Tras más una semana intensa de disfraces, rúas y fiestas de todo tipo, que comenzó el pasado jueves 16 de febrero con el Dijous Llarder, ayer tocó despedir hasta el año que viene al Carnaval con el tradicional Entierro de la Sardina.
Un entierro que resultó como viene siendo habitual de lo más divertido, y que, desde hace cinco años se ha convertido en un evento que muy poca gente en Eivissa se quiere perder. «Tenemos fotos del año pasado en el que se ve todo el Parque de la Paz repleto, pero este año parece que superaremos las expectativas», aseguraba un eufórico Pepe Pérez, presidente de la Asociación de Vecinos de Es Clot.
Y es que mucho antes de que llegara el cortejo fúnebre, el lugar era un hervidero de personas en busca de su ración a pesar de que por primera vez se cobraba dinero por ella. «Este año tenemos 100 kilos de sardinas, 100 litros de vino y 4 sacos de pan, para que todo el mundo tenga derecho a dos piezas por plato, y seguramente que nos quedaremos cortos», continuaba el presidente sin dejar de dar indicaciones a los cerca de 40 voluntarios que ayudaron.
Cortejo fúnebre
Muchos de los miembros de esta asociación de vecinos se quedaron en el Parque de la Paz atendiendo a todos los presentes, pero otros, sobre todo mujeres, fueron los encargados de acompañar a la sardina en su funeral. Mientras cuatro hombres portaban la figura, que en algunos lugares del camino tuvo sus problemas para pasar debido a su altura, fueron poniendo su gota de humor mientras de riguroso luto iban diciendo «¡Qué pena de sardina!, ¡Con lo bonita que era!» y «¡No somos nadie!».
Así bajo una solemne música llegaron a un abarrotado Parque de la Paz dónde les esperaba el presidente de la asociación de vecinos para llevarles a un escenario donde sonaba la canción Carnaval Carnaval de Georgie Dann. Fue el indicativo de que la pena, si la hubo en algún momento, se había terminado y era momento de comenzar a mover el esqueleto.
A ello ayudaron los propios miembros de la asociación que habían formado parte de la comitiva fúnebre. Como si fueran artistas de una compañía de baile, se subieron al escenario para dejar con la boca abierta a todos los presentes. No en vano gracias a su buen hacer muchos pensaron que por un momento en Eivissa estaba Sara Montiel a cantar aquello de «cata-catapum, catapum pon candela, alza pa´rriba polichinela, cata-catapum, catapum, catapum, como los muñecos en el pim, pam, pum» o Raphael, «maravilloso corazón, maravilloso, mi compañero en los caminos de la vida, siempre a mi lado en esas horas de tristeza».
Y es como decía Geogie Dann con su canción: «Deja las penas, para mañana, porque esta noche es Carnaval y todo se olvida en Carnaval».