El famoso mentalista español Anthony Blake se encuentra de vacaciones en Ibiza, la isla que lleva siendo su residencia habitual desde hace más de diez años. Quienes hayan tenido la oportunidad de verlo sabrán de la profesionalidad de su abundante trabajo, del que destaca su constante labor en los medios de comunicación, pero también en escenarios de teatro de todo el mundo. Llama la atención su mirada insondable y una abismal capacidad comunicativa. Inspira misterio y de hecho, ésa es su dedicación.
— Háblenos sobre su relación con la isla de Ibiza y cómo llega a parar aquí.
— Compramos casa aquí porque nos contrató el Ayuntamiento para las fiestas de la Virgen en el 2003. Teníamos una casa en Tarifa que estaba hecha un desastre y al año siguiente mi primo nos compró una casa aquí y le dije: «Tú estás loco, a ti se te ha ido la pinza, porque nosotros lo que buscábamos era tranquilidad». Entonces, llegamos a las Fiestas de la Terra y descubrí que durante el viaje me lo habían perdido todo; todo mi material, hasta el micro. Solo me quedé con el maletín de mano que me daba para unas seis horas de espectáculo, suficiente. Asimismo, aquí encontré un equipo de producción increíble que me lo solucionó todo. Me dejaron como un pincel y gracias a ello pude defender la actuación delante de 3.000 personas. Al día siguiente estuve enfadado por la mala suerte que tuve a mi llegada y no quería volver. Sin embargo, al año siguiente mi mujer me convenció para probar de nuevo y descubrí que, evidentemente, esta isla tiene muchas partes, que el barullo está concentrado exclusivamente en una zona y que el resto de la isla es absolutamente angelical, que tiene una especie de magia que o te acepta o te echa y a mí, desde el primer momento, la isla me aceptó. Yo encontré la paz aquí en el ruido de las cigarras, el silencio a mi alrededor durante la tarde, en los niños haciendo jaleo en la piscina, el vecindario de la Joya, entre Cala Llenya y Cala Nova y en el mar, por otro lado. Recuerdo cuando llegué al apartamento que el patio era un corral de comedia y cuando llegamos la gente decía: «¡Que ha venido el mago!».
— La primera década del siglo XXI ha sido la más productiva de su carrera; cuéntenos cómo ha sido su paso por la televisión y el teatro.
— Mi trabajo ha sido más bien lineal, desde mis comienzos he tenido muy buena relación con los medios y he desarrollado mi trabajo haciendo programas para TVE1 o diferentes colaboraciones. Hice las tres últimas temporadas del ‘Un, dos, tres' a principios de los 90 con Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca. Mi mujer María ha sido siempre mi representante. Entonces llegué al teatro. Mis espectáculos han ido evolucionando, claro. En un principio contacté con un director escénico para guiarme en este mundo y fue un desastre no, lo siguiente, por lo que me tuve que poner yo al frente. El primer espectáculo fue ‘Espíritu', que se estrenó en Barcelona y funcionó muy bien, pero faltaba algo, no tenía guión, estaba vacío de razonamiento. Tuvimos la suerte de funcionar muy bien por todo el país y la mala suerte de pecar en la inocencia de cuando uno se mete en teatro por primera vez. Porque en ciudades grandes hay que estrenar en momentos específicos y en esta ocasión lo hicimos para Semana Santa. Nos dimos una guantada. Asustado, dejé el teatro para centrarme en televisión. Y en un par de años el administrador de la empresa que tenemos montada me dijo: «¿A qué esperas para montar otro espectáculo para teatro?». Con la lección aprendida no podíamos caer en los mismos errores, entonces montamos ‘Lo saben todo de ti', representación que está inspirada en la consparanoia de que cada vez que sales a la calle una cámara te enfoca. De hecho, siempre recordaré el cartel publicitario que me dio la idea durante un viaje a Las Vegas que rezaba: ‘En cualquier instante en la ciudad de Las Vegas un mínimo de 715 cámaras te está enfocando. Sé elegante y viste Calvin Klein', me quedé con eso, el rastro que dejamos con la tarjeta, la facilidad para ser hackeado y perseguido. Fue grande, todo cuadró. El equipo, la época de bonanza, el decorado, carteles de todo vendido y tres años de gira, así como de grandes gastos. Tras ello, llegamos a la conclusión de que podíamos hacer algo parecido pero más reducido, como para 300 y 400 personas. Ese fue el espectáculo ‘Más cerca' y tras ello apareció ‘No vengas solo', un show dedicado al miedo.
