Gabriel Garcías asume hoy lunes la presidencia de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Balears en un acto en el que también tomará posesión la nueva junta directiva y en el que su hija, Eugenia Garcías de España, recibirá el XIV Premio Luis Pascual González por un trabajo de investigación en derecho foral en materia de sucesiones. Garcías, docente y abogado penalista con una carrera muy reconocida, ha sido maestro de una gran parte de los juristas que ahora mismo ejercen en las Islas.
¿Por qué asume ahora la presidencia de la Academia?
Lo cierto es que no había otra candidatura y los compañeros te lo piden, «tienes que ser tú». Fui una de las personas que intervino en la fundación de la Academia y, desde luego, siempre es un halago, aunque hay que asistir a juntas y supone un trabajo. Lo que quisiera es hacerlo como mis antecesores, Miquel Masot, Miquel Coll y Eduardo Martínez. Aunque sea un poco menos, pero en la misma línea. Lo que me da un poco de miedo es que el 90 por ciento del trabajo es sobre derecho civil y foral y los penalistas, como Rafael Perera y yo siempre tenemos un papel más discreto.
¿Qué planes tiene para la institución?
Lo que quisiera es ubicar un poco la Academia y que la gente sepa qué es y qué hacemos. Que no sea un cementerio de elefantes. Que se conozca que somos veinte académicos, que cada uno de ellos ha sido propuesto por tres miembros y luego el nombramiento aprobado por mayoría o que existe la figura del académico emérito. Desde 1994 es una entidad de derecho público. En otras comunidades se le da un empaque importante a la Academia. Es algo que se valora. Nuestra finalidad es fomentar la investigación del derecho y en comunidades como la nuestra en la que existe derecho formal se habla sobre todo de él, de la compilación.
Ha compatibilizado la docencia y el ejercicio del derecho. ¿Qué le tira más?
Siempre he hecho las dos cosas. En la Universidad de Barcelona empecé a dar clases hace más de cuarenta y cinco años, en 1970. Yo creo que es un complemento. Es como un cirujano que no opera o otro que sólo coge el bisturí. Hay una frase que dice que un teórico sólo es un aborto de jurista y sólo un práctico es la negación del jurista.
También participa en el máster que forma a los abogados. ¿Cómo ve el nivel?
Tengo una opinión muy personal. Creo que el nivel de exigencia en la Universidad ha bajado respecto a cuando yo estudiaba. Siempre habrá buenos estudiantes, es cierto, pero me parece bien que los colegios de abogados exijan el máster de práctica jurídica. Es una forma de que el Estado y los colegios se aseguren de que la gente que tiene pocos recursos tenga a abogados formados. Quien tiene esos recursos nunca tendrá problemas. Pero a quien no se le tiene que garantizar esa asistencia, por eso es tan importante la formación. Además ahora no es tan fácil encontrar sitios para hacer una pasantía. Un abogado mal preparado puede causar mucho daño.
Como abogado, ¿cómo ha visto evolucionar los casos de corrupción?
Las causas que se investigan por corrupción hay evolucionado mucho. Los casos de hace veinte años no son los mismos que los de ahora. Eran muy inferiores, de menor enjundia, corruptelas más que grandes ilegalidades. Ahora son causas mucho más importantes, muy mezcladas con diferentes delitos. Hemos ido de menos a más. Últimamente los investigadores están más preparados y tienen más medios. Eso ha llevado al enjuiciamiento de personas que creían que nunca se verían en esa situación, que se haya acercado al principio de que quien la hace, la paga. Eso tiene utilidad por cuestiones de prevención general. A partir de ahora, viendo que se lucha en serio contra la corrupción, creo que el fenómeno va a ir a menos. Hay una frase, la de que contra la corrupción, tolerancia cero, que me parece una bobada. Eso es evidente, tolerancia cero como con el asesinato o el crimen y el corrupto también tiene que tener garantías. Tenemos que permanecer en los principios.
¿Ha notado esa falta de garantías?
No diré falta de garantías, pero sí he notado un trato poco afable, un trato duro.
¿Considera excesivas algunas condenas como las de Munar?
De casos concretos no quiero hablar. Lo que sí diré, por una cuestión de ideología personal, que a mí todos los castigos me parecen excesivos. Las penas de prisión en este tipo de causas comportan poca o ninguna reinserción para los condenados.
¿Qué le ha parecido la sentencia del ‘caso Nóos'?
Creo que no es el momento aún de analizar el fondo. Tiene que ser objeto de estudio con calma. Lo que sí es el momento de decir lo que ha significado de positivo el juicio para la sociedad. Ha significado que nos hemos dado cuenta de que personas que nunca pensábamos pueden ser juzgadas, que todos hemos sido iguales ante la ley, lo que supone una lección para futuros políticos y para los jóvenes.
¿Qué opina del debate sobre si la instrucción la tiene que llevar el juez o el fiscal?
Como abogado me da igual quién la haga. Lo que me importa es que se haga bien. También hay que tener en cuenta que el fiscal, hoy, aunque no sea instructor es un elemento fundamental. Por ejemplo, cuando unas diligencias están bajo secreto no lo están para el ministerio público o el magistrado no puede acordar el ingreso en prisión si no se lo pide el fiscal.
¿Y cómo ve todo el asunto del expediente electrónico y de que la justicia se informatice?
Puede que agilice a la administración de justicia, pero a ‘la Justicia' con mayúsculas le es indiferente. Eso sí, hoy con los delitos informáticos es cierto que se está abriendo un campo nuevo por los distintos casos que aparecen.
DNI
• Doctor en derecho por la Universidad Central de Barcelona. Sobresaliente ‘cum laude'.
• Impartió docencia como profesor en la Universidad de Barcelona en 1970 hasta1977, año en el que inició su carrera universitaria en la UIB, donde ha sido profesor de la mayoría de juristas de Mallorca.
• Ejerce como abogado penalista y ha estado presente en casi todos los grades procesos celebrados en Mallorca en las últimas décadas.