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Reportaje - Ropa para la solidaridad

La ropa de Ibiza que llega hasta Pakistán

Las bolsas de los contenedores se apila en jaulas en la furgoneta y las llevan a Montecristo, en la imagen de arriba. Sobre estas líneas, el higienizador para dejarla libre de gérmenes. | Toni Escobar

| Eivissa |

Juan Bibiloni y Germán Villa empiezan su jornada laboral a las 6,30 horas de la mañana. A bordo de una furgoneta recorren la isla recogiendo las bolsas de los contenedores rojos de Cáritas en los que se deposita ropa, complementos o juguetes. Los lunes y jueves se desplazan a Ibiza; los martes recorren Santa Eulària, Sant Miguel y toda la zona norte; los miércoles a Sant Antoni, Sant Josep y Sant Jordi y los viernes van a las zonas donde quedaban pendientes de recoger o peticiones telefónicas. Este es el primer paso del programa de los talleres de formación e inserción laboral de A tot drap y Can Pep Xico. La ropa recogida va a la nave en el polígono de Montecristo donde se pesa para controlar los kilos de ropa de cada municipio. Una vez pesada pasa a ser seleccionada una parte y después higienizada durante un periodo de 24 horas. «Por eso pedimos que esté limpia porque no tenemos lavadoras industriales, pero sí que se higieniza», precisa Alejo Rodríguez, educador social. Después de higienizar, vuelve a la mesa de trabajo para su distribución en las estanterías. Una parte de este proceso acaba con la venta de la ropa en las tiendas a precios muy económicos, tres o cuatro euros, y la que se regala a los más necesitados con los vales.

Sin embargo, no toda la ropa recogida llega a las tiendas. Hay un remanente de ropa muy elevado, viejo y estropeado, que se vende a empresas de Ibiza para limpieza de máquinas. Otra se va fuera. Una parte que, por el volumen tan grande que hay porque no se puede vender ni en las tiendas, se comercializa en la Península e incluso alguna llegará hasta el continente asiático. «La ropa que se comercializa en la Península va a Barcelona. Tenemos un acuerdo con Fundació i Treball, una empresa de reinserción social, y ellos vuelven a hacer el mismo proceso que nosotros con la ropa que no hemos podido seleccionar. En Ibiza utilizamos el 10% de la ropa que recogemos. No podemos mirar más. Las tiendas están abastecidas. ¿Qué hacemos con la ropa que sobra? ¿la tiramos?», se pregunta el coordinador del programa, Paco Cabrera. Los excedentes de ropa no son sólo un problema en Ibiza sino también al resto de Cáritas de España. «Alguna va a África o a otros sitios. Se está llevando a Pakistán y también a Sudamérica. Estamos haciendo un concierto todas las entidades para dar una solución a este excedente de ropa», dice.

Dinero para becas

Cada dos semanas se envía un contenedor de ropa a la Península. El dinero de la venta de esa ropa enviada a Barcelona se utiliza para costear las becas de los participantes del programa. Detrás de todo este proceso se encuentra el programa de reinserción sociolaboral dirigido a personas en riesgo de exclusión, como la de un joven en paro que ahora vive en casa de un amigo. Subsiste con la beca de 350 euros al mes que le proporciona Cáritas, la ropa y vales de comida gratis. El año pasado participaron un centenar de personas en los talleres de formación en inserción laboral. Alejo Rodríguez se encarga del seguimiento de los participantes de los talleres, además les ayuda a buscar empleo, vivienda y la parte formativa de orientación laboral. «Les ayudo a utilizar las nuevas tecnologías para buscar empleo, a realizarse un curriculum, a prepararse para una entrevista de trabajo y habilidades sociales», explica. En la nave de Montecristo hay una sala de ordenadores en la que se realizan las actividades formativas. Ahora hay catorce participantes en el programa de la nave, que hace actividades de clasificación de ropa y programa formativo, y otras nueve personas en los talleres agrícolas de Can Pep Xico, dedicados también a la reinserción sociolaboral. Los participantes del programa vienen derivados de los servicios sociales de los ayuntamientos, de Cáritas, el albergue municipal o el Centro de Atención a la Drogodependencia. Tras acabar la temporada, aumentan las peticiones. «Ahora empiezan a llegarnos más derivaciones. Cuando pasa el verano, trabajan dos meses y no les llega ni para pedir la prestación social», apunta. En estos últimos años, por la crisis, ha ido cambiando el perfil de los participantes y cada vez hay más ibicencos. «Antes no venían, porque parecía que era para inmigrantes pero la crisis ha afectado a todo el mundo», apunta Cabrera. El 27% de las personas que han participado han encontrado un trabajo. De cara a este año, calculan que el número de participantes será similar al de 2015 y habrá un aumento de las inserciones laborales. «Acabo de hacer una inserción laboral de una persona y su plaza ha quedado libre para que entre potra persona», apunta Rodríguez. Uno de los objetivos que se han marcado es hacer un seguimiento de las personas que se han reinsertado laboralmente.

El origen de este programa se remonta a hace 30 años cuando las familias donaban ropa a las parroquias y desde hace cinco años la ropa se deposita en los contenedores. Además de la solidaridad y de la reinserción laboral, con este programa se cumple una labor medioambiental. «El programa ha ido evolucionando y tenemos un sistema de recogida en contenedores de acuerdo con los ayuntamientos, porque ya no es sólo la ropa que no se utiliza sino también como reciclaje para que no vaya a los vertederos. Tiene más finalidades esta ropa, no sólo la de atender las necesidades sino por una cuestión medioambiental», explica el coordinador del programa, Paco Cabrera. De hecho, hay gente incluso que deja todo tipo de objetos en la nave, como un televisor que estuvo durante varios días. Los propios monitores se encargaron de llevarla a la nave de Deixalles, que se encuentra en el mismo polígono industrial. Aquí todo se recicla, nada se tira.

LA NOTA

6.000 euros guardados en zapatos en una bolsa

En alguna ocasión se han encontrado con alguna sorpresa al abrir una bolsa de ropa. Recuerdan el caso de una mujer angustiada que les llamó poco después de tirar al contenedor una bolsa con ropa y complementos, entre ellos unos zapatos en los que guardaba 6.000 euros. Los monitores localizaron la bolsa, siguiendo las indicaciones que le había dado la señora, y se pudo recuperar el dinero. En otras ocasiones, no por el tema económico sino por cuestiones sentimentales, han llamado pidiendo recuperar algún objeto, como un peluche, antiguos vestidos de comunión u otros objetos.

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