(Barcelona, 1967). Viviana de Sans se trasladó con 12 años a Eivissa por el trabajo de su padre. Confiesa que fue una mala estudiante, pero al final se encarriló y se fue a Madrid a estudiar Ciencias Políticas, aunque abandonó por la aparición en su vida de su pareja, de profesión bombero, como ella. Trabajó en Iberia y después se presentó a una plaza en la torre de control de Aena. De allí pasó a su trabajo más conocido, que es el de bombero del aeropuerto de Eivisa y llegó a ser la primera de España de Aena. Pero el camino no fue fácil: denunció a Aena por las pruebas al presentarse a un puesto superior. Paralelamente empezó con el trabajo sindical. «Desistí de la vía judicial para meterme en la negociadora», dice. Logró que se cambiaran los baremos y ahora es secretaria general adjunta de USO en Aena a nivel estatal. La privatización del aeropuerto es su último caballo de batalla.
-¿La huelga de controladores hizo mucho daño al resto de trabajadores del aeropuerto?
-En su momento sí porque la opinión pública ha englobado dentro de Aena a las personas que cobran una barbaridad de dinero y están aquí haciendo jaque a la población cuando no es así por nuestra parte. Hicimos una convocatoria de huelga legal y, sobre todo, cobramos entre 1.200 y 1.600 euros, pero la imagen que han dado los controladores sí ha perjudicado la negociación posterior. El 3 de diciembre salió publicado el Real Decreto que ponía la puntilla a los controladores, pero pasó desapercibida la privatización.
-¿Se toma el chocolate de espaldas con los controladores?
-No, no. Entiendo que la opinión pública tenga una imagen de los controladores y de nuestra reivindicación. Ha habido una manipulación del Gobierno. No hay un pique entre nosotros, ni mal rollo con los controladores.
-¿No echa de menos trabajar como bombero?
-A veces sí, pero más que por la propia actividad de bombero para quitarme el estrés que llevo con el tema del sindicato. Me gusta la profesión de bombera y me lo he pasado fabulosamente. Sigo llevando, dentro del sindicato, muchos temas de bomberos. Estoy muy vinculada al colectivo y dentro de mí sigue estando ese gusanillo.
-¿Cómo se lleva trabajar con el marido?
-Nunca hemos coincidido con el mismo turno porque tenemos niñas. A veces teníamos que ir al trabajo con las niñas para darnos el relevo.
-¿Qué le parecen los calendarios de bomberos?
-Bueno, están bien. Llevamos años quejándonos de la imagen sexualizada de la mujer en calendarios y si ahora quieren explotarla ellos para una buena causa, pues está bien. Tengo un calendario de bomberos en la oficina, para qué te voy a engañar (risas).
-¿Se atrevería a posar en un calendario de bomberos?
-Yo no. Tendría que ser una causa muy buena, muy humanitaria para ponerme así. No me llama la atención.
-¿Cómo se lleva trabajar en la empresa, en este caso Aena, a la que llevó a juicio por discriminación?
-Bien, tampoco me he dedicado a escuchar comentarios. Soy una persona que voy de frente. Si se quiere sacar la conversación, se habla tranquilamente.
-¿Cómo reaccionaba la gente en la calle cuando le decías que eras bombero?
-Hay de todo. Algunos te miraban un poco raro y otros te felicitaban, pero nunca me he sentido con la etiqueta de bombero.
-Otra faceta suya menos conocida es la homeopatía y forma parte de la Asociación Española de Homeopatía.
-Esta es mi válvula de escape. La descubrí hace 15 años con mi hija pequeña después de un año de angustias médicas. Fui a un homeópata casi por desesperación más que por conocimiento y me quedé tan pasmada de cómo había funcionado que decidí estudiar. Tengo una web de homeopatía. Es el fabuloso mundo de las medicinas holísticas, entender que el ser humano no es sólo la parte física sino también la emocional. Es una manera de trabajar sobre tí mismo, de conocerte y ver lo qué falla.
-¿Con lo reivindicativa que es se ha mordido la lengua alguna vez?
-Hace años era de decirlo todo pero con el sindicato te das cuenta de que negociar es ceder en parte para llegar a un punto intermedio. Ha sido una evolución porque cuando me muerdo la lengua no tengo el sentimiento de humillación.
-¿Ha recibido ofertas de la política?
-Sí, en alguna ocasión, pero no es lo mío. Soy positiva, pero últimamente estoy muy indignada porque nos están manipulando en el tema político y social, devaluándose el concepto de trabajo de una manera muy penosa. Veo muy limitada la acción en el ámbito político y creo más en una revolución social que no sé si la veré con mis ojos. Los países árabes no están dando una lección de carácter. Espero y deseo, con toda mi alma, que salgamos a la calle los ciudadanos del mal llamado primer mundo.