Un dragón, un flamenco, un oso e incluso una bicicleta eran algunas de las formas más llamativas que volaban ayer en ses Variades. Sin embargo, la mayoría de las cometas de esta 24ª edición de Posa un estel al cel eran de los más sencillas, las que la mayoría de los niños había elaborado a lo largo de la semana en el taller organizado por el Ayuntamiento de Sant Antoni en la carpa municipal, en el colegio Guillem de Montgrí, organizador del evento, o también en sus casas. Algunas, las más veteranas, llevaban volando 24 o 20 años, pertenecen a familias que comenzaron viniendo con su hijos pequeños y ahora lo hacen con sus nietos. Todas juntas tiñeron de colores el cielo de ses Variades en una ya tradicional jornada familiar de las fiestas de Sant Antoni. En la de ayer fueron 300 las cometas inscritas, de las que 155 volaron a la vez en uno de los momentos en los que se reunieron más colores en el firmamento portmanyí. Todo ello en una día que empezó tímido en cuanto al viento, soleado para alegría de quienes pensaban en el temporal del pasado sábado como referencia y en el que poco a poco se comenzó a animar una suave brisa sobre la que planearon las telas de colores.
«Todo empezó cuando unos locos de las cometas comenzaron a organizar esta cita en el año 91, aquel año contaron con 18 participantes. Fue en el año 2011 cuando se recogió la mayor participación, con 440 cometas inscritas, de las que 168 volaron a la vez en el cielo», recordó el director del CEIP Guillem de Montgrí y organizador del evento, Javier Rey.
Actualmente Posa un estel al cel se ha convertido en una jornada muy familiar en la que padres, madres, hermanos, abuelos y demás familia se reúnen para pasar un rato agradable y volver a la más tierna infancia de la mano de sus pequeños.