El despacho de la hasta el miércoles presidenta del Parlament, Xelo Huertas, estaba ayer cerrado cuando, a eso de las diez, llegó a la Cámara. Vino acompañada de cuatro personas: una amiga y los tres cargos eventuales que cesaron con ella: Antonio Jiménez, Francisco Thomàs y Montserrat Perelló. Aunque también el personal eventual de los grupos cesó con la presidenta, Vicenç Thomàs, presidente en funciones, lo volvió a ‘renombrar' con la excepción de los tres de las inmediata confianza de la expresidenta.
La decisión de cerrar con llave la puerta del despacho se tomó la noche anterior. La guardó un encargado de la seguridad. Habitualmente, la puerta se queda abierta pero la tarde anterior hubo algunos nervios. Un guarda y una ujier (imagen de la derecha, tomada de IB3) abrieron la puerta.
Huertas y su equipo se pasaron tres horas en el despacho, con una pausa para café. A través de las cortinillas de los cristales era perceptible el ajetreo de dentro. Huertas iba y venía mientras su exdirector de gabinete se sentaba ante la pantalla de uno de los ordenadores. Allá recogieron algunas carpetas pero no salieron con ninguna caja. Sobre la mesa quedaron apilados periódicos y Huertas se llevó en mano ejemplares del día, los que informaban de su cese. El socialista Thomàs pasó brevemente por el despacho. La noche anterior le había llamado por teléfono pero no la vio hasta ayer. La reunión fue brevísima, no más de tres minutos. Jiménez, exjefe de gabinete de Huertas, aprovechó para decirle al socialista que si la persona que le relevara necesitaba algo, contara con él.