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Adolfo Villalonga: «Nosotros somos los que ponemos clichés a las cosas»

Adolfo Villalonga, por Àlex Fito.

| Eivissa |

Nacido en Eivissa en 1970. Realizó estudios superiores de Composición, Dirección de Orquesta, Coros, Pedagogía Musical y de Lenguaje Musical en el Conservatorio Superior de Barcelona. Como muchas de las cosas importantes de la vida, la afición a la música le vino de niño, de manera circunstancial: «Hacia tenis y mi hermano pequeño, Enrique, tocaba el piano. Me gustó tanto que, al cabo de una semana, él practicaba tenis y yo, el piano». A su hermano le ha quedado el gusanillo de la música mientras él asegura que «como buen músico, soy muy mal deportista». Actualmente es profesor de varias asignaturas en el Conservatori, que compagina con su trabajo de compositor y director de orquesta. «Soy un músico variopinto que hace un poco de todo», confiesa.

-¿No le tentó nunca la política, porque su padre, Adolfo Villalonga, fue alcalde de Eivissa?
-La verdad es que no. La política puede dar muy buenos sabores de boca pero también muy agrios.

-¿La música da buen sabor de boca y de oído?
-La música da buen sabor de boca, si está bien hecha, y también de oído. Si tienes buenos alumnos te llena mucho la música, pero si tienes malos alumnos o malas interpretaciones, suena como chupar un limón.

-¿Le gusta la música electrónica que predomina en Eivissa?
-Me gusta, siempre que no sea aburrida y que aporte algo interesante. Se ha hecho buena música desde los 60 en cuanto a búsqueda y originalidad, pero hoy en día se repite mucho, es muy cansina y aburrida. Se hace demasiado contemplativa y poco interesante, que aporte algo.

-Es decir, que se hace más música comercial.
-Está muy bien, que yo también la he hecho. Pero hay que distinguir entre música de comercio y música interesante, es como leerte una revista cuando estás en el dentista o un libro si quieres disfrutar de la lectura un domingo por la tarde.

-Pero hizo una versión de 'Toy Story'. ¿Le gustó?
-Sí, hice para los niños una versión de la película. Como música de producto cogí Toy Story. No pasa nada, no se me caen los anillos. Hay que saber distinguir. La música no es sólo música producto. Atención, hay músicas que son artísticas, que son muy banales y no te dicen nada.

-¿Cómo cuáles?
-Para Elisa, de Beethoven, que es una música dedicada a una señora. Es frívola y banal. No por ser música clásica está bien hecha y es buena; y no por ser música moderna es mala. Todas tienen cosas de calidad y de banalidad. Hay muchos creadores de música electrónica que son fantásticos y luego hay otros que son soporíferos y aburridos.

-Con la que está cayendo ¿qué música recomendaría para levantar el animo?
-La consagración de la primavera de Stravinsky. Primero, por el tiempo que estamos teniendo de frío, y luego para agitar las conciencias, el sentimiento y el espíritu. Cuando se estrenó esta obra en 1917 en París creó tal revulsivo que la gente se levantó de la sala indignada, insultando a la música, al director y al compositor. Muchos no llegaron a escuchar la audición y la interrumpieron varias veces gritando. Hoy en día es un clásico de la música del siglo XX. Para que veas que lo que antes era un revulsivo luego acaba siendo un clásico. Estamos todos muy adormecidos.

-¿Cree que hoy se puede levantar el público de Can Ventosa o del Palau de Congressos?
-Apostaría por la música contemporánea y de experimentación.

-¿Le gustan los villancicos?
-Sí, es una música para una época muy determinada y cumple muy bien su función. Son fantásticos. Mi favorita es una popular catalana, El cant d'ocells, que se usa mal porque se utiliza con las desgracias como atentados terroristas y no tiene por qué. Es un villancico anónimo, modal, de la Edad Media, y es fantástico para la Navidad, no sólo cuando hay víctimas. Está como internacionalizado. Es como cuando hay algo triste se pone el Adagio de Albinoni, no es una pieza triste, es barroco y no se asemeja a nada que conlleva la tristeza. Somos nosotros los que ponemos clichés a las cosas.

-Igual que la música de las bodas.
-Exactamente, son clichés. En ningún momento pensó el compositor que se utilizara su música para las bodas.

-¿Ejerce como director de orquesta en su vida privada?
-Si se entiende como concertador y buscar un objetivo común, sí. No hay que olvidar que un director de orquesta es un concertador de conjuntos no un director dictador. El ordeno y mando pasó a la historia.

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