El portero de un local de Sant Josep que ayer se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial negó ante el tribunal que lo juzga que diera un puñetazo al cliente que sufrió graves lesiones cerebrales, y argumentó que se limitó a impedirle el paso al local porque previamente había generado problemas en el interior.
El acusado, de 35 años empezó a ser juzgado ayer y se enfrenta a una petición fiscal de ocho años de prisión por un delito de lesiones causantes de grave enfermedad, así como a abonar a la víctima una indemnización de 396.043 euros por las lesiones, las secuelas y el perjuicio estético causados.
En la primera sesión del juicio, el acusado sostuvo ante el tribunal que «es falso» que él, que entonces boxeaba como aficionado y ahora lo hace profesionalmente, diera un puñetazo al cliente, que había sido expulsado del bar por mal comportamiento y pretendía volver a acceder enfrentándose al personal de seguridad.
Los hechos juzgados ocurrieron en torno a las 00.30 horas del 16 de septiembre de 2013 en Sant Josep. Según el escrito de acusación, el cliente, un alemán que tiene actualmente 50 años, sufrió un traumatismo craneoencefálico severo con hemorragia, fractura occipital y tromboembolismo pulmonar, lesiones por las que estuvo 100 días hospitalizado y que tardó casi año y medio en curar, aunque le han quedado secuelas severas.
Repelió un ataque
En la vista, el acusado defendió que el hombre de nacionalidad alemana había protagonizado «altercados» en el interior del local, manteniendo una «actitud agresiva» y molestando a otros clientes, por lo que fue expulsado tras intentar además agredir a uno de los responsables de la seguridad.
Durante su declaración, el acusado aseguró que la víctima mantuvo un comportamiento similar una vez fuera del establecimiento, ante la puerta principal, aunque poco después abandonó el lugar.
El joven recordó que minutos después se encontró al hombre tratando de entrar por una puerta lateral, momento en el que se desencadenaron los acontecimientos.
El acusado explicó ante la sala que cuando él y otro empleado del establecimiento estaban impidiendo que consiguiera su propósito, el cliente se le abalanzó con intención de pegarle, lo detuvo y el agresor se fue hacia atrás y golpeó con su cabeza en el suelo. «El hombre tropezó hacia atrás», insistió el acusado ante el tribunal.
Al darse cuenta de que estaba inconsciente y sangraba por la cabeza, le arrastraron «un par de metros» para sacarle de la zona de tránsito de vehículos donde se encontraba y avisaron a los servicios sanitarios, que le trasladaron de urgencia hasta un hospital.
«El hombre tropezó hacia atrás», reiteró el acusado, que hizo hincapié en que los testigos que en la instrucción afirmaron que había golpeado al hombre alemán «mienten» al decir que le dio un puñetazo seco cuando estaba indefenso por encontrarse borracho, algo que a su juicio no pudieron ver porque los hechos ocurrieron en una zona oscura del aparcamiento.
La víctima sufre síndromes psiquiátricos y trastorno moderado de personalidad, con limitación de las funciones interpersonales y sociales de la vida cotidiana, y aún tiene daños traumáticos en la cara, la boca y los dientes, así como síndromes neurológicos y motores y deterioro de las funciones cerebrales.
El juicio quedará hoy visto para sentencia.