El Centro de Protección de Animales de Sa Coma es, gracias a su capacidad y extensa red de voluntarios, más que un lugar de paso para los animales que llegan al centro. Quienes colaboran contribuyen al bienestar de los animales paseándolos o mediante el desempeño de otras funciones también necesarias como el mantenimiento de las instalaciones y la difusión del proyecto. Las personas que se inscriben para pasear a los canes reciben, además, formación en materia de adiestramiento a partir de los talleres que tienen lugar cada trimestre, destinados a las personas que colaboran con el centro.
En el espacio viven 72 perros en espera de encontrar -otra- familia, aunque no todos lo tienen igual de fácil a la hora de ser dados en adopción. Mientras algunos salen apenas un par de semanas después de llegar, otros envejecen a lo largo de años en el lugar.
Como norma general, son los perros de menor tamaño son los que menos tiempo habitan Sa Coma. Es el caso de Minnie, asignada en adopción a los quince días de su ingreso. Otros de los nuevos inquilinos son las podencas de ocurrentes apodos Dina y Mita y los hermanos Uma, de pelaje marrón y Boliche, de pelo negro. Cabe destacar que en Sa Coma perciben que, curiosamente, a los perros con pelajes más oscuros los adoptan con menos frecuencia que el resto.
Perros más antiguos
En el otro lado de la balanza, los veteranos del centro. La mayoría de ellos están calificados como perros potencialmente peligrosos (ppp), factor que dificulta la predisposición de las personas a su adopción. Por ello, desde la Fundación Perros Abandonados de Ibiza decidieron incentivar su puesta en adopción, tras lo que han conseguido dar salida a siete de ellos.
Algunos de los residentes más longevos llevan detrás interesantes historias. Circulín y Collarín llevan desde el día en que nacieron. Son dos de los siete cachorros que dio a luz una madre cuyo dueño dejó en la protectora ya preñada. Por su parte, Zeus es el can con un mayor período de estancia de entre los que residen actualmente en Sa Coma. «Lleva aquí desde que entré en el Ayuntamiento la anterior legislatura», según bromea la concejala de Benestar Animal, Festes i Participació Ciutadana y profunda conocedora de Sa Coma, Montse García. Otros de los residentes con mayor antigüedad responden a los nombres de Monty o Nené.