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«Cuando presenté la ampliación de Pachá dos señores me pidieron 2 millones de euros»

Ricardo Urgell, con una sonrisa siempre en la boca, atendió a Periódico de Ibiza y Formentera en su despacho junto a Pachá. Foto: ARGUIÑE ESCANDÓN

| Eivissa |

Al discotequero más viejo del mundo no le gusta la Eivissa de ahora. La isla que conoció Ricardo Urgell Martí (Barcelona, 1937) en los años 60 era Blancanieves y los siete enanitos, un cuento. Inauguró la discoteca Pachá Ibiza en 1973 con tan solo 16 personas en su staff y sin teléfono. Ahora son 1.400 en todo su imperio empresarial. Asegura que los deejays «han estropeado la noche. Ahora la gente no baila, sólo levantan los brazos». Denuncia que le pidieron comisiones por la ampliación de su discoteca.

—¿A qué hora se va a dormir?
—Hace 48 años que tengo discotecas y yo antes las abría y las cerraba y me iba a dormir a las 3, las 4 o las 5 y por la mañana trataba la parte empresarial. Ayer fui de noche pero ya no me voy a dormir a las 7, 8 o 9 de la mañana porque ni me gusta, ni me divierte y me parece un sinsentido. Generalmente la administración no sabe de nada. Nuestro gran problema es que tenemos unos administradores que son aficionados, que juegan a políticos. Luego están los técnicos, que son unos sinvergüenzas y hacen lo que les da la gana.

—El Consell d'Alcaldes de Eivissa anunció que trabajarían para unificar los horarios de los establecimientos de ocio. ¿Qué le parece?
—Lo que no puede ser es que en una isla de 572 km2, con cinco municipios, cada uno tire por su lado. ¡Esto es Can Seixanta! [En Eivissa, Can Pixa].

—¿A qué hora tendrían que cerrar las discotecas?
—Como muy tarde a las 5 de la mañana. Si has ligado con una chica ir a follar a las 9 de la mañana es una incoherencia. Si te vas a dormir a las 8 de la mañana es que vas dopado, porque no es normal que a esa hora estés haciendo el indio por ahí. Los horarios fomentan el consumo de drogas.

—Tengo entendido que usted es un hombre que vive de la fiesta pero que no le gusta la música eléctronica de hoy.
—Sí, es así. El proceso de la música, es lógico, tiene que evolucionar. La música electrónica no es lo que más me gusta. Tengo 78 años y lo que más me gusta son los Beatles. Hace bastantes años que dura y tiene que venir alguien que le dé otro sentido a la música, que no sea la electrónica porque es un poco pesadita.

—¿Qué sería de Eivissa sin las grandes discotecas?
—El que va de vacaciones tiene tres caminos: el cultural, el deportivo y el ocio. Las discotecas son un complemento básico para las vacaciones. A mí me dicen: ‘Ricardo, en Vila no se puede estar con este follón'. Y yo les digo: ‘Pues vete a Sant Mateu, a Sant Joan o a Sant Llorenç'. ‘Ricardo, estuvimos allí pero no había nadie'. Pero a ver, ¿tú qué es lo que quieres? Tú vas a ses Illetes y hay mil barcos amontonados. Pasas Cala Saona y te vas a Migjorn, que allí no hay ningún barco. Les dices que vayan allí y te dicen que no hay nadie. Con los deejays pasa igual. La gente no sabe lo que escucha, vive de marketing. Todos hacen el mismo ruido, unos tienen más nombre y otros menos. Nosotros sabemos que hay disc-jockeys que no tienen poder de convocatoria que ponen mucha mejor música que aquel que tiene mucho más nombre. Por lo tanto, vivimos en un mundo de borregos.

—A muchos ibicencos no les gusta que su isla sea conocida mundialmente por sus discotecas. ¿Los entiende?
—Yo cuando estoy en Japón y digo Ibiza, todos hacen así (levanta los brazos como si estuviera bailando en una discoteca). La prensa viste las cosas mal y le da una información al lector incorrecta. Me separé hace muchos años de mi primera mujer, de la madre de mis hijos, que para no estar aquí se fue a Menorca. Después de estar un año allí me dijo que aquello era ‘Muernorca', que era un muermo. Y me dijo que volvía a Eivissa. Estamos en el sitio más conocido y más de moda del mundo. Ni Las Vegas ni Miami ni Dubai ni nada. Somos el referente. No podemos prescindir del mundo del ocio porque la naturaleza del hombre y de la mujer es fiesta y golferío. La gracia de Eivissa es que si quieres tranquilidad la tienes toda y si quieres fiesta también. He vivido muy a fondo Eivissa, la quiero mucho y la aprovecho lo máximo que puedo. Conozco bien el campo, la montaña y el mar. Eivissa tiene unos atractivos maravillosos. Antes salía a la mar todos los días pero ahora mi mujer me dice que estoy drogado con el trabajo, que no me voy a desenganchar, pero para hacer bien tu trabajo te tiene que gustar. A mí me gusta y, como consecuencia, sigo trabajando. Ahora, a las dos o a las tres cogeré mi lancha, me harán un bocadillo y me bañaré en es Freus para no coger el coche y no saber dónde aparcar.

