Los agricultores de Eivissa no pueden acogerse a las ayudas ofrecidas por la Unión Europea (UE) para paliar el veto que Rusia ha hecho sobre las exportaciones europeas.
La UE destinó 125 millones de euros a ayudas para los agricultores europeos afectados por este veto, para que con el excedente perecedero como la fruta, hagan zumos destinados a entidades benéficas. Unas ayudas que los agricultores ibicencos no podrán obtener ya que no disponen de la infraestructura para transformar el excedente de fruta y verdura de la zona, y enviarlo a la península para licuarlos les saldría demasiado caro.
El veto ruso ha afectado a la producción isleña de hortalizas y frutas de manera indirecta. Todos los países europeos que exportaban a Rusia, ahora están exportando a países como España, que también es productor, lo que ha provocado un excedente, con una consecuente bajada de precios. Este descenso ha hecho que el producto local ibicenco también tenga que ajustarse para poder competir con el resto.
Demasiado producto
De hecho, el presidente de Agroeivissa, Joan Marí, explicó que el inicio de esta temporada se caracterizó por un excedente en la producción de verduras y hortalizas, y luego apareció esta crisis con Rusia, que se suma al problema que ya tenían de excedente de producción. Marí aseguró que están pasando un mal momento: «Normalmente en el mes de agosto los precios repuntan y hace 15 días que han bajado. La primera afectada es la fruta de hueso, como el melocotón, nectarina o el paraguayo, cuyos precios han descendido entre un 40 y un 50%. Y los tomates, que hace 15 días que subían de precio, ahora están bajado un 30%, al igual que el resto de frutas y hortalizas», explicó preocupado. «Esta crisis es como la del pepino, pero ahora son todos los cultivos los que se ven afectados», aseguró el agricultor.
La Unión Europea da ayudas para paliar esta crisis, «el problema es que los agricultores ibicencos no podemos acceder a ellas», lamentó Marí. «La retirada del producto sobrante ha de hacerse como toca, a través de organizaciones de producción, como la nuestra, pero son partidas que hay que destruir y antes de destruirlas se han hecho acuerdos con Ongs y bancos de alimentos para que se puedan destinar a transformación, es decir, en el caso de frutas a zumos, para que puedan distribuirlos durante todo el año. El problema es que en Eivissa no hay ninguna fábrica de transformación y enviar el producto fuera para hacerlo, no saldría rentable, valdría más el coste de enviarlo que el de la propia ayuda», explicó el presidente de Agroeivissa.
La única forma de paliar esta situación es mediante el consumo de producto local, Marí hizo un llamamiento para que la gente compre hortalizas y verduras de Eivissa: «No podemos competir en precios pero sí en calidad», advirtió. Por ejemplo, «el tomate que era uno de nuestros productos estrella de esta temporada de verano se está viendo afectado», insistió preocupado. «Había una sobre producción en España de estos productos y ahora se ha visto agravada por la campaña de Rusia», añadió Marí.