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Borrones y tachaduras

Sus decisiones tienen consecuencias

Imagen de archivo de un turista pagando la ecotasa en Ibiza.

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El Govern de les Illes Balears con la aquiescencia de PSIB, Més per Mallorca y Podem, se dispone a perpetrar la mayor subida de un impuesto que se recuerde en Balears. Se trata del impuesto sobre pernoctaciones turísticas, popularmente conocido como impuesto turístico o ecotasa. A partir del 1 de enero de 2018 si usted se aloja en un hotel de 3 o cuatro estrellas pagará 3 euros por noche. Aunque vaya usted a Formentera, a Mallorca o a Menorca por trabajo o por necesidad. Se incrementa la cuantía del impuesto un 100%, el doble de lo que se paga ahora. ¿Por qué razón se produce esta brutal subida que todos, no solo los turistas, pagaremos? Básicamente por la turismofobia de Podem, que ha extorsionado a sus socios con esta exigencia para dar apoyo a los presupuestos del Govern para el año próximo. No será la única extorsión, ya lo verán. Y todo ello proveniente de los embusteros que afirmaron hace dos años y dos meses que no darían su apoyo a ese impuesto si lo tenían que pagar los residentes. Pues aquí lo tienen. Por cierto, que los de Més per Menorca andan cabreados y no aseguran su apoyo al aumento de la ecotasa porque nadie les ha preguntado y, además, no están de acuerdo en que se pague lo mismo en temporada baja que en temporada alta. Pero bueno, estos también están todo el día lloriqueando y amenazando y luego se las envainan que da gusto. Ya lo verán con la convalidación del decreto ley que modifica la Ley turística.

Nadie que sepa un poco del asunto del turismo recomendaría el incremento decidido y justamente por ello el Govern no ha pedido opinión a nadie. Con el argumento de que los turistas no se han quejado a la hora de pagarla -como si quejarse sirviera de algo- y de que la creación del impuesto turístico no ha supuesto una reducción del número de visitantes ni de lo que se gastan aquí según las estadísticas -sobre eso habría mucho que hablar, pero mejor que se lo pregunten a los comerciantes de La Marina de Vila-, se anuncia que esos tres euros diarios tendrán un efecto inocuo para el turismo y permitirán recaudar 120 millones de euros el año próximo.

Imaginemos por un instante que a usted en su bar preferido le cobran el café a 1,50 euros y de golpe le dicen que se lo van a cobrar a 3,00 euros por capricho del propietario del bar, sin que los bares cercanos hagan tal cosa. Bueno, es más, los bares de la competencia cobran el café a 1 euro. ¿Tendría eso alguna consecuencia para su bar favorito? Es previsible que sí y que se redujese la clientela de forma proporcional a la subida. Aunque mucho me temo que eso es lo que persiguen PSIB, Més y Podem, porque piensan que hay demasiados turistas -recuerden la dichosa masificación- y la ecotasa tendrá un efecto disuasorio que nos librará de tantos visitantes incómodos. Pero mucho me temo que sucederá otra cosa que ya se ha empezado a notar claramente en Ibiza ante la escalada de precios: vendrán los mismos o más, pero gastarán menos o directamente no gastarán. ¿Les preguntamos a los comerciantes y restauradores de La Marina, calle de la Virgen y Mercat Vell?

Es por ello que sorprende el entusiasmo con que el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, apoya que se doble la ecotasa que todos los que pernoctemos en un establecimiento hotelero pagaremos, seamos turistas o no. A Ruiz le parece una medida ajustada a la realidad en la que vivimos. Pero más parece que a Ruiz le importan poco las consecuencias que puedan acarrear, como poco le importan las consecuencias de sus decisiones. ¿Les preguntamos a los comerciantes de La Marina?

Juanjo Ferrer, sin fuerzas

Le sucede como al equipo de gobierno de Sant Antoni, también con un alcalde socialista al frente: que sus decisiones acarrean consecuencias. En aquel caso deliberadamente adoptadas con la intención de liberar las calles de terrazas, pero que suponen un notable descenso de ventas para aquellos que las tienen en comparación con el año pasado. Juanjo Ferrer, el dimitido concejal de El Pi Eivissa, se llevó el tirón de orejas de parte de los comerciantes y restauradores, su nicho electoral, y fue incapaz de corregir una situación generada por una ordenanza municipal que su departamento redactó y que él votó. Claro que se quedó sin fuerzas, ¡cómo no! Él es en gran medida responsable del descontento de los empresarios de Sant Antoni de Portmany y cuando quiso solucionarlo fue demasiado tarde. No es Pablo Valdés alguien dispuesto a dar pasos atrás. Así que ahí tienen el resultado. El Pi tiene una difícil papeleta, porque o soluciona el desaguisado que ayudaron a causar, cosa que ahora ya no es fácil, o su electorado votará en masa al PP. Ya lo verán.

Que pasen un buen domingo.

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