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Paseando por nuestras calles

El huerto de Celestino se queda sin alma

Una imagen del parque presidido por un enorme árbol. Foto: ARGUIÑE ESCANDÓN

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La historia de Celestino Sánchez comenzó hace 88 años en Bogarra, Albacete. Creció en el campo manchego pero vivió buena parte de su vida en Eivissa, donde vino para hacer el servicio militar y donde conoció a María Riera, una ibicenca con la que se casó y tuvo tres hijos, siete nietos y cinco bisnietos. Su familia era tan larga como la lista de árboles y plantas que Celestino cuidaba y regaba diariamente casi hasta el último día de su vida.

El parque de ses Figueres que lleva su nombre era, hasta hace unos años, un solar propiedad del Ayuntamiento de Vila lleno de escombros y porquería que Celestino veía desde la terraza de su casa. Ya jubilado como trabajador de la Central Eléctrica del aeropuerto, un día decidió limpiar el solar y sembrar un pequeño huerto de lechugas y tomates que después repartía entre sus conocidos.

Era un hombre muy reivindicativo que pedía siempre mejoras de su barrio. Como recuerda su nieta Estela, “dio la tabarra y mucha guerra” a los sucesivos gobiernos municipales de Vila para que pusieran un grifo con el que poder regar el huerto. El proyecto de hacer un jardín no acabó ahí. Celestino pidió donativos al dueño del hotel Simbad para comprar la primera palmera que, años después, se convirtió en el bonito parque de ses Figueres donde hoy en día juegan los niños en una zona infantil con columpios. Las lechugas y los tomates han sido sustituidos por numerosos árboles, principalmente higueras, cuyos frutos siguen recogiendo los vecinos, y que están presididos por el monolito que hay a la entrada del parque donde está escrito su nombre.

La gente que le conocía destaca de él su fuerza y su vitalidad, hasta el punto que, tres semanas antes de morir, salió a pescar con el llaüt de su propiedad que tenía amarrado en la playa de Talamanca. De vuelta, su nieta recuerda cómo presumía de que su hijo no había pescada nada y él había logrado capturar tres rotges.

Celestino murió el pasado 1 de diciembre, el día del cumpleaños de su mujer, fallecida cuatro años antes.

El alcalde de Vila, junto a familiares y vecinos, despidió a un hombre que era recordado sentado en la playa, con su gorro de paja y siempre rodeado de gente.

Las higueras que regaba con su manguera todos los días a las 8 y media de la mañana ya no tienen quien las cuide con tanto mimo como Celestino lo hacía.

Parque de Celestino Sánchez

El parque del “alcalde” de ses Figueres y Talamanca

El parque de Celestino Sánchez no podía llamarse de otra manera. A los oídos de la alcaldesa socialista Lurdes Costa llegó que había un jubilado que, de forma desinteresada, se encargaba de arreglar diariamente los jardines del entonces llamado parque de ses Figueres. Costa decidió ponerse en contacto con él y, desde ese momento, se estableció una relación afectuosa entre Celestino y el ayuntamiento que continuó con los diferentes alcaldes de diferente signo. El consistorio decidió construir un monolito en el parque para agradecer su trabajo que fue inaugurado en enero de 2013 por la alcaldesa popular Marienna Sánchez-Jáuregui. Su familia recuerda la emoción que sintió Celestino cuando recibió la noticia y cómo vivió el día de la inauguración: “Estaba nerviosísimo, practicaba todos los días el discurso que tenía que decir como si fuera un niño pequeño”.

Celestino murió siendo una institución en su barrio, hasta el punto que fue conocido como el “alcalde” de ses Figueres y Talamanca.

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