El fantasma de la lluvia, que el sábado llegó a hacer su aparición aunque sin evitar el normal transcurso del festival, dio paso ayer a un día claro que permitió un final brillante del Eivissa Medieval. Este hecho llevó a cientos de personas a lanzarse a la calle y a aprovechar las últimas horas de la transformación de Dalt Vila y de la calle Antoni Palau en un gran zoco de hace 500 años.
El teatro fue ayer uno de los complementos fundamentales a los puestos de venta y a la animación del Eivissa Medieval, igual que el sábado por la noche lo fue el espectáculo de acrobacias 'Onyria', realizado entre el lienzo de la muralla del Baluard de Santa Tecla (detrás de Can Botino) y la torre de la Catedral.
Además de las representaciones teatrales que tomaron el Claustre de l'Ajuntament, las danzas medievales de los cossiers y cavallets de la Escuela de Música y Danza de Mallorca ayudaron a poner el broche final al festival. R. D.