Un botellín de cerveza en Kenia cuesta casi tanto como un mes de comedor escolar para un alumno. Unos cuatro euros la cerveza y en torno a seis euros el comedor. Sorprende. O al menos le sorprendió a Noemí Martínez, periodista burgalesa residente en Ibiza que actualmente está haciendo un voluntariado en el país africano.
Colgó la imagen de la cerveza que se estaba tomando con un comentario en la red social Instagram: «Esta cerveza cuesta lo mismo que un mes de comedor de los niños de mi cole». Una reflexión. Sin más. Lo que no imaginó fue que su publicación no solo haría pensar, sino que también llevaría a actuar.
«¿Cómo puedo pagar una ronda (colaborar con el comedor)?», le escribió un amigo. Noemí ya había colaborado directamente, así que le propuso hacer llegar su transferencia al colegio. Pasó una noche, llegó la mañana y se encontró que había recibido varios mensajes similares de amigos suyos que habían visto la publicación. Decidió publicarlos, sorprendida por el gesto de generosidad.
Pero la cosa no quedó ahí. Llegó un aluvión de mensajes ofreciendo lo mismo. Lo que había comenzado como el gesto solidario de un amigo se convirtió en campaña. Como un crowdfunding espontáneo para este colegio.
Primero fueron 200 euros que Noemí agradeció «alucinada» por la generosidad de sus amigos. Llegó a los 700 el primer día. Cuatro días después había recaudado 2.800 euros.
Los fondos finalmente irán destinados a uniformes para los alumnos, material informático para la escuela y todo lo necesario para hacer un huerto escolar cuyos cultivos se usarán en el menú del centro, que actualmente consiste en arroz y frijoles.
Además, la UD Ibiza participará en esta acción solidaria enviando equipación infantil del equipo.
«Tengo que decir que estoy muy agradecida con la solidaridad de todos mis amigos, ha colaborado mucha gente de Villarcayo (su ciudad natal), Medina de Pomar, gente de mi colegio de Burgos, de Bilbao y de Ibiza. [...] Espero que a la gente le llegue un poco de esto, se decidan a hacer algo parecido y tengan la suerte que he tenido yo con mis amigos», deseó.
Noemí participa junto a Víctor Guerrero, que le ha ayudado en el proyecto, en un voluntariado de 2 semanas en Kikuyu, una localidad cercana a Nairobi. Allí dedican las mañanas a ayudar en el centro educativo Kanjeru Primary School y por las tardes colaboran en un orfanato cercano.
«Vine sin expectativas porque nunca había hecho un voluntariado pero no me esperaba esto para nada. Es la mejor experiencia de mi vida. Le recomiendo a todo el mundo que la haga al menos una vez» alienta a cualquier viajero solidario.