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Circular en dirección prohibida sin nadie que regule el tráfico provoca el caos en Cala de Bou

Los obreros han colocado una valla en el acceso a las obras para evitar el paso de vehículos, excepto el de los residentes. | Daniel Espinosa

| Ibiza |

La instalación de gas natural en uno de los tramos de la calle Es Caló, en Cala de Bou, está generando «malestar» entre los vecinos y trabajadores de la zona. Y es que el trozo de carretera comprendido entre la calle Granada y la calle Jaén se encuentra completamente levantado desde el jueves con acceso restringido a todos aquellos que no sean residentes.

Esta situación ha hecho que la calle Granada, a la que no se puede acceder en coche desde la calle Es Caló al tratarse de dirección prohibida, haya dejado de tener sentido único para que los conductores circulen en ambas direcciones; lo mismo ocurre en la calle de Huelva. «Lo que pasa es que suben y bajan coches y camiones a sus anchas y a mucha velocidad», criticó Verónica Costa, vecina de Cala de Bou.

Sin embargo, el problema va más allá. «No hay ni policías ni nadie que regule la circulación y esto es un caos. Lo suyo sería que, por lo menos, hubieran puesto unos semáforos para regular el paso, pero ni eso», añadió Costa.

A la falta de seguridad se suma la falta de información por parte del Ayuntamiento de Sant Josep, sobre el acometimiento de dichas obras. «Nadie nos ha avisado de nada. Hicimos la apertura el domingo pasado y no hemos recibido ni un comunicado», criticó Jorge Chacón, jefe de cocina del restaurante El Kiosko. «Yo no digo que no se hagan las obras, pero sí que nos las comuniquen», añadió.

Todos coincidieron en que, el Consistorio o la empresa encargada de acometer las obras, deberían haber avisado con un plazo de 48 horas. «Tengo a mi padre en casa con un derrame cerebral y necesito tener el coche en la puerta de mi casa, no puedo aparcarlo lejos, pero me encontré con esto de repente», explicó Costa.

Además, la situación se complica en horas punta como, por ejemplo, a las 14.00 horas cuando los niños salen del colegio. «Entre el tren de Sant Antoni, el autobús escolar y los coches que circulan ya de por sí por la zona es una locura. Además hay curvas que por la falta de visibilidad se convierten en peligrosas», matizó Chacón.

La realidad es que hay libre albedrío para circular por la zona y los coches aparcan a ambos lados dificultando los accesos y provocando congestión en la red viaria. «La Policía Local nos ha dicho que no va a multar a nadie por circular en dirección contraria, pero sí que nos ha dicho que en caso de que tengamos algún accidente, la responsabilidad va a ser, sin duda, nuestra», destacó Costa.

Pérdidas en los negocios

La calle Es Caló se ha convertido en una calle en la que solo se pueden ver obreros y terrazas vacías; «no hay ni turistas ni residentes caminando por las aceras».

En este sentido, desde el restaurante El Kiosko señalaron que, a estas alturas, «deberíamos estar trabajando a una media de 50 o 60 comensales al mediodía y, ayer (por el jueves), tuvimos 20». Para sus trabajadores es evidente que una persona no quiera comer rodeada de «ruido y polvo».

A escasos metros, María Mera, propietaria del restaurante Tic Tac, se quejó de lo mismo. «Hemos tenido que retirar el menú del mediodía porque nos estaba suponiendo pérdidas».

El corte también afecta a los repartidores quienes se las ven y se las desean para poder maniobrar sin tener apenas espacio. «Uno acaba de tirar una verja y si le hace algo al vehículo nadie se responsabiliza», dijo un vecino. «Parece que solo trabajan ellos y los demás les damos igual», añadió un repartidor de Seur quien criticó la «falta» de señalización. «Además, no nos dejan pasar y tenemos que aparcar en la otra punta para luego cargar con el paquete hasta su destino».

A pesar de esta situación, todos coinciden en que no se trata de un hecho nuevo. «Todos los años es la misma historia. Esta calle y la avenida de Sant Agustí, que son las dos calles de entrada y salida a Sant Antoni, siempre están en obras en estas fechas», puntualizó Chacón.

Por ello, empresarios y trabajadores de la zona piden al Ayuntamiento de Sant Josep que tenga en cuenta que Cala de Bou vive del turismo. «En esta zona tenemos que intentar que los seis meses que estamos abiertos esté lo más bonita posible porque es cuando hay gente», explicaron. De hecho, matizaron que, el resto del año, apenas hay sitios abiertos porque la mayoría se dedican al turista.

En definitiva, los residentes demandan más seguridad e información por parte del Consistorio que, según explicaron, está al tanto de la situación y «han dicho que van a hacer todo lo posible para solucionarlo».

LA NOTA

Los obreros trabajarán todo el fin de semana para poder acabar el martes

El tramo de la calle Es Caló que actualmente está en obras finalizará los trabajos el martes. Así lo dijo uno de los nueve obreros implicados, quien matizó que «vamos a trabajar también sábado y domingo porque es cuando nos han autorizado». Además, la empresa que está acometiendo las obras ha puesto a un señalista en la entrada ante la falta de indicaciones por parte del Ayuntamiento. «Si no ponemos a alguien, retiran la valla y pasa todo el mundo».

Una vez finalizado este tramo, se seguirá trabajando en el siguiente, para terminar en la calle Lugo. La idea es acabar con la instalación el 1 de mayo, casi cuatro meses después del inicio de las obras al principio de la calle.

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