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Los artesanos de Portmany mantienen viva la tradición en el Molí d'en Simó

Muchos artesanos de Portmany se encuentran estos días en la feria de turismo de Utrecht, motivo por el que hubo poca presencia ayer en el Molí d’en Simó. | Arguiñe Escandón

| Ibiza |

El Molí d'en Simó acogió ayer una jornada de puertas abiertas y muestras tradicionales, a cargo de la Asociación Artesanal de Portmany. La asociación, que está formada por una veintena de artesanos, mantiene viva la antigua tradición ibicenca de elaborar artesanalmente productos tan genuinos como las espardenyes, castanyoles, tambors, flautes, cistellons, etcétera.

«Ésta es una exposición prácticamente permanente porque aquí siempre hay gente trabajando. Cada uno hace lo que se le da mejor», explicó Joan Marí, uno de los artesanos de la asociación que abrió ayer sus puertas a partir de las 16:00 horas, María Farmé, por ejemplo, se encontraba ayer haciendo un encaje de bolillos, una tradición que tiene siglos de historia. Este tejido ornamental, hecho a mano, es una técnica de encaje textil que consiste en entretejer hilos que inicialmente están enrollados en bolillos con el objetivo de manejarlos mejor.

«Pero también he hecho espardenyes, bordados para ropa tradicional payesa, gorros, la verdad es que hago de todo», dijo María, quien ya lleva 9 años elaborando artesanía ibicenca. «Empecé haciendo bolillos y aquí sigo».

Agustí Ribas, por otra parte, contó que este sábado había menos gente en el Molí d'en Simó porque muchos de los artesanos estaban en la feria internacional de Utrecht, una de las ferias de turismo y ocio más importantes de Holanda. Entre ellas, por ejemplo, su mujer, Pepita Cardona, experta en la elaboración de las espardenyes. En el caso de Agustí, siempre le ha gustado fabricar castanyoles, flautes y tambors, aunque su profesión es la de mecánico. Ahora, ya jubilado, puede dedicar todo el tiempo del mundo a esta pasión, que ya realizaban en el seno de su familia. «Yo fui el fundador del grupo folklórico de Portmany, en el que ya llevo 27 años. Mi padre ya se dedicaba a ello y le gustaba mucho», destacó Agustí. Una tradición que, gracias a estos pequeños artesanos, perdurará en el tiempo.

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