CONCHA ALCÀNTARA
Diego González Carrasco, director general de Consumo, hace hincapié en los problemas de los consumidores, telefonía y transporte aéreo, recalcando la importancia de recuperar la confianza de los ciudadanos.
-¿Ha cambiado el consumidor ante la crisis?
-Es más cuidadoso a la hora de valorar todo lo referido a su economía, sus gastos y sus derechos. Es más intransigente, con toda la razón, cuando se están vulnerando los derechos. Es básico reforzar la confianza de los consumidores. Hay una crisis de confianza. Una imagen de transparencia y seguridad en cuanto a sus derechos ayudará a que los consumidores estén más tranquilos a la hora de consumir.
-¿No hay un riesgo en el momento actual con la proliferación de ofertas que no cumplan esos productos las condiciones de calidad?
-Hay dos cuestiones. Una la del sector empresarial que entiende, en gran medida, que tiene que devolver la confianza al consumidor y está haciendo esfuerzos. Colaboramos con ellos para generar esa confianza. Por otro lado, a veces nos toca ser vigilantes y garantes, junto a las asociaciones de consumidores y los propios consumidores de manera individual, para que estos productos que se comercializan no vulneren derechos y nadie quiera aprovecharse de una situación de vulnerabilidad que tienen los ciudadanos ante unos momentos de crisis.
-¿Donde ha de estar más atento el consumidor?
-La tendencia es parecida. Donde más problemas tienen son con la telefonía, seguido con los problemas de transporte, avión, barco y rent a car. También hemos tenido un problema importante en la electricidad. Hay una tendencia a la estabilización y bajada con un retorno a la situación inicial. Hablamos de servicios generales. Muchas cuestiones en las que los ciudadanos tenemos problemas porque todos utilizamos estos servicios y en mayor o menor escala se están vulnerando algunos derechos.
-¿Cómo se encuentran los expedientes abiertos a las compañías aéreas?
-Es una de nuestras líneas de trabajo. Para los ciudadanos de Balears no es un lujo sino un derecho, una necesidad. Iniciamos el trabajo a partir de octubre de 2007. En 2008 se empezaron a hacer controles en las páginas web, inspecciones, control de publicidad y dieron lugar a muchos expedientes sancionadores. Muchas de las compañías han ido corrigiendo las irregularidades detectadas. Otras siguen con esta técnica de competencia desleal a las que cumplen la normativa y a los consumidores. Iniciamos controles en los mostradores de facturación en los aeropuertos. Hay tres nuevos expedientes sancionadores, a Ryanair, ClickAir y EasyJet, porque presuntamente están vulnerando los derechos del consumidor.
-¿No se ha sentido presionado al dar una regañina a las compañías aéreas?
-Tengo la confianza y el apoyo del conseller y el presidente. No he tenido ninguna presión porque entendemos que se está haciendo bien y con criterio. Trabajamos con una seguridad jurídica. No hacemos las cosas por que sí ni salimos abanderando líneas de trabajo que son insostenibles. Sabemos que trabajamos en una línea que no es sencilla, sino complicada pero presiones, ninguna.
-¿Cómo va el nivel de reclamaciones este año?
-Hasta ahora eran telefonía y transporte aéreo. En el primer semestre de 2009 se han corregido muchas situaciones y se ha producido una tendencia a la baja en las reclamaciones del sector aéreo. Hay que ser cautelosos porque en el segundo semestre es cuando se producen más traslados de ciudadanos de las islas aprovechando las vacaciones y puentes de otoño para viajar y siempre se produce un repunte. En telefonía tenemos un instrumento muy positivo que es el arbitraje de consumo en la que se resuelven bastantes controversias cuando la compañía no accede. Los principales problemas son por el contrato porque no se respetan las ofertas. Han aumentado las quejas por los 805, 905 y mensajes a móviles de concursos y de premios. La gente responde y nos han venido personas con unas facturas muy elevadas. Aconsejamos que se den de baja de estos números.
-¿Cuál ha sido el producto más peligroso que se ha retirado del mercado?
-Fue un juguete, unas bolitas que se pegaban, que tenía un adhesivo y en contacto con la saliva se convertía en éxtasis líquido. Otro era un herbicida en forma de envase de yogur. Hay más de 2.500 productos en red de alerta como peligrosos.