— ¿Y en la actualidad?
— Pues para el año que viene está todo firmado ya. Estoy de vacaciones, pero en septiembre vuelvo con ‘No vengas solo' y con ‘Más allá de la imaginación', que es una alternativa, de estreno en enero y continuación de la anterior. No dejan de ofrecerme trabajo, aunque es inevitable pensar en el retiro. Por primera vez en la vida siento que en Ibiza he encontrado un sitio donde poder pensar en retirarme cuando llegue la hora. Sobre todo porque cuando uno piensa en retirarse es porque el trabajo que tienes ya lo tienes suficientemente calculado y programado. El retiro dentro de una profesión tan liberal como la mía es muy relativo, yo vivo de lo que más me gusta, es mi pasión y me divierte. Llevo 35 años sobre un escenario. He sido premiado por Psychic Entertainers Association (PEA), que es un homenaje de por vida a la excelencia y la profesionalidad en el desarrollo del mentalismo. Solo se ha reconocido con este galardón a una treintena de profesionales del mentalismo en toda la historia.
— Es un premio internacional, particularmente otorgado desde Estados Unidos. ¿Y aquí, en España?
— En España estos premios no sirven para nada y sin embargo tengo un mercado americano donde soy muy solicitado por el prestigio de haber conseguido el premio Dunninger de la PEA. De hecho, a finales de octubre voy a Estados Unidos a hacer una gira, empezando por Columbus (Ohio) para una productora de vídeos de tutoriales de magia. Después voy a Nueva York a realizar varias conferencias en la tienda de magia más antigua de la ciudad, la Tannen's Magic. De ahí cruzo a Los Ángeles, donde actuaré en Magic Castle, en Hollywood. Es un lugar muy especial y para entrar tienes que decir las palabras mágicas: ‘Open sesam!'. Será una semana muy divertida y productiva porque estás rodeado de magos, con lo cual intercambias conocimientos y siempre sigues aprendiendo.
— Además de espectáculos y conferencias ha escrito ya tres libros. ¿Qué se trae entre manos ahora y qué tema trata en su último espectáculo?
— Una vez me dije que el día que leyera un libro que no me enseñara nada, escribiría uno propio. Pues bueno, he tenido el infortunio de leer algunos que no me daban nada nuevo. He publicado ya tres libros para todo tipo de lectores, pero ahora estoy preparando uno profesional para el círculo de lo mágico. En mi último trabajo, ‘No vengas solo', me centro en la reflexión sobre el miedo a través de la magia. Pero el miedo psicológico. Las preguntas que me hago son: ¿A qué le tenemos miedo los seres humanos? Al dolor, en todos los aspectos. Miedo a hacer daño y a que te hagan daño. Y después de todo esto, ¿qué? Detrás del dolor está la muerte y tras la muerte, el misterio. En ese misterio entra el vértigo y allí es donde entramos un poco más en el miedo más psicológico. Los espectadores pueden notarlo en mis obras. Si sientes alguna presencia, si notas que te están tocando cuando no hay nadie a tu lado. Y eso la gente lo experimenta en primera persona.
— Sin duda, debe ser una persona con una gran capacidad comunicativa y de persuasión. Explíquenos cuáles son sus técnicas.
