Un total de 2.000 pasajeros desembarcaron ayer a las 12.00 horas en el puerto de es Botafoc, procedentes del crucero Marella Discovery 2, de la compañía TUI. Su escala estaba prevista en Barcelona pero tuvo que ser desviado a Ibiza por los problemas que está habiendo en la ciudad condal debido a la sentencia del procés.
En su mayoría de origen británico y escocés, los cruceristas disfrutaron de la mañana visitando la zona de la Marina y el casco antiguo de la ciudad, Dalt Vila; también contaron con dos excursiones organizadas, una en Santa Eulária y otra en Platja d'en Bossa. En total, 12 autobuses les esperaban a su llegada al puerto.
Alegría por el cambio
El barco llegó a puerto de Barcelona pero, una vez allí, no les «dejaron desembarcar», según explicó Anne, pasajera de origen escocés, que señaló «alegrarse del cambio» cuando les informaron de que viajarían a Ibiza en su lugar porque «no me sentía muy segura en un sitio donde había oído que estaba habiendo problemas».
Así mismo, Amanda y su pareja Jheisen, señalaron que tras informarles de no poder desembarcar en Barcelona «por un tema político», estaban «felices» porque consideraban «realmente una suerte haber venido a Ibiza aunque no estaba en nuestros planes», concluyó Amanda.
La escocesa Marrie, que ya «había estado en Barcelona en otra ocasión», apunto que aunque fue una decisión en la que «no hemos podido tomar partido», estoy encantada porque nunca había estado en Ibiza».
Por su parte, los comerciantes no estaban tan contentos de la llegada de cruceristas ya que no «son una clientela fuerte y sólo rellena la ciudad dejando basura a su paso», indicó Frima, propietaria de la tienda Club ABC.
Carolina encargada de la boutique Religión, opinó que «aunque no es gente que compra en tiendas de alto standing porque tienen un presupuesto limitado, siempre alguna cosa se les vende y está bien que haya gente siempre».
Sin embargo, los hosteleros ven un aportación para la venta «en estas fechas de cara al invierno», que «no se dispersan tanto como en verano, ni se van a la playa, y consumen más en los restaurantes», según explicó Joan Riera, propietario del restaurante Ca n'Alfredo.