Francisco Tienda (Sant Antoni , 1975) es profesor «vocacional» y ahora concejal de Cultura, Educació, Patrimoni Cultural i Noves Tecnologies del Ayuntamiento de Sant Antoni, «también vocacional». Como docente lleva trabajando desde el 2000, primero tres años en Formentera, y después en el instituto Quartó de Portmany de Sant Antoni, donde actualmente también es el secretario. Y como político apenas unos meses, cuando decidió ser el número 3 de la candidatura de Reinicia Sant Antoni, «un grupo de locos que me convencieron desde el primer día al ver todo lo que querían hacer para mejorar nuestro pueblo». Ahora, pasados unos meses en el cargo y viendo todas las ideas que propone, Francisco Tienda tiene mucho trabajo por delante. Una labor que afronta con una gran sonrisa y «con la ilusión por bandera».
—¿Cómo acaba el secretario del instituto Quartó de Portmany de concejal de Cultura, Educació, Patrimoni Cultural y Noves Tecnologies?
—Por vocación y por ganas de cambiar mi pueblo. No le puedo negar que la política siempre me había gustado, pero nunca me había decidido a dar el paso hasta que me convenció el movimiento Reinicia Sant Antoni. Y cuando nuestra candidatura sacó los votos suficientes para formar parte del Gobierno municipal tenía muy claro que sólo podía ayudar formando de algo de lo que controlo. Si no, era una pérdida de tiempo.
—Cuando entró, ¿qué situación se encontró en su Concejalía?
—Sinceramente, la herencia recibida no ha sido mala. No nos hemos encontrado con demasiadas cosas pendientes, salvo problemas por ejemplo de patrimonio, donde necesitaremos ayuda exterior del Consell d'Eivissa y del Govern balear.
—¿Como cuáles?
—Le hablo por ejemplo de sa Torre des Lluc, construida en el siglo XVI, y situada muy cerca de la cumbre de un pequeño cerro de la Vénda des Bernats, lindando con la zona de Benimussa, al oeste del Torrent d'es Regueró, un poco al sur de la depuradora de Sant Antoni, y al este de la zona conocida como sa Serra. Tal y como denunció el Grup de Coneixement del Medi de l'Institut d'Estudis Eivissencs, hace algo más de un año, vive una situación de deterioro alarmante. Tenemos que hacer algo para arreglarlo porque los propietarios de la finca no pueden hacer frente a los costes y no podemos permitir que se venga abajo de forma definitiva.
—Habla de que la herencia recibida no era mala... Desgraciadamente cuando se habla de Sant Antoni siempre parece que la cultura se queda en un segundo plano...
—Puede ser. Pero sinceramente creo que es por desconocimiento. Se ha trabajado bastante bien por la cultura en Sant Antoni pero desgraciadamente se ha hecho muy poca publicidad de ello. De hecho, yo he sido el primer sorprendido cuando llegué a esta concejalía.
—¿Falta de publicidad entonces?
—Pienso que sí. Ha faltado difusión, sobre todo pensando en la gente del municipio. Sí es verdad que se han hecho cosas a nivel internacional, como el Ibiza Rocks o el Bloop Festival, que han tenido mucha repercusión fuera de nuestro país, sobre todo entre los británicos, pero si les preguntas a los vecinos de Sant Antoni para que recuerden alguna de las últimas exposiciones o conciertos, posiblemente no te digan casi ninguno.
—Y eso, ¿cómo lo quieren mejorar?
—A través de campañas donde las redes sociales sean fundamentales. Los flyers, las invitaciones y los carteles cada vez tienen menos sentido. Yo mismo tengo muchos acumulados encima de mi mesa y no les doy casi importancia. Sin embargo, si publicitamos algo a través de Facebook, Twitter o correo electrónico nos garantizamos llegar a muchas más personas y sobre todo nos garantizamos ahorrar una importante partida económica que podremos destinar a otras cosas.
—Pero estos canales parecen destinados casi exclusivamente a los jóvenes. ¿No están limitando mucho sus destinatarios?
—Puede ser. Pero tenemos claro que uno de nuestros principales objetivos es llegar a los jóvenes del municipio, ya que han estado muy olvidados por los anteriores equipos de Gobierno. Tenemos que convencerles de que en Sant Antoni hay muchas cosas interesantes relacionadas con la cultura. Tal vez no acaben bebiendo por las calles, haciendo botellón o fumando porros.
—¿Y cuál es su plan para conseguirlo?
—Potenciar las actividades con las que se sientan identificados. Por ejemplo queremos plantear una serie de conferencias o charlas donde jóvenes de Sant Antoni puedan contar su experiencia de éxito tras haber salido de la isla. Tenemos jóvenes que han creado revistas, periodistas en importantes programas de televisión, investigadores en países nórdicos... queremos que ellos sean el ejemplo de que otro mundo es posible, más allá de lo que normalmente se vende de una juventud sin salidas ni recursos en la localidad.
