Han tardado algo más de un mes y medio, pero el resultado merece la pena. Los alumnos de primero de bachillerato de Ciencias Naturales, PQPI y tercero de Eso C del instituto Algarb están más que satisfechos con el jardín de plantas autóctonas que han diseñado y plantado con mucho esfuerzo, horas empleadas y la ayuda de sus profesores.
Este jardín se enmarca dentro del programa de eduación ambiental Ecoaula que promueve este instituto desde hace algo más de cinco años. «Decidimos poner en marcha este huerto para mejorar la gestión del centro, plantar las especies de aquí, que consumen menos agua y también para que los alumnos conozcan mejor las plantas de la isla; que las sepan identificar y al mismo tiempo diferenciar», explica Pepita Costa, profesora de Ciencias Naturales del Algarb y coordinadora de este proyecto, que cuenta con el patrocinio de la concejalía de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Sant Josep con la colaboración de la finca Can Marines y el Consell d'Eivissa.
Todo empezó con el diseño que los alumnos de primero de bachillerato de Ciencias Naturales idearon para lo que más tarde sería el jardín de especies autóctonas. Tras estas tres primeras semanas de trabajo previo, los alumnos de PQPI con la colaboración de los de tercero de Eso C empezaron a trabajar la tierra de una de las parcelas del centro. El primer paso práctico fue la señalización de las diferentes zonas que estaban dibujadas en el plano del diseño. Días después, alumnos y profesores empezaron con la plantación de dos tipos de lavanda, romero, tres variedades de estepas, mata, olivillo, sabina, tamarix, escabiosa, frígola, manzanilla, salvia, enebro y romero rastrero, entre otras especies. A estas tareas se sumaron la instalación de una tela para evitar el crecimiento de malas hierbas y un sistema de riego por goteo. Finalmente, el esfuerzo realizado no sólo en clase sino en horas libres y en el tiempo dedicado al patio ha dado lugar a un huerto del que tanto alumnos y profesores participantes como el resto se pueden sentir orgullosos. Ahora empieza la tarea quizá más complicada: mantener y cuidar esta creación lo máximo posible. María José Real