osquillas de la abuela, un delicioso pastel de chocolate o bizcocho fueron algunos de los dulces que un grupo de adolescentes ofrecía a quienes se acercaron ayer al Puig de Missa a disfrutar del día grande en honor a Santa Eulària. «Estamos recaudando fondos para nuestro viaje de Confirmación, que será del 25 de este mes al 1 de marzo», explicaron Azahara y Lurdes, de 15 y 14 años respectivamente, mientras comentaban con cierto desánimo: «La mañana está siendo flojita. Y eso que los vendemos a un euro los trozos más pequeños y dos los que son más grandes».
En ese mismo viaje participarán los integrantes del coro parroquial de Santa Eulària, que cantaron ayer la misa oficiada por el obispo de Eivissa Vicente Juan Segura y el párroco de la localidad Don Vicent. Según anunció el obispo, este coro cantará en la basílica Vaticana dentro de 15 días. «Darán la imagen de la Eivissa verdadera, de la auténtica y natural, no la de drogas», dijo el obispo casi al finalizar su homilía que llegó hasta los oídos de quienes estaban en el porche de la iglesia y sus aledaños a través de un sistema de megafonía.
Acabada la misa, en la puerta se empezaban a poner en fila los fieles que decidieron llevar a hombros a las imágenes que procesionaron de entre quienes destacó Santa Eulària que participó rodeada de claveles rojos. Minutos antes de que empezara la procesión se pudo ver salir por la puerta de la iglesia al presidente del Consell d'Eivissa, Xico Tarrés, y la consellera de Política Social y Sanitaria, Patricia Abascal.
El alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, por su parte, participó en la procesión charlando de vez en cuando con el alcalde de Sant Antoni, José Sala, y el de Sant Joan, Antoni Marí 'Carraca'.
Más tarde llegó el momento de la demostración de ball pagès a cargo de la colla de Es Broll en la que Vicent Marí aprovechó para saludar y charlar amistosamente con muchos de sus vecinos. Fue en ese momento cuando se produjo uno de los momentos más curiosos de la mañana festiva, pues empezaron a circular entre los asistentes bandejas de bunyols que desparecían casi al minuto, mientras los jóvenes de la Confirmación paseaban sin conseguir que la gente comprara alguno de sus pasteles. A los bunyols gratis y los pasteles caseros de pago de estos jóvenes se sumó más tarde el catering que los alumnos de la escuela de formación municipal prepararon en la plaza Espanya para asegurar que, de Santa Eulària, no se fuera nadie sin probar bocado.