—Su discoteca es la única que abre en invierno. ¿Por qué?
—Por amor a Eivissa, porque se pierde dinero. Y luego, cuando llega la temporada, unos abren cuando llega el dinero y cierran cuando se van. Uno de los grandes defectos turísticos de nuestro país es que somos unos temporeros. Eivissa tendría que estar estructurada con atractivos de invierno, pero también tiene que estar el ocio. Estamos pensando cerrarla en invierno porque uno de los problemas de Eivissa es que hay mucha ilegalidad. Todo el mundo hace fiestas donde le da la gana. El ibicenco tiene un problema: ha interpretado mal cómo tendría que ser Eivissa. Siempre ha tenido envidia del vecino y ha querido hacer una Mallorca. Cuando hablo de Vila le llamo el pueblo, que es más bonito que una ciudad. Los que somos de ciudad nos gustan los pueblos y a los de pueblo les gustan las ciudades. Yo si tuviera que vivir en Ignasi Wallis me pegaría un tiro.

—La administración y el sector turístico llevan años hablando que el principal objetivo es alargar la temporada. ¿Es posible? ¿Qué ideas tiene?
—Es básico. Hay que dar entretenimientos de invierno. Yo no juego a golf, pero hacen falta. En Mallorca tienen 20 o 25 y aquí solo hay uno. Conozco a gente a la que le gusta el golf que tienen casa aquí pero que se aburren de jugar en el mismo campo siempre. Se tendrían que hacer regatas, más centros deportivos, falta más ocio...

—Usted abrió esta discoteca en el año 1973. ¿Qué ha perdido la isla desde entonces?
—A Joan Ribas, que ha trabajado conmigo toda la vida y que es teniente de alcalde de Vila, le digo: ‘¿Sabéis lo que tenéis que hacer?' Eivissa necesita un maquillaje, está impresentable exteriormente. A mí me duele mucho que me digan que el recorrido entre el aeropuerto y Pachá es muy feo. Promoví la campaña Entre todos, mil palmeras y Xico Tarrés y Pere Palau no se entendieron y al final solo se plantaron 58. ¡Y eran regaladas! A mí, en Eivissa me han tomado mucho el pelo. En el 77 vino el propietario del Club Sant Rafel, que era una discoteca y un restaurante, para vendérmelo por 14 millones de pesetas. Lo rechacé porque estaba en una urbanización y luego fue el Ku, por toda la cara. Y yo me quedé aquí abajo, comiéndome los mocos. No podía competir con aquellos jardines maravillosos con piscina. Yo nací en el mundo de la noche de Barcelona, con reglamentos que se hacían cumplir. Aquí cada uno hace lo que le da la gana, y seguimos igual.

—¿Qué piensa de la ecotasa?
—¿Pero no chupan bastante ya? Yo pago millones de millones, ¿qué hacen con este dinero? No veo ninguna mejora con el dinero que yo pago. No sé dónde va el dinero. Tenemos una administración tres o cuatro veces más grande que Alemania con el doble de habitantes. Viven todos del cuento. Aquí tengo el proyecto de ampliación de Pachá, que no la haré. Necesitaría más aforo para poder pagar a los disc jockeys, pero no la haré porque la ambición rompe el saco. Cuando fui a presentar el proyecto me enviaron a dos señores que me pidieron dos millones. Está todo comprado. Aquí tengo un recorte de periódico donde dice que el presidente del Gobierno cobra 170.000 euros. No tiene ningún sentido, si hace este trabajo es porque cobra algo por detrás. Yo tengo 30 o 40 empleados que cobran más que éste. La configuración política del país es de risa. La suerte que tengo es que con la edad que tengo me puedo cagar en todo.

—¿Cuándo se jubilará?
—No me jubilaré, tendré más tiempo libre. Tengo una casa en Brasil, que me compré hace doce años. Es un refugio tranquilo al que voy a pasar dos meses: enero y febrero. Después tengo un velero con el que atravieso el Atlántico. Jubilarse es una palabra muy fea y el trabajar, tener ilusiones, dignifica.

EL DETALLE

“Soy un súperembajador de Eivissa por todo el mundo”

-¿Las discotecas han recibido apoyo por parte de las administraciones?

-Yo sólo he visto ilegalidades. Fui el primero en llegar con un local grande y ahora mismo hay una permisividad que lleva a la destrucción de una buena imagen. La regulación de la noche se tendría que hacer de una forma coherente. En la administración son los técnicos los que tienen el poder y luego están los funcionarios, que no funcionan.

-Pachá y Eivissa van ligadas. ¿Se siente un embajador en la isla?

-Mira, este es el póster de las lunas (en cuya parte posterior están todas las discotecas Pachá del mundo). En todos estos sitios hay un Pachá: Londres, Nueva York, Marrakech, Sydney… La marca más importante de discotecas del mundo es Pachá, con diferencia. Y, por lo tanto, el referente mundial es Eivissa y yo soy un súperembajador de Eivissa en todo el mundo.

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