Alba gana puntos cuando baja peso desde la última visita pero los pierde si ha engordado o ve la tele mientras come. Ahora, ya puede comer palomitas o chuches para frenar su ansiedad de comer pero los frutos secos están prohibidos. Tiene 15 años y pesa 92 kilos aunque la aguja de la báscula llegó hasta los 109. Ella es una de las adolescentes que participa en la terapia de grupo para tratar la obesidad infantil que ha impulsado el pediatra Bartolomé Bonet, jefe del servicio de Pediatría de Can Misses.
La terapia de grupo surgió a raíz de las consultas de endocrinología infantil de Can Misses a la que acuden «chicos con un sobrepeso importante, algunos con más de 120 kilos; hay que hacer algo y no tenemos muchas opciones terapéuticas», explica Bonet acerca de esta iniciativa en la que participa Alba. Desde esa consulta se les brinda la oportunidad de esta terapia, que se realiza una vez a la semana. La terapia empieza con una charla de 10 minutos, la del martes pasado versó sobre el consumo elevado de calorías en las que el doctor Bonet le ofreció varias alternativas a esa necesidad de comer. «Si hay uno que pica mucho, pues que coma una naranja antes que unos cacahuetes», aconseja el pediatra.
A la terapia acuden desde niños de cinco años hasta adolescentes de 16, divididos en tres grupos: uno de niños preadolescentes de menores de 12 años, con diecinueve niños; y dos de adolescentes, divididos por sexos, con once chicos y ocho chicas. Los adolescentes vienen solos y en las terapias se descubren hasta dónde llega el problema. «A algunos de mis pacientes cuando les restringen las comidas llegan a tomar comida de perro. La ansiedad por la comida puede ser brutal. Hay que buscar alternativas, no para que le quiten la comida sino que la que demos tenga menos calorías», explica.
En las terapias se utiliza unas hojas de puntuación que premia a los que hacen la vida más sana, como hacer deporte, las piezas de fruta que ingiere o comer a la plancha. «El que mejor lo ha hecho se lleva un premio autofinanciado por ellos. Cada uno tiene que pagar dos euros y el que gana el premio se lleva el dinero de todos para comprar un regalo que trae a la próxima sesión. Los chicos le echan bastante imaginación al regalo», explicó Bonet acerca de esta técnica de motivación.
Regalos
«Intentamos que todos en un espacio de tiempo se lleven algún regalo», añade. De hecho, el médico y la enfermera pueden dar también puntos a los que a pesar de esforzarse tienen más problemas para perder peso. «Hay que apoyarlos», subraya el médico. De hecho, la obesidad no sólo llega ser un problema físico sino también psicológico. «Muchos de estos chicos están bastante discriminados por su aspecto y porque muchas veces les cuesta hacer deporte, aunque no es el caso de Alba, que es una máquina del balonmano», apunta.
Palomitas y puntos
C. Alcántara | Eivissa |