— Persuasión, coaching y comunicación verbal es una parte importante del espectáculo que hay que dominar. Yo estoy actuando y tengo a un espectador en primera fila con los brazos y las piernas cerradas y con eso me está diciendo ‘no te acerques a mí', me está apartando. A medida que veo que esa persona se suelta más, pues yo ya puedo atreverme a interactuar con ella. También utilizo la programación neurolingüística (PNL). En esta técnica psicológica de Milton Erickson, a la persona se le obliga a introducir dentro de su estructura lingüística un número de palabras para que tenga un refuerzo positivo. Sin embargo, yo uso la PNL a la inversa, porque yo utilizo esa palabra clave para llevarte a mí, inserto esa palabra en tu lenguaje para decirte por donde quiero que vayas. Ahí es donde yo soy fuerte y donde realmente manejo la situación, esa es la realidad de la historia de todo esto.
— ¿Qué opina sobre la hipnosis?
— Yo estoy donde estoy gracias a un público que me paga por hacer lo que hago. Hay personas que tienen miedo de hacer el ridículo si les saco al escenario, cosa que jamás en la vida he hecho ni haré. Yo, salvo en actuaciones muy puntuales, a los espectáculos de hipnosis los considero una falta de respeto para el público, porque están provocando la risa de los espectadores a costa del ridículo de alguien que te está pagando y por el que estás triunfando. Hacer la gallina o creer que estás abrazando a una mujer atractiva pero es un hombre barbudo es faltarle el respecto a ese espectador. Y al final es una técnica respetable que genera una mala reputación si se emplea de mala manera, la gente piensa que puede estar sometida al ridículo en mis espectáculos y eso es un error. Hay mejores formas de ganarse la vida, estos espectáculos crean una refractariedad, van cogiendo mala fama con el tiempo. La hipnosis como técnica clínica es maravillosa y yo la he utilizado hasta en mi propia familia. El primer año que llegamos aquí, mi hija tenía 8 o 9 años y se cayó en la piscina. Tuvo que recibir 14 puntos y yo la dormí gracias a este método. Cuando llegué a la clínica de San Carlos de Peralta me dijo el doctor de ponerle anestesia, entonces le dije: «No hace falta, ya viene dormida». «Pues hay que despertarla», contestó. Entonces dije: «Un momento... 1, 2 y 3, despierta». A continuación me dijo que había que volver a dormirla y lo hice. «Ya puede coserla». Y era mi propia hija. Ésa es la prueba de lo que se puede confiar en el método. La hipnosis clínica nace en el siglo XIX por necesidad de inventar una técnica para poder intervenir quirúrgicamente a pacientes sin que murieran de dolor. En el periodo de sueño las sensaciones son mínimas. Todo esto se olvida cuando nace la anestesia. En el espectáculo la hipnosis realmente es autohipnosis, el que te duermes eres tú, solo que yo te dirijo a que te duermas y mantengo abierto un canal y puedo inducirte a que hagas ciertas cosas. Sin embargo, cada persona es diferente y durante el estado hipnótico saldrán a la luz esas características. Si tú eres exhibicionista y te mando que te quites la ropa, te va a sobrar tiempo para hacerlo; si no lo eres, vas a hacerlo pero te cubrirás constantemente el cuerpo por pudor.
— Comenta haber aprendido mucho de esta profesión y no dejar de hacerlo. ¿Con qué se queda?
— Con lo bonito de la profesión, las anécdotas y todo lo que aprendes con la gente con la que trabajas. Mi mujer, María, que es mi representante, me enseñó a mirar a cámara. El truco era imaginar que el ojo de la cámara era la mujer más atractiva del mundo y yo dije entonces, ‘¡sí hombre!‘ Entonces, mi mujer en aquel momento lo que hizo fue ponerse detrás de la cámara y sonreír, así aprendí a mirar tan bien a la cámara. Con mi hijo actué la última vez. Le gusta y es bueno, pero tiene 16 años y tiene que estudiar, que es muy importante. De repente sales de tu pueblo y te encuentras un conglomerado de culturas, formas de pensar, de vivir, etc. La universidad te da un pulimento que te enseña de la vida.
— Y estudiando medicina acabó en el mundo del mentalismo.
— Sí. Estudié medicina y precisamente por esa mente analítica y científica acabé en el mundo del mentalismo. Al ser un exprimidor de todos los razonamientos y las lógicas posibles, encontré en el mentalismo la mejor manera de expresar mi vida y mis sentimientos y mi forma de entender la magia.