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Algo de luz para la crisis

Como cada año, un castillo de fuegos artificiales puso fin al Vuit d'Agost, en un ambiente festivo marcado por la austeridad

Imagen del puerto con Dalt Vila al fondo iluminado por los fuegos artificiales.

| Eivissa |

ultitud de formas de colores volvieron a iluminar el cielo ibicenco la pasada medianoche. Muy puntuales, los fuegos artificiales, organizados por el Consell, se lanzaron desde el muro de es Port Vell y pusieron fin a la festividad de Sant Ciriac, patrón de Eivissa y Formentera, que recuerda la conquista catalana de 1235.

Fantasía de colores

El espectáculo se basó en varios conjuntos muy diferentes entre sí. Desde las tradicionales palmeras y otras figuras como corazones, estrellas o flechas que subían hacia el cielo, hasta la gran novedad: un árbol que se iba deshojando. La traca final fue la más aplaudida, al ofrecer las figuras más grandes y el conjunto más largo de la noche.

Los colores también fueron muy distintos y se pudieron ver tanto degradados de un mismo tono, en los que triunfaron el rojo y el dorado, hasta contrastes entre amarillos y violetas o verdes y rojos.

Opiniones opuestas

Centenares de miles de espectadores eligieron los baluartes de Dalt Vila que dan al puerto y las avenidas de Santa Eulària y Vuit d'Agost para contemplar el espectáculo, pues esos lugares ofrecían las mejores vistas, aunque muchos se acercaron también a la misma zona del muelle.

Aunque se escucharon aplausos y exclamaciones durante todo el espectáculo y, sobre todo, a su fin, no todo el mundo quedó contento con estos fuegos artificiales. Algunos lamentaron su corta duración y otros, como Jessy y sus amigas, resaltaron que las figuras resultasen repetitivas, motivo por el cual hubo quien consideró que el espectáculo fue muy aburrido. Tampoco faltaron las comparaciones con otros espectáculos del estilo, como los que ofrecen las fiestas del barrio de ses Figueretes, el próximo día 15.

Austeridad

Este año, las Festes de la Terra y, concretamente, el espectáculo pirotécnico, han estado marcados por la crisis económica hasta el punto de que el Consell se planteó no celebrar los fuegos artificiales. Finalmente, la pirotecnia se alargó durante unos quince minutos, algo menos que otros años cuando el espectáculo duró cerca de media hora.

El disparo del castillo de luz y color corrió a cargo de la firma Ricardo Caballer, de Valencia, que lleva más de una década lanzando los fuegos. Se decidió que la pirotecnia se lanzara desde el Port Vell dada la presencia de un gran crucero en el dique de es Botafoc, desde donde se solía realizar el espectáculo.

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