—Escuchándole, parece convencido de que lo logrará...
—Por supuesto. Los jóvenes son el futuro. Ninguna población en el mundo puede tener futuro si no tiene personas culturizadas y educadas y por eso tenemos que conseguir actividades que conecten las dos cosas.
—Y los colegios e institutos, ¿qué papel juegan en su plan?
—Tambien muy importante. Los niños tienen que aprender que en su municipio hay actos culturales y que viven en un pueblo con historia y tradiciones. Por eso pretendemos presentar un proyecto común para todos los centros educativos y llevar a cabo actividades como visitas organizadas a exposiciones puestas en marcha por el Ayuntamiento y que luego cada centro haga trabajos relacionados con ellos. La cultura, la historia y el patrimonio tiene que entrar por los ojos. No puede estar en los libros como algo muerto.
—Eso está muy bien. Pero, ¿cómo se recupera el tiempo perdido cuando se han hecho tantas cosas pensando en los turistas extranjeros?
—Preparando un programa serio y coherente enfocado a la gente que vive aquí. Hay que ser conscientes de que en Sant Antoni nos quedamos muchos vecinos durante el invierno y no podemos olvidarlos. El resto, aún con su importancia en verano, son turistas que pasan pocos días con nosotros. No son nuestro público objetivo.
—En este sentido, ¿el West End es un problema?
—En todos los sitios del mundo donde el ocio nocturno ocupa un lugar muy importante en su economía siempre hay problemas. El West End es lo que es y de momento parece complicado poder cambiarlo. Así que parece que lo más lógico es intentar llevar a cabo actividades que compaginen las dos realidades y que consigan que los adolescentes salgan de allí y fijen sus miras en otros lugares.
—Y, perdone que insista, ¿cómo lo van a conseguir? Parece complicado...
—Con actividades culturales concretas. Por ejemplo, organizando más actividades como las visitas guíadas al Aquarium de Cap Blanc. Eso, al final, se queda en los niños para cuando sean mayores. Es sembrar para recoger.
—Cambiando un poco de tema. Además de las conferencias o charlas con jóvenes del pueblo que viven fuera... ¿Qué otras actividades tienen en mente?
—Bueno, traer exposiciones a Sant Antoni está complicado porque, aunque tenemos espacios muy buenos como Sa Punta des Molí, el Far de ses Coves Blanques o el Molí den Simó, debido a la Ley Montoro no tenemos personal para tenerlos abiertos todos los días. Sólo en verano se puede hacer algo más gracias a una beca proyecto Fiop para Personas con Discapacidad. Eso es un grave problema.
—Entonces, todo parece que es una pescadilla que se muerde la cola. Además, no parece que muchos vecinos sepan que esos espacios están ahí.
—Ése es otro hándicap y muy importante, por cierto. Falta cartelería y campañas para darlos a conocer. Por eso queremos invertir durante los próximos meses en mejorar la señalética y que nuestros vecinos y visitantes sepan que existe un lugar llamado sa Punta des Molí donde, además de un lugar expositivo importante, hay un magnífico jardín mediterráneo y elementos etnológicos de gran valor como un molino o una sitja.
—Una vez hecho, ¿se podría sacar más partido a sa Punta des Molí?... como auditorio no está mal.
—Por supuesto que intentaremos aprovecharlo más. Cuando se hace el Festival de Cortos tiene mucho éxito, pero tampoco podemos olvidar que tienen muchos hándicaps, sobre todo relacionados con el ruido de los locales de alrededor y de la gente que pasea por allí en verano.
—Y viendo el éxito de Sant Josep con el tapacine, ¿se han planteado algo parecido?
—En cierta medida. Tambien hemos pensado en llevar el cine a la playa del Arenal con una gran pantalla, pero todavía no hay nada decidido. Tenemos que echar cuentas. No tenemos mucho presupuesto y hay que invertirlo todo con mucho cuidado. De ahí la importancia de potenciar las nuevas tecnologías y las redes sociales para ahorrar en folletos y cartelería. Por ahí pasa el futuro de nuestra Concejalía.
—Si hablamos de conciertos y obras de teatro, ¿cómo está el tema?
—También estamos intentando hacer un programa, pero en este caso es al revés, no tenemos un espacio adecuado.
—¿Y el cine Regio?
—Con la familia Torres tenemos un convenio firmado que pretendemos renovar a principios de este año. Sin embargo, ellos, como es lógico, quieren usarlo como cine durante los viernes, sábados o domingos, que es cuando más dinero consiguen y eso es un contratiempo. Además, tampoco en un lugar muy adaptado para grandes cosas. No tiene un gran escenario ni tampoco backstage.
—Pero hay más opciones teatrales...
—Por supuesto. Queremos apostar por las obras en pequeño formato y por las compañías amateur de grupos de la isla o del Bachillerato de Artes Escénicas. Incluso se podría usar, como se hace en Sant Josep, para fiestas de graduación de institutos donde premiar a los mejores alumnos.