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Premio al trabajo artesanal

Los dos galardones de la séptima edición del Concurso de Vi Pagès Festes de Santa Eulària a Can Tití y a Bartolomé Clapés, es ante todo un premio al trabajo de estos vinicultores aficionados unidos por su amor y cariño al vino de Eivissa

El equipo de Can Tití, premiado en la categoría de vino negre, decidió continuar en 2004 con la producción que tuvo que abandonar su familia años atrás tras dedicarse durante muchos años a ello | Daniel Espinosa

| Eivissa |

No son unas grandes bodegas con ingentes cantidades de barricas ni sus botellas se podrán encontrar en las estanterías de las bodegas más selectas de España. Sin embargo, a los ganadores del VII Concurso de Vi Pagès Festes de Santa Eulària a ilusión no les supera nadie. Son Bartolo Clapés, vencedor en la categoría de vi blanc, y el equipo compuesto por Josep Antoni Planells, Maribel y María Juan, de Can Tití, ganadores por su vi negre.

Los cuatro hacen sus caldos de forma totalmente artesanal en las pequeñas bodegas que tienen instaladas en sus propias casas a base de mucho esfuerzo, porque todos coinciden en una cosa:«En este mundo aunque da mucha satisfacción ver cómo a tus amigos les gusta tu vino, lo único que se gasta es dinero y tiempo». Sin embargo, de momento ninguno tiene planes de dejar este mundo porque a todos les une su pasión por este caldo que ha regado a multitud de generaciones en Eivissa.

En el caso de Can Tití, vencedores en la categoría de vi negre, la elaboración de su producto está pensada como una continuación de una tradición, ya que la familia Juan ya lo producía hace muchos muchos años aunque tuvieron que abandonar. Así, según cuenta Maribel, «un día de 2004, Josep Antoni, un amigo que se llamaba Armando y yo, decidimos juntarnos para volverlo a poner en marcha viendo que cada uno teníamos un instrumento para su fabricación, y, luego, tras unirse mi tía María, entre todos hemos ido sacando este vino que a todo el mundo le encanta».

Mucho amor y cariño

No en vano, el caldo premiado es el resultado a una mejora y de un aprendizaje constante que han ido realizando a través de los años y de, según María, «mucho amor y mucho cariño, porque el vino es como un ser vivo». En este sentido, Josep Antoni definió, entre bromas, al producto que presentaron al concurso, como un «mil leches, porque tiene uvas de Jesús, Sant Rafel, Sant Josep y Santa Agnés». Además, otro de los secretos del vino de Can Tití, es según Maribel, que «sólo le echamos un manojito de frígola, nada de ginebra como a muchos vinos payeses y que confiamos en la calidad de nuestra uva sin añadirle nada para que no pierda su sabor».

Algo parecido hace Bartolomé Clapés, que compagina su trabajo como herrero con su afición al mundo de los vinos, heredada también de su padre que los llevaba haciendo toda la vida de forma artesanal. Y no le ido nada mal puesto que es un premiado habitual en el Concurso de Vi Pagès Festes de Santa Eulària que este año ha cumplido su séptima edición.

No en vano, va guardando en un cajón de uno de los armarios de su pequeña bodega los diplomas y los recuerdos que le ha ido dando Enotecum a lo largo de estos años, incluyendo alguna de las botellas que todavía no ha consumido. Sin embargo, esto no le ha hecho perder su modestia, ya que mientras abre una de las botellas ganadoras de vino blanco, afirma que «lo mejor del concurso es la gente que se conoce y lo que se puede aprender hablando con ellos para seguir mejorando día tras día».

Precisamente muchos de estos consejos los ha ido aplicando el propio Bartolo para conseguir que cada año que pasa su producción sea de mayor calidad y más variada, tocando las ramas del rosado, el tinto y ahora el vino blanco, ideal para los pescados tradicionales de la cocina ibicenca.

En este caso el caldo vencedor de este 2011 lo ha hecho él en su propio garaje mezclando a temperatura contolada, dos tipos de uva de parra, una francesa y la otra de nombre Macabeu, en cinco barricas, dos de 530 litros, otras dos de 500 y una de 300, consiguiendo ni más ni menos que 2.300 litros.

Sin embargo, en contra de lo que pudiera parecer, para 'el herrero Bartolo', como le conocen muchos de sus amigos, «es mejor no hacer tanta cantidad de vino porque al final lo que sucede es que se pierde calidad». Y eso no le gusta para nada a Clapés, ya que para él su mejor momento es cuando «mis amigos vuelven aquí, después de haberles regalado una de mis botellas para decirme lo bueno que estaba y lo que les había gustado mientras disfrutaban de una buena comida».

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