Vivimos en Sant Rafel desde hace ocho años. Lo que más nos gusta de la isla es la gente de aquí, por eso siempre que podemos venimos a disfrutar de las fiestas de los pueblos», explicaba Isabel, una holandesa que acudió ayer con su marido Marc, también del mismo país, a las fiestas de Sant Bartomeu en compañía de sus hijos Kai de nueve años, Ming, de cinco, Luan, de siete, y Tumi, de sólo un añito: «Lo que más nos gusta de estas fiestas es que hay muchas actividades para los niños y el baile payés, que nos parece muy bonito e interesante». Igual que esta familia holandesa, muchos turistas disfrutaron durante la tarde de ayer de los actos festivos principales en honor a Sant Bartomeu.
Como suele ser habitual en el día grande de las fiestas patronales, el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, ofició la misa solemne en honor al patrón durante algo más de una hora y cuarto. «Este año es muy especial porque tenemos que inaugurar y bendecir la nueva imagen del retablo del altar de la iglesia», explicó el obispo, quien tuvo que interrumpir su homilía por un ataque de tos. Fuera, en la plaza de la iglesia, el público esperaba la salida de la procesión, que tras el pequeño recorrido por el pueblo regresó al templo. Ya en la plaza Nord dio comienzo la muestra de baile folclórico, primero, a cargo de la Colla de Can Bonet y más tarde del grupo Blimea, que mostró a los asistentes la fuerza del folclore asturiano: «Es la primera vez que venimos a la isla, pero tenemos recorrido mucho mundo, porque tenemos 50 años de historia», explicó Sergio Catalán, quien puntualizó: «En este grupo de baile hay tres generaciones de la misma familia. Yo, el abuelo, que tengo 60 años, mi hijo Rodrigo, de 40, y mi nieto Saúl, de sólo 10». Para recargar fuerzas y continuar con la fiesta hubo reparto de bunyols, coca de pimientos y refrescos. Ya llegada la medianoche, estaba previsto que el cielo de la localidad de Portmany se vistiera de todos los colores con el castillo de fuegos artificiales para despedir a Sant Bartomeu. María José Real
Un total de doce personas del taller de arte religioso Julián del Olmo Lara y Julián del Olmo Soriano han participado en la restauración del antiguo retablo del altar mayor de la iglesia de Sant Antoni. «En enero empezamos a trabajar con las piezas originales y a partir de semana santa empezamos con lo que es la confección del conjunto», explicó José Julián Olmo, uno de los propietarios de este taller de restauración. «Lo importante cuando hacemos un trabajo de restauración de este tipo es que las piezas no tengan carcoma y en este caso ha sido así. Había suciedad y alguna oxidación, pero no carcoma», puntualizó. Según este profesional, el retablo del altar de la iglesia no había sufrido ninguna restauración previa importante: «No lo hemos notado según íbamos trabajando. Sí que ha habido algún repaso de pintura, pero nada a nivel profesional». El paso a paso para este tipo de restauraciones comienza con la evaluación del estado del conjunto primero y las piezas por separado más tarde: «Posteriormente tenemos que ver el tipo de barnices que lleva y las capas. Luego evaluamos cuáles son las composiciones químicas de los materiales y ya más tarde empezamos con la limpieza y las labores de restauración». Según explica José Julián, la restauración de este retablo ha sido el primer trabajo en la isla. Este trabajo ha tenido un coste de alrededor de 30.000 euros, según afirmó José Julián Olmo.