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Las señales confusas y el invierno sentencian el comercio de la Marina

Poca gente transita por las calles del barrio marinero de Ibiza durante los días de Navidad. | Toni Planells

| Eivissa |

‘¿Te gusta conducir?' preguntaba una conocida marca de coches al acabar sus anuncios televisivos. La respuesta a este interrogante parece ser sí y si pudiera ser por los comerciantes de la Marina, más. «El coche no es que sea determinante; lo que es determinante es que no haya barreras. Si yo voy con un grupo amigos a cenar y pensamos a qué restaurante ir, por ejemplo en Platja d'en Bossa, iremos allí a buscar un restaurante y si no encontramos aparcamiento, buscaremos lo más cerca posible, pero aquí ya no se deja», comentó Joaquín Manuel Senén, vicepresidente de la Federación de Comerciantes de la Marina-Puerto de Ibiza, mientras señalaba la barrera que corta el acceso a la calle Lluís Tur i Palau.

Y es que éste, junto con el Área de Circulación Restringida (Acire), son los principales caballos de batalla de los comerciantes de esta zona del barrio marinero de Vila. «Es una barrera, pero es una frontera que la gente ya dice: ‘¡Ostras! Allí no, que no se puede aparcar o entrar'», añadió.
Cabe recordar que el Ayuntamiento de Eivissa dejó sin efecto la zona Acire (restricción de acceso de vehículos) desde noviembre hasta el 30 de abril, por lo que el acceso a la zona es libre (no es necesario ser vecino) y únicamente se debe pagar la zona azul correspondiente en cada momento, como en cualquier otro punto de la ciudad. Los comerciantes exigen la retirada u ocultación de la señalización de la zona Acire ya que genera confusión. «Hace dos días se ha colocado la señal que pone ‘la Marina paso libre', que se puso después de hacer las quejas», recalcó Senén. «Se ha puesto la señal de acceso libre, pero si vienes, ves las luces en ámbar, las flechitas, la señal de la zona Acire ¿quién entra por aquí? Así lo que piensas es: ‘Aquí si entro me van a meter un puro'. Entonces, lo que exigimos es que abran estas barreras, aunque estuviera controlada con zona azul, pero que estuviera abierta para que la gente entrara por este barrio. Eso daría más oxígeno a toda la Marina. Esto es lo que pedimos para invierno, nada más. En verano es otro rol», comentó Senén.

Una Navidad al 50%
Cuando uno pasea por las calles de la Marina puede llegar a entender las peticiones de Senén. Tiendas cerradas, calles desangeladas y pocos son los viandantes, en comparación con los que deben discurrir por el mismo lugar en verano. María Jesús es dependienta en una tienda de recuerdos del barrio. «Llevo aquí trabajando 40 años; empecé desde los 13 años y sé que esto cada vez va a peor. Cerraron el puerto, quitaron el atraque de los barcos de aquí, cerraron Vara de Rey, es que hasta las casetas de Navidad se están quejando de que no viene la gente, ni hay gente. No hay nada», comentó la tendera. Preguntada por el balance de su comercio durante estas fechas, María Jesús es rotunda: «La campaña nos está yendo muy mal». La trabajadora calcula que su tienda ha tenido una bajada de ventas de «más del 50 por ciento» y lo achaca a que los alquileres, tanto turísticos como de vivienda, se han encarecido, por lo que «la gente se tiene que ir de la ciudad» y eso «es una rueda» que afecta a la economía, ya que según señaló hace unos años «venían más turistas». «La isla se está viniendo abajo. Esto lo han puesto en plan VIP y los VIP a nosotros no nos vienen bien, aquí queremos otra clase de turista. Además, nos han jorobado la primera tanda del Imserso. No sé si en febrero vendrán porque retrasaron la adjudicación de plazas y no pudieron venir. Todo se ha ralentizado», indicó la tendera.

Otro de los afectados por la falta de actividad en esta época del año es Luis Cardona, que regenta una joyería en la plaza de la Constitució. El joyero comenta, con resignación, que la campaña de Navidad les «está yendo fatal porque no viene nadie a la parte antigua». «La gente se ha acostumbrado a no venir por una cuestión de accesibilidad; aquí el daño ya está hecho. Aunque ahora se haya abierto el paso, es muy difícil acostumbrar a la gente a que vaya a un sitio pero si se desacostumbra por un problema de prohibiciones, multas y que no se pueda aparcar, ya se habitúa a ir a otro lado y para recuperar esto ya es muy difícil», incidió. Cardona recalcó que en verano «todavía hay gente» pero en invierno «no viene nadie, por eso cierran los comerciantes porque no hay gente y estar por estar, como que no». El orfebre calcula que durante estas fechas su volumen de negocio ha podido bajar a la mitad, ya que ha abierto durante el periodo navideño hasta después de Reyes. «El invierno en esta zona está sentenciado», apostilló. «Nos dicen que el Ayuntamiento está haciendo un modelo de ciudad que costará que la gente se adapte, pero claro mientras se adaptan o no, el comerciante no puede perder dinero», concluyó Senén.

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