Pierre es el hijo menor de Jacques Cousteau, el explorador francés que navegó por los océanos a bordo del Calypso y alzó la voz para denunciar el cambio climático y la contaminación. Se declara un amante de los océanos y desde esta posición hoy en día se dedica a la consejería medioambiental para los gobiernos y empresas y mantiene una asociación de buceadores con la que tiene dos grandes e importantes proyectos: crear áreas marinas protegidas y el proyecto ‘Hermes', mediante el que se mide la temperatura de los océanos, para ver el impacto del calentamiento global en los ecosistemas marinos. Su tercer proyecto son las películas y documentales, un trabajo que lo une con su padre. El pasado viernes intervino en el I Fondo Marino de Ibiza y Formentera para hablar sobre sus avances.
—¿Cómo surgió su amor por el medio marino? ¿Influyó mucho su padre?
—Tenía nueve años la primera vez que hice submarinismo y desde allí nació mi pasión por el mar. Y me duele mucho, cuando estoy sumergido, ver todo el daño que le estamos haciendo, con el plástico, las especies que están dañadas. Con mi padre pude compartir esa pasión, aunque poco tiempo. Le veía hacer lo que le gustaba y me inspiraba, pero creo que cada vez más gente tiene una relación muy especial con el mar.
—Este verano han desovado dos tortugas en las playas de Ibiza. ¿Es una buena noticia?
—Sí y no. Eso es debido a que los ecosistemas están cambiando. Las aguas del Mediterráneo, como consecuencia del calentamiento global, se tropicalizan, por eso vienen tortugas y peces del mar rojo. En julio, con Manu San Félix encontramos una tortuga con un anzuelo y la salvamos. Luego la liberamos.
—¿Cómo y por qué deberíamos proteger, desde su punto de vista, nuestros mares?
—Yo pienso que la clave está en que te apasione lo que haces, a lo que te dedicas. Después, usarlo para ayudar. Si a ti te gusta mucho el diseño, puedes usarlo como arma para hacer campañas. Si te gustan las matemáticas, puedes dedicarte a la investigación para desarrollar una nueva tecnología. Los seres humanos tenemos mucho poder y no lo aprovechamos.
La protección del medio ambiente necesita de diferentes disciplinas; es una fiesta intelectual para encontrar soluciones. Hay dos razones principales: la naturaleza juega un papel fundamental para el aire que respiramos, para la comida, para el turismo. Y la segunda es porque la vida no es eterna, la vida está aquí y no tenemos una opción B. Si mueren los animales, acabaremos muriendo nosotros también. Es una razón moral. Ninguna vida vale más que la nuestra porque nosotros dependemos de otras.
—¿Cree que hay suficiente conciencia social en esta materia?
—Por supuesto que no. Es muy difícil y, además, estamos muy mal informados por la industria.
Por ejemplo, creemos que el cambio de no usar una bolsa de plástico cuando vamos a comprar al hipermercado es una solución. Sí, claro que lo es, pero es insuficiente. Ese pequeño cambio individual es necesario pero estamos esperando cambios a niveles más grandes, más fuertes, que involucren a empresas e instituciones que tienen el dinero y el poder necesario para cambiar las cosas.
A pesar de ello, cada vez más, los jóvenes tienen más claro lo que quieren. Los jóvenes que están alzando la voz son los que tienen fuerza y ganas de cambiar lo que está pasando.
—Pero cada vez más establecimientos están tratando de reducir el consumo de plástico. ¿Es eso insuficiente?
—Por supuesto que lo es. Hay que hacer cambios individuales pero no son suficientes. Tiene que haber leyes y cambios de modelos económicos para que no haya opción de usar o no usar plásticos, sino que se destierre totalmente ese material de la composición de las cosas. Y eso lo deben hacer los gigantes, las empresas productoras y los gobiernos.
—¿Cómo afecta ese plástico que llega a los océanos a la vida marina?
—Los plásticos enteros aniquilan la vida marina por completo y de una manera horrible. Pero una vez que pasa el tiempo y el material se empieza a degradar, creando microplásticos también lo ingerimos cuando comemos algún animal marino, como un pescado.
Cada día llega al mar muchísimo plástico, los animales se lo tragan y eso se está convirtiendo en un problema grave de salud para los seres humanos. Hablamos de que destruimos un ecosistema marino y encima dañamos el terrestre.
—¿Qué opina de los barcos que fondean en las Pitiusas? ¿Cómo se podría regular?
—Eso creo que es un problema muy grave en el Mediterráneo y realmente, bajo mi punto de vista, tiene una solución muy fácil. Limitar esas embarcaciones, hacer leyes y castigar a quienes lo hagan, hacerlo duramente. Que paguen multas que de verdad les duelan al bolsillo porque ellos están haciendo daño a la vida de los demás.
—En Ibiza y Formentera hay muchas asociaciones involucradas en la protección de la posidonia. ¿Cree que si no se cuida, acabará desapareciendo?
—Si no hacemos nada por proteger el ecosisema del Mediterráneo, morirá en breves. Problemas como la sobrepesca, el desarrollo de la pesca, los plásticos, la contaminación, las anclas... Son las lacras de la sociedad actual. La posidonia produce el oxígeno que consumimos y, además, extrae el CO2 y lo absorbe, por lo que si las anclas caen encima, volvemos a liberar ese CO2, contaminando el doble. Si la posidonia llega a desaparecer, las oportunidades de las generaciones futuras se limitan, ellos ya no verán la misma vida submarina que hemos vivido nosotros.
—Expertos climáticos han advertido, recientemente, sobre el aumento del nivel del mar que crece a un ritmo brutal. ¿Es culpa de nuestros gobiernos?
—Eso es consecuencia directa de lo que hemos hablado del CO2 y también de los combustibles fósiles. La solución debe pasar por los gobiernos, que prohíban este tipo de energías y promover las energías renovables. Es más complicado que sólo pensar que se deterriten los polos. Lo que vemos en las noticias del hielo derritiéndose y animales como los osos polares muriéndose son solamente la punta del iceberg.
—¿En qué proyectos trabaja de cara al futuro?
—Con mi red de buceadores estamos desarollando el proyecto ‘Hermes', es opensource en la que los buceadores pueden controlar la temperatura del aguan para ayudar a comprenderla. Es uno de los parámetros más básicos que nos ayudarán a saber cómo sus cambios afectan la vida en el mar, la agricultura, las poblaciones de peces y aves.