La vida es un continente de colores». Quien habla así es el escultor brasileño Paulo Viheira, experto en grandes figuras de madera combinadas con hierro y mucho color.
Este artista de 44 años natural de Brasilia, reside en la Isla desde hace casi 25 años, tras pasar por Madrid y Valencia y estudiar en Florencia un curso de Bellas Artes. Antes había estudiado Patología Clínica, Ciencias de la Comunicación, hasta decantarse por el arte y pasar por la India y Marruecos. Todo ello se plasma en su obra en la que, según sus palabras «usa la forma y el color para dar valores a las ideas mediante el simbolismo y la figura humana».
Vivienda y taller
Así, su vivienda y taller en la carretera de Sant Joan es un fiel reflejo de todo ello. Su salón está lleno de algunas de sus tallas más reconocibles y de las que está especialmente orgulloso.
Una de ellas es «una criba, consistente en un montaje de figuras de maderas construídas de forma independiente y que simbolizan la explosión de la humanidad». Además, esta construcción es aún más especial si pensamos que está pensada para ser montada como un cuadrado de una sola pieza que se puede colocar en una pared.
Junto a ellos también llaman la atención en la vivienda una serie de figuras tridimensionales de madera que, según el artista, «pueden ser montadas en lugares al aire libre como bosques, y que si se les añaden una serie de cables se pueden incluso mover».
Pero el artista brasileño no sólo trabaja con la madera ya que hace un tiempo decidió dejar un poco su trabajo centrado en la figura humana.
Así, en 2008 decidió empezar a combinar en algunas de sus esculturas la madera que le traen desde Valencia en barco con hierro. Algunas de estas creaciones se pueden disfrutar en el jardín de su casa y según su propio autor «se trata de piezas en las que uso la madera sin tratar dejando su color natural dejándolas envejecer para que se produzca una fusión perfecta con el hierro durante el paso del tiempo».
Hotel en Brasil
Desde hace unos tres años Paulo decidió dar un giro a su trayectoria profesional con la decoración total del hotel Thalassa en Praia da Pipa en el norte de su Brasil natal.
El escultor está especialmente orgulloso del trabajo que ha completado en este enclave natural situado en una zona de surfistas y en el que ha invertido sus últimos tres inviernos. Y es que Paulo ha sido el encargado de hacer todo, desde las camas a los salones, incluso, las fuentes de la piscina.
El resultado ha sido tan positivo que, gracias a este trabajo, le han empezado a salir cada vez más proyectos en su país, por lo que afirma que «mis trabajos futuros pasan por hacer más cosas en mi país».