Ni los canapés, ni los modelitos, ni los sudores de los políticos. Si por algo pasará a la historia la celebración del Vuit d'Agost de este año es por la misa que ofrecieron nada más y nada menos que tres obispos en la Catedral de Eivissa. El contenido quizás pocos lo recuerden, pero la duración, prácticamente dos horas, no se les olvidará a muchos durante mucho tiempo. Se batieron todos los récords y sólo hacía falta ver la cara de los asistentes a la salida para poder comprender la magnitud de lo que había ocurrido allí dentro. Todo un poema a la ofuscación era por ejemplo la cara de la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Sant Josep, Encarna Castro, que resoplaba mirando al reloj sin poderse creer los sermones que había podido disfrutar durante casi 120 minutos.
Pero no sólo ella. La misa también debió causar una profunda impresión al presidente del Consell, Xico Tarrés, quien antes de comenzar su discurso institucional pronunció la siguiente frase: «Hoy algunos hemos aprendido que 'en temps de melons, curts es sermons', por lo que procuraremos que sea así», dijo refiriéndose a su propio discurso y a los de los obispos, un comentario que provocó sonoras risas entre los asistentes, que no sabían ya si reír o llorar.
Con tamaña duración de la homilía, el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, se convirtió en el absoluto protagonista de la festividad, en la que estuvo acompañado por el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, y el obispo de Tortosa, Javier Salinas, quienes oficiaron una misa en honor a Sant Ciriac y «en acción de gracias por la conquista del 8 de agosto de 1235».
Prácticamente a la una de la tarde salió la procesión, que como es habitual, hizo parada en la capilla de Sant Ciriac, lugar por el que entraron las tropas cristianas en Eivissa y donde se cantó el Te Deum. Le siguió el ball pagès y el discurso del presidente, que pronunció sus reivindicativas palabras enmedio de un pestilente olor a cloaca, que hacía más creíble su frase sobre la necesidad de una nueva depuradora.
Y pese a que el día se despertó nublado, no faltaron los abanicos, muchos de los cuales eran de propaganda de Adlib repartidos por el Consell. Uno de los que hizo mejor uso de este utilísimo instrumento veraniego fue el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas, Agustinet, que lo movía con experimentada gracia y salero.
En cuanto a modelitos, Xico Tarrés no defraudó vistiendo una vez más de rosa palo sin corbata. De hecho, los únicos trajeados fueron algunos concejales del PP de Vila, que sudaron la gota gorda. Uno de los detalles más comentados fue el traje totalmente chorreante de sudor que lució el regidor del PP Jaime Díaz de Entresotos.
Siempre estupenda, la alcaldesa de Vila, Lurdes Costa, vistió de un galáctico plateado, mientras que muchos optaron por la vestimenta Adlib para combatir las altas temperaturas. Fue el caso de la popular Virtudes Marí, la consellera Patricia Abascal o el senador Pere Torres, Casetes, al que sólo le faltaba el sombrero de paja para llevar la indumentaria más adecuada para un día en el campo. La fiesta terminó con un aperitivo a base de cocas, sobrasada y con los asistentes relamiéndose los bigotes.