Josep Juan Cardona llegó a tiempo a los juzgados de Eivissa para comenzar la vistilla en la que, a la postre, y como él temía desde el principio, se acabó por ordenar su ingreso en prisión. Llegó acompañado por su amigo el abogado José María Roig Vich, que permaneció a su lado hasta el último momento, cuando un oficial de la Guardia Civil y un agente se llevaron al exconseseller -sin esposar- al Centro Penitenciario de Eivissa para comenzar a cumplir la pena de 16 años impuesta por la Audiencia Provincial, cuyo recurso ante el Tribunal Supremo ya ha sido anunciado por la defensa del exconseller.
La vistilla estaba organizada para las 12,30 horas en la segunda planta del edificio judicial, donde se encuentra el Juzgado de Instrucción número 2, que casualmente esta semana está de guardia, de manera que el trasiego de detenidos, muchos de ellos esposados, era constante. Antes de entrar en la sala, Cardona, en apariencia muy tranquilo, dijo que estaba «espantado» por una sentencia que calificó de «muy dura». Junto a él estaban también su hermano y su cuñada, que esperaron pacientemente en los pasillos hasta que, finalmente, llegó el desenlace.
Argumentos
A las 12,30 en punto Cardona y su amigo entraron en la sala junto con una funcionaria. Al otro lado de la videoconferencia, en los juzgados de Palma, y también a puerta cerrada, estaban su abogado, Miguel Arbona; el fiscal anticorrupción y las tres magistradas que componen el tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial, Francisca Ramis, como presidenta, y Rocío Martín y Ana María Cameselle.
A las 13,20 horas Cardona y su amigo salieron de la sala. La respuesta del exconseller acerca de cuál creía él que puede ser la decisión de las magistradas lo decía todo: «¿Tú que crees?». Cardona explicó que la Fiscalía continuaba en sus trece de pedir el ingreso en prisión con el argumento del riesgo de fuga. «No tengo pasaporte desde 2008, pues se me caducó y no lo renové, y después, en mayo pasado, me lo retiraron, así que ya me explicarán cómo me voy a fugar», argumentó el exconseller a los periodistas ya en el pasillo. Remarcó además que tiene todo su patrimonio embargado desde hace tres años e insistió en que desde el primer momento advirtió de que no tenía intención de escapar.
La decisión
«Si hubiera querido huir», dijo, «ya lo habría hecho hace años». Durante la vista, también argumentó que si antes le pedían 21 años de prisión y no se fugó, no iba a hacerlo ahora, con una condena de 16 aún no declarada firme. Dentro de la sala defendió su inocencia ante las magistradas y les recordó que tiene a su madre a su cargo.
A las 14,41 horas, en los juzgados de Palma, las magistradas ya estaban terminado de redactar el auto. Un oficial de la Guardia Civil y un agente llegaron a la segunda planta de los juzgados. Serían después los encargados de custodiar y trasladar al exconseller.
Unos minutos más tarde, poco antes de las tres de la tarde, el abogado de Cardona le llamó desde Palma y le dio la mala noticia. Él mismo se encargó de comunicarlo a los periodistas que había en el lugar: «Prisión comunicada sin fianza».
«No haré declaraciones», dijo entonces, «no las he hecho nunca y no las voy a hacer ahora». No obstante, acabó por decir que «la decisión ya estaba tomada de antemano».
«Las conexiones [del exconseller] con el extranjero»
Duarante la vista, y también en los pasillos a preguntas de los periodistas, Cardona insistió en que el argumento del riesgo de fuga no se sostiene porque nunca tuvo intención de hacerlo, ya que no tiene pasaporte, cuenta con todos sus bienes embargados y porque es «difícil» evadirse de la isla de Eivissa. «Esta sala no comparte tal afirmación», señalaron las magistradas en su auto, en el que incluso llegan a destacar «las conexiones en el extranjero del señor Cardona» y que, en consecuencia, «podría ser ayudado por otras personas para dicha salida». En cuanto a la posibilidad de poner una fianza al exconseller para eludir la prisión, las magistradas no lo consideran posible porque, tal y como destacó el propio Cardona, no contaría con dinero para ello, pues tiene todo su patrimonio embargado por la Justicia.