l sonido de la banda Municipal de Cornetas y Tambores anunciaba la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar al embarcadero de Sa Punta, donde les aguardaban, desde hacía más de media hora, cientos de personas. Los más entusiasmados eran, por supuesto, los niños; pero mayores y adolescentes también aguardaban la llegada de la comitiva real con paciencia y alegría. Era el caso de Cristina Parrón y su hija de Victoria, quien además había sido Paje Real cuando era niña. «Realmente es una noche especial que te hace mucha ilusión cuando eres pequeño», comentaban madre e hija. Al paso de las carrozas, los niños de menos edad eran cogidos a hombros para que pudieran ver a su Rey Mago favorito y, mientras los niños más mayores corrían de un lado a otro para recoger caramelos del suelo, en lo que se ha convertido en una casi tradicional competición. Cualquier elemento del mobiliario urbano que estuviera en alto se convertía en el lugar idóneo para ver la cabalgata. Como novedad este año, la comitiva estuvo encabezada por tres Pajes Reales que iban montados a caballo. Durante todo el recorrido deleitaron al público con espectaculares ejercicios de doma menorquina.
Al concluir la cabalgata, lo único que quedaba por las calles de Santa Eulària eran cientos de envoltorios de caramelos.