La madrugada de este domingo, 31 de marzo, a las 02.00 horas serán las 03.00 horas y dará comienzo el horario de verano, que se extenderá hasta el último fin de semana de octubre, cuando el reloj volverá al horario de invierno.
El cambio horario forma parte de la Directiva Europea 2000/84CE que afecta a todos los Estados miembro de la Unión Europea con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar por la tarde. Por tanto, el cambio es obligatorio y siempre se produce en las mismas fechas y horas en el conjunto de la UE, de modo que no existe la posibilidad de que un Estado miembro no aplique este cambio de hora. En España, esta directiva se incorporó al ordenamiento jurídico nacional mediante el Real Decreto 236/2002 de 1 de marzo.
El cambio de hora se remonta a la década de los 70, con la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz natural del sol y consumir menos electricidad en iluminación. Desde 1981 se aplica como directiva que se renovaba cada cuatro años hasta la aprobación de la Novena Directiva, del Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión, en enero de 2001, que establece el cambio con carácter indefinido.
Tradicionalmente, el último domingo de marzo es cuando se realiza el cambio de hora para adaptarse al horario de verano por lo que a las 2.00 de la madrugada, hora peninsular, se adelantan los relojes hasta las 3.00 (la 1.00 de la madrugada en Canarias pasará a ser las 2.00). El cambio se produce de nuevo el último domingo de octubre, para adaptarse al horario de invierno por lo que a las 3.00 de la madrugada los relojes se retrasan a las 2.00.
La Comisión Europea presentó una propuesta el pasado verano de 2018 para poner fin a los cambios de hora durante este año. En un principio, este 31 de marzo iba a ser el último cambio de hora que se realizaría en la Unión Europea, pero el Parlamento Europeo ha pedido retrasar hasta 2021 la eliminación de los cambios de hora propuesto por la Comisión Europea.
Los Estados miembros deben comunicar como muy tarde en abril de 2020 si se quedarán con el horario de verano o con el de invierno. Si optan por la primera opción, el último cambio de hora tendrá lugar en marzo de 2021, mientras que el reloj se cambiará por última vez en octubre de 2021 en aquellos países que decidan permanecer en el horario de invierno. Pese a la petición del Parlamento Europeo, los Veintiocho volverán a debatir sobre esta cuestión en junio.
En su último Consejo de Ministros, el Gobierno español ha decidido que España mantendrá su huso horario actual y cambio de hora estacional aunque, en este último caso, la cuestión se volverá a estudiar en 2021. DUDAS SOBRE EL AHORRO ENERGÉTICO
No obstante, Eel Ministerio para la Transición Energética ha admitido que «no existen informes actualizados ni experiencias contrastadas» que «permitan aseverar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos», más allá de las estimaciones de ahorro en iluminación de 300 millones de euros que IDAE realizó «hace algunos años».
El departamento que dirige Teresa Ribera considera que «las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, edificación y en los sistemas de climatización, han modificado significativamente los datos que originalmente se utilizaron para calcular los ahorros energéticos».
La Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo ha realizado un informe elaborado por Sven Schulze, en el que se puntualiza, según indica el Ministerio, que «si bien los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son marginales y no hay certeza de que se obtengan en todos los Estados miembros». «Frente a los que obtienen ahorros, están los países pueden ver verse afectados por un aumento el consumo de energía», apunta.
El informe también indica que puede haber ahorros de energía en iluminación, pero que no es tan obvio que ocurra lo mismo con la calefacción, que podría incluso ver incrementado su consumo. El documento apunta, tal y como señala Transición Ecológica, que los resultados son difíciles de interpretar ya que están fuertemente influenciados por factores externos como la geografía, la meteorología o el comportamiento de los usuarios.
También en España se reproduce el esquema de los Estados europeos en que la ubicación geográfica y la climatología son factores determinantes para que en unas regiones el cambio horario suponga ahorros energéticos y en otras no.