sin embargo, vía tribunales de justicia, siguen adelante pasando por encima de esta voluntad mayoritaria de los habitantes de la isla. ¿Qué hay detrás de este camping que no quiere tener en cuenta la voluntad popular?».

Y el viernes, por fin, en cierto modo se cumplía lo que también aquel 26 de abril se planteaba en voz alta: «Para que este día, hoy cargado de temores, se convierta mañana en el día histórico en que democrática y pacíficamente los formenterenses nos ganamos el respeto y una esperanza de futuro libremente decidida y no impuesta». Al menos, el fin último de las protestas, a trompicones y con incertidumbre, se desvanecía en una votación histórica.

Otro párrafo apuntaba lo siguiente, perfectamente vigente: «Conseguir una coordinación de los transportes marítimos y unos precios razonables subvencionados para quien lo haya de hacer, que nos permita realizar los desplazamientos como ciudadanos equiparados al resto del país. Es de interés social disfrutar de una buena comunicación telefónica y también cobertura de radio y televisión en todas sus cadenas; es de interés social tener para nuestra sociedad y juventud en especial, buenos equipamientos culturales y deportivos como una biblioteca o un nuevo instituto, en definitiva, mejoras o cobertura en todas aquellas cosas que nos afectan a todos».

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