El conseller executiu de Política Territorial del Consell d'Eivissa, Miquel Ramon, ha dimitido de su cargo tras la retirada del Plan Territorial Insular que su departamento llevaba redactando y que estaba a punto de aprobarse de manera definitiva. Precisamente su objetivo personal era hacer una norma más proteccionista que la actual y ahora, al no materializarse, considera que no tiene sentido su continuidad en el Consell.
"Eivissa pel canvi no está de acuerdo con la retirada [del PTE] pero, sobre todo, me encontraba en una situación en la que yo difícilmente podía seguir ocupando un cargo cuando buena parte de las funciones principales de este cargo ya no existen, porque esto no irá adelante y porque tampoco el futuro que se quiere; la nueva estrategia es una estrategia que no tengo clara y que no veo que pueda jugar ningún papel en estas cuestiones no tiene sentido continuar aquí", explicó a los periodistas.
Ramon, que no asistirá ya el lunes al pleno en el que se aprobará la retirada del plan, señaló que terminará lo que queda del mes en su puesto terminando "papeleo".La marcha del conseller, sin embargo, no alterará la distribución de la cámara al ser de designación personal por parte del presidente. Los consellers executius tienen derecho a voz, pero no voto.
El conseller se reunió ayer con el presidente de la institución insular, Xico Tarrés, para debatir la situación. Antes ya había puesto su cargo a disposición del máximo responsable del Consell, que, en principio, no había considerado su destitucióny que alabó, incluso, su trabajo en la elaboración de la norma urbanística para toda la isla.
En una entrevista publicada el martes en este diario, Ramon expresó su sentimiento de sentirse desautorizado en su labor. Miquel Ramon, miembro de Esquerra Unida, a su vez coaligada en Eivissa pel Canvi (ExC), se había incorporado al equipo de gobierno insular tras la victoria electoral de 2007 para ocuparse del área urbanística.
ExC por su parte, también ha criticado duramente la retirada del PTE, que ha recibido unarepresentativa contestación social, aunque se mantiene dentro de los acuerdos de gobierno en las distintas instituciones en las que tiene representación. Sin embargo, eso sí, considera rota la obligación de disciplina de voto en cada una de ellas.
Pues para no haber sido un cargo electo y haber sido puesto a dedo precisamente por Tarrés, el sr. Ramon no lo ha hecho tan mal. Su trabajo anterior de delineante en un despacho de arquitectura conocido en Eivissa, le debió abrir los ojos ante lo que él consideraba era una situación de caos urbanístico y abusos de poder -por ambos partidos se entiende-. Pero el urbanismo de ésta isla, mal que nos pese, no es tan sencillo de organizar: muchos intereses cruzados, cientos de especuladores sin escrúpulos, y cultura 'pagesa de fer-s'ho tot a casa'. Ha chocado con la tradición y la historia de gentes sencillas que no están acostumbradas a tener cortapisas para reformar un corral o hacerse una barbacoa. La verdad es que intentar hacerse una casa en el campo se está convirtiendo en algo imposible; y no sólo casas nuevas, sino que una simple reforma de cualquier casa se convierte en un trámite burocrático que acaba con la paciencia de todos. El resultado estaba siendo el contrario al buscado: los propietarios prefieren hacer una obrita ilegal que esperar años a, quizás, obtener la licencia; o quizás recibir una denegación muchas veces basada en criterios subjetivos y de muy diversa interpretación. El Sr. Ramón, coincidiendo con J. Planells, se ha convertido en el cabeza de turco de una gestión sin sentido.