Alejandra Ferrer (Alemania, 1977) siempre vivió la política, dice, «desde el otro lado» y por eso no sabe bien cómo ha acabado ejerciéndola. Su padre, Bartolo Ferrer, fue secretario general del PSOE de Formentera, alcalde del mismo municipio y diputado autonómico. Pese a que asegura que vivió momentos duros, su involucración en el asociacionismo de la menor de las Pitiusas y su experiencia en el mundo empresarial en hostelería decantaron su trayectoria. Tras un tiempo inmersa en la promoción turística de Formentera, aún fuera de la política, la propuesta de Gent per Formentera le pareció «interesante» y no dudó en dar un paso al frente. Durante dos legislaturas fue consellera y en esta ha dado el paso al frente de ser la primera mujer presidenta del Consell Insular, cargo que compartirá, a finales de legislatura, con la socialista Ana Juan.
—Estas fechas se cumplen sus primeros seis meses como presidenta del Consell. ¿Alguna sorpresa en el cargo?
—Cambia la manera de trabajar, que es más representativa. También hemos tenido que cambiar al pasar de una mayoría absoluta a trabajar, de igual a igual, con otro partido. Esto implica mucho más diálogo, consenso y trabajo a través de reuniones, tanto como equipo de gobierno como manteniendo reuniones con todos los consellers. Tengo la suerte de que en las últimas legislaturas he llevado áreas muy diversas, con lo cual tengo un conocimiento general del funcionamiento de la casa.
—¿Cuál es la principal diferencia entre PSOE y Gent per Formentera dentro del equipo de gobierno?
—Como nos basamos en unos ejes programáticos que pactamos, creo que ninguna en especial. Sí es cierto al tratar temas donde el Govern balear también tiene decisión, para Gent per Formentera en solitario era más fácil tomar una decisión de lo que pueda serlo para el PSOE, que debe hablar con los suyos, luego con nosotros y consensuar. Ya veremos de cara al futuro, pero por ahora no nos hemos encontrado ninguna cuestión donde hubiese una separación absoluta, que seguramente sí aparecerá algún día y habrá que consensuar.
—Fruto de este acuerdo su mandato será más corto. ¿Vive con cierta sensación de interinidad?
—No, porque luego seguiré como consellera, llevando la parte de Ordenación y Promoción Turística y también la Vicepresidencia. Presidencia y Vicepresidencia intentamos trabajar de manera bastante conjunta, de manera que cuando suceda el cambio no suponga un corte muy grande. Y yo espero que cuando haya ese cambio a mí se me trate igual y podamos seguir trabajando como equipo, como estamos haciendo ahora.
—Por las particularidades de Formentera, usted ostenta el cargo de presidenta y de alcaldesa. ¿Se considera más presidenta que alcaldesa o más alcaldesa que presidenta?
—Ambas cosas. Presidenta, porque creo que define la autonomía y ha sido un paso muy importante para Formentera a la hora de decidir y por la cantidad de competencias que hemos adquirido. Aunque en un sitio tan pequeño y siendo también ayuntamiento la palabra alcaldesa te hace estar más cercana a los conciudadanos.
—¿La asunción de competencias por parte del Consell ha llegado a su techo?
—Siempre hay temas por negociar y dentro de la comisión mixta de competencias siempre se van remodelando, pero creo que ahora estamos bastante estables. En los presupuestos hay un aumento de personal considerable, damos muchos servicios desde el Consell y el Ayuntamiento y ahora debemos centrarnos, no solo en seguir asumiendo competencias, sino también en reforzar el servicio al ciudadano.
—¿Cuáles son los principales problemas que sufre Formentera actualmente?
—La alta estacionalidad, que además creo que engloba gran parte del resto de problemas. La posibilidad de morir de éxito si no encontramos el equilibrio entre las necesidades del sector turístico y la calidad de vida del residente. También la lucha por tener una igualdad de condiciones, en cuanto a dotación de servicios, por ejemplo. Hemos mejorado muchísimo, ya que venimos de unos años en los que habíamos tenido una falta absoluta de infraestructuras. Hablamos de que hace diez años no teníamos hospital, que marcó un antes y un después. Es cierto que, por tamaño y por ratios, también entendemos que todo no se puede tener en esta isla. Sin olvidarnos de la necesidad de que el transporte marítimo, que es nuestro único mecanismo de entrada y salida, esté realmente blindado. El año 2010 se aprobó una ley que define unos horarios obligatorios, pero que hasta día de hoy no se han producido.
—¿Cómo es posible que siendo el transporte marítimo uno de los servicios esenciales de Formentera desde el Govern se haya permitido que se incumpla la ley durante una década?
