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Adiós sardina, adiós

Los vecinos de ses Figueretes y es Clot derramaron ayer muchas lágrimas al dar sepultura a la sardina y acabar así con el Carnaval

Los vecinos de ses Figueretes enterraron a su sardina para dar por concluído el Carnaval.

Los hombres, de negro. Las mujeres, también. El enterrador a la cabeza de la comitiva funeraria, y a hombros de los más fuertes, la sardina, con labios rojos y densas pestañas negras. «Hemos tardado un día y medio en hacerla. La hemos hecho con cartón, plástico, lentejuelas, poliexpan y pintura. Era la primera vez que la hacíamos y la verdad es que nos ha llevado tiempo, pero ha valido la pena», explicó Basilio, uno de los vecinos de la asociación Es Clot, que hizo con Toni, otro de los vecinos, la sardina a la que ayer dieron sepultura en el parque de la Pau. Durante todo el día de ayer, la sardina de Es Clot esperaba su funeral en el local de esta asociación. A las 19'30 horas los que no quisieron perderse el adiós al carnaval partieron del local de esta asociación vecinal, ubicado en la calle Agapito Llobet, para dirigirse al parque de la Pau por Isidor Macabich. «¡Ay, ay que se nos ha muerto la sardina!», iban gritando las viudas delante y las plañideras detrás. Los tres curas, mientras tanto, bendecían la sardina ya metida en el ataúd y rodeada de claveles rojos y blancos. Algunos salían a la puerta de sus comercios para ver el paso fúnebre, mientras otros optaban por detenerse para hacerles fotos. Y finalmente le dieron sepultura en el parque de la Pau, lugar al que acudieron centenares de personas para probar bocado de ese delicioso pez, con su trocito de pan y un trago de vino para que la mezcla pasase mejor. En total, la asociación Es Clot repartió 180 kilos de sardinas.

El reino de la sardina también se desplazó hasta la plaza Julià Verdera, donde la asociación de vecinos de ses Figueretes también la enterró y repartió otros 160 kilos de este bocado a todos los vecinos que no quisieron perderse el fin festivo del Carnaval en Eivissa, que quizá sea recordado por ser uno de los más multitudinarios de la historia de la isla.

María José Real

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