Miles de personas recordaron ayer a sus seres perdidos a lo largo de toda la jornada de Tots Sants, bien de manera íntima en su entorno familiar, bien acudiendo, como es tradición, a los cementerios de las distintas localidades de las Pitiüses para depositar, como prueba de su afecto, flores u objetos simbólicos en las tumbas. Ya el sábado la asistencia a los camposantos era notable, sobre todo por quienes querían evitar las aglomeraciones de la jornada siguiente, la de ayer, y por quienes querían adecentar las sepulturas y panteones familiares para en la jornada del recuerdo todo estuviera en las mejores condiciones posibles. Como se comprobaba ayer en los rostros de la gente, el recuerdo triste suponía una prueba para quienes no olvidan las ausencias, pero tampoco era extraño comprobar como, afortunadamente, también aparecían otros que, de pronto, provocaban alguna sonrisa espontánea.
La ocasión también sirvió para que familiares, vecinos y amigos que no se ven con frecuencia pudieran volver a intercambiar memorias en la proximidad de aquellos que una vez fueron importantes en sus vidas.