—Durante esta década ha habido muchísimos cambios normativos y a día de hoy nos encontramos con que la propia ley puede que haya quedado anticuada. Pese a todo, yo quiero ser optimista, porque estoy viendo pasos en positivo. Lo más importante de este decreto es conseguir estos derechos de movilidad a primera y última hora y conseguir blindar los horarios. Además, hoy en día tenemos que empezar a hablar de las frecuencias máximas también. No se trata de limitar las frecuencias para que no puedan venir personas a Formentera, sino de limitar las frecuencias para que sea un servicio sostenible, ya que actualmente estamos haciendo un mal uso de los recursos. No nos podemos permitir que en determinadas horas haya varios barcos medio vacíos y luego haya horas sin barcos. No es sostenible.
—Y dentro de diez años, ¿cómo se imagina la isla?
—A mí me gustaría que siguiera siendo como es y haber conseguido trasladar la presión de temporada alta a las puntas, no solo por la saturación, sino por la calidad de vida social. Sinceramente, espero que consigamos el objetivo de ser sostenibles y eso pasa por crecer sin seguir agotando recursos. Hemos dado pasos importantes ya, con la limitación de entrada de vehículos o el establecimiento de un techo de plazas, pero la ocupación se debe a muchos factores. El más importante es el estado de nuestros mayores competidores y la conectividad. Ibiza y Formentera tienen un problema de conectividad importante los meses de fuera de temporada. Fuera de temporada estoy segura de que tenemos producto. El problema es si la gente que nos visita en mayo y octubre espera encontrar lo que hay aquí en agosto, por lo que hay que explicarle lo que se puede encontrar.
—La sostenibilidad engloba muchos factores, entre ellos el energético. ¿Qué camino debe tomar la isla en este sentido? ¿Tienen cabida más parques solares?
—Formentera hace muchos años que está trabajando en la transición energética. Creo que se han dado muchos pasos y es el momento de dar un paso más. El tercer cable, por ejemplo, es inminente y nos permitirá consumir energía verde producida en otros sitios. El plan de calidad de las estancias turísticas también establece que se deberá producir el 20% de la energía a través del autoconsumo. Además, hemos trabajado para que haya placas solares en los diferentes edificios. Ahora, nuestra normativa urbanística prevé que hay que hacer un plan especial energético. El paso que nos falta es tener toda la información y elaborar este plan, donde tiene que haber una gran participación ciudadana. Antes de crear unos precedentes debemos tener toda la información y definirnos como isla de qué queremos y hasta dónde queremos llegar. Creo que todos estamos a favor de la instalación de energías renovables, pero somos conscientes también que en un territorio tan pequeño se debe hacer de manera ordenada y tomando todas las medidas necesarias.
—En cuanto a la sostenibilidad medioambiental, esta no se puede entender sin la protección de la posidonia. ¿Echa en falta más medidas, más allá de las que se han tomado hasta ahora?
—Se han dado pasos importantes, sobre todo en cuanto a establecer una normativa y mejorar los controles, después de momentos en los que apenas disponíamos de ellos. Todo es mejorable y también hay una gran parte del trabajo en la concienciación. Muchas veces es por falta de información, pero lo cierto es que toda esta zona tiene una cabida máxima y todavía no se está atacando como se debería. En temporada diariamente pasan 170 frecuencias de línea regular por el parque natural y 2.000 embarcaciones de recreo cruzan Es Freus. Luego fondean en las costas sobre o al lado de posidonia, con toda la actividad y presión humana que eso conlleva. Nosotros seguiremos insistiendo en la propuesta que hicimos al Govern balear, en la que se establecía una cabida del fondeo regulado alrededor de toda Formentera.
—¿Qué acciones o limitaciones conllevaría esta regulación del fondeo en toda la costa de Formentera?
—Este proyecto simplemente establece la carga que puede soportar según qué zona en base al borneo y los lugares que se encuentra la posidonia. Además, asegura que el fondeo sea sobre arena e intenta hacerlo viable a través, por ejemplo, del vaciado de sentinas o de otro tipo de servicios a las embarcaciones. Para gestionar todo esto también contempla cobrar por el fondeo.
—¿Por qué no se lleva a cabo?
—Yo creo que hay intereses muy grandes en este asunto. Es un tema complicado, porque hay varias administraciones implicadas competentes y muchos intereses.
—Entonces, ¿si fuese únicamente competencia del Consell Insular ya se habría implantado una tasa para el fondeo?
—Sí. Si fuese competencia nuestra ya existiría, porque consideramos que es un tema esencial para la preservación de nuestro entorno. En muchos otros sitios está funcionando y no tiene por qué suponer un problema en Formentera. Estructuralmente, en puntos concretos y en horarios concretos sobran barcas. Y creo que el paso entre Ibiza y Formentera es uno de ellos. De lo que se trata es de hacer viable un proyecto donde podamos controlar, podamos informar y podamos dar un buen servicio.
—¿Se verá realidad esta legislatura?
—Espero que sí.