Emma Navarro (Alicante, 1973), vive en Luxemburgo, donde tiene su sede el Banco Europeo de Inversiones. Actualmente está en España, en Benidorm, donde vive su familia y donde está pasando el confinamiento mientras teletrabaja, dado que el BEI está operando con teletrabajo desde el 13 de marzo. Es Técnico Comercial y Economista del Estado. Es vicepresidenta del BEI desde junio de 2018. No está afiliada a ningún partido político. Y no es política, a pesar de haber ostentado cargos políticos. Sustituye de hecho a Magdalena Alvarez tras su condena por su implicación en el saqueo de Andalucía a través de los ERE, y eso se nota al huir del enfrentamiento y evitar mojarse en cuestiones polémicas, como si España va a necesitar un rescate o recortar pensiones. Utiliza el eufemismo reformas para anunciar recortes en España para reducir deuda pública. Con anterioridad, fue secretaria general del Tesoro y Política Financiera, presidente del ICO, directora del gabinete del Ministro de Economía, asesora en el Directorio Ejecutivo del FMI, además de otros puestos, que no caben en estas dos páginas. Su responsabilidad en el BEI incluye la acción por el clima en un momento en el que el Banco está reforzando su ambición climática para reconsolidar su papel como Banco Europeo del Clima. Su responsabilidad también incluye la financiación del BEI a España (uno de los países más importantes para la actividad del Banco) Portugal, Latinoamérica, Marruecos y Túnez. Cree que «el dinero público es de todos, y debe de gestionarse con total responsabilidad y máxima transparencia». Realizamos esta entrevista a través de un cuestionario que responde en fin de semana.
—¿Qué está haciendo el BEI, el ICO de la Unión Europea, para afrontar la crisis del coronavirus? En algunos sitios leo 200.000 millones de euros, en otros 40.000 ampliados a 65.000.
—Estas cifras corresponden a distintas iniciativas que estamos poniendo en marcha en respuesta al coronavirus. El primer paso fue un paquete financiero aprobado a mediados de marzo con el que buscamos atender las necesidades más urgentes de las pymes, colaborando con distintos intermediarios financieros para movilizar hasta unos 40.000 millones de euros. Junto a ello, estamos priorizando las inversiones sanitarias y proyectos de investigación ligados a la búsqueda de tratamientos y vacuna, para lo que hemos puesto a disposición inmediata unos 5.000 millones de euros. También hemos flexibilizado el tipo de proyectos que financiamos. Así, aunque el BEI es un financiador a largo plazo de proyectos de inversión, en nuestra respuesta a esta situación tan excepcional, vamos a atender también las necesidades de circulante de las pymes europeas y otro tipo de gastos necesarios en esta crisis. Por otro lado, fuera de Europa, hemos destinado otros 5.000 millones de euros para apoyar proyectos para hacer frente al covid-19 en los países socios, especialmente en aquellos en desarrollo. Somos conscientes de que la pandemia requiere más esfuerzos. Por ello, hemos planteado a los Estados miembros la creación de un Fondo de garantías paneuropeo de 25.000 millones de euros, lo que nos permitirá incrementar nuestra capacidad de reacción y movilizar hasta unos 200.000 millones de euros. Este Fondo cuenta con el respaldo político de los ministros de finanzas de la Unión Europea y en este momento trabajamos con los estados miembros en su diseño.
—¿Las pymes son su prioridad?
—Estamos prestando especial atención a las pymes porque son la columna vertebral de la economía europea, además del segmento más vulnerable en esta crisis, al estar en general menos preparadas para hacer frente a disrupciones tan excepcionales. Trabajamos con distintos intermediarios financieros (bancos comerciales) que operan sobre el terreno en cada país.
—¿España va a necesitar ser rescatada para poder acceder a una financiación que se antoja histórica?
—Las necesidades de financiación van a ser, sin dudas, muy importantes, como se ha visto en las previsiones del Gobierno español y en las de otros organismos. Sin embargo, la contundente respuesta del BCE está siendo un apoyo determinante para los mercados de deuda pública en la zona euro. A través de sus distintos programas de compras de activos públicos y privados, el BCE va a comprar este año más de 1 billón de euros en bonos en la zona euro. Y de estos, se estima que en España podría comprar unos 120.000 millones. Por otro lado, en Europa se están poniendo en marcha una serie de mecanismos de crédito para ayudar a los Estados miembros a hacer frente a las necesidades de financiación extraordinarias, como el Fondo de garantías paneuropeo del BEI, las nuevas líneas de crédito del MEDE o el instrumento de apoyo a los mecanismos de empleo temporal, el llamado SURE. El Gobierno ha explicado recientemente que, una vez se pongan en marcha estos nuevos mecanismos, analizaría si son alternativas de financiación interesantes. Por otro lado, en este momento también se está analizando a nivel europeo la creación de un fondo de recuperación, para apoyar a los Estados miembros con financiación en la fase de recuperación.
—¿Habrá que recortar en pensiones y sueldos de los funcionarios públicos?
—En todos los países, la pandemia está teniendo un impacto significativo en las cuentas públicas, tanto por la propia crisis generada por la hibernación de la economía como por las medidas para responder a la pandemia y mitigar sus efectos económicos. Los países cuyos niveles de deuda sean elevados, como es el caso de España, tendrán que reducir la deuda pública. Para ello, tendrán que adaptar sus presupuestos al nuevo contexto económico e introducir reformas para aumentar el crecimiento potencial. Nosotros desde el BEI haremos todo lo posible para apoyar a las economías europeas contribuyendo a financiar inversiones clave. Así lo hicimos en la anterior crisis financiera, cuando el BEI aumentó su actividad en un momento crítico, cumpliendo un importante papel anti-cíclico.
—¿Hacia dónde se han de dirigir las inversiones en estos momentos? ¿El BEI mantiene su apuesta por las energías renovables?
—Sí, aunque es lógico que ahora el BEI esté centrado en apoyar los esfuerzos para mitigar la crisis, ya que somos parte de la respuesta europea. Pero estos esfuerzos no son incompatibles con nuestra ambición climática. Estamos comprometidos a apoyar una transición justa hacia una economía baja en carbono. Ya son muchas las voces en Europa que defienden la necesidad de que la recuperación económica tras la crisis sea una recuperación “verde”. La Comisión ha dejado claro que el Pacto Verde Europeo sigue adelante, y como responsable de la acción climática del banco, le puedo asegurar que el compromiso del BEI para ser un instrumento clave para implementar dicho plan es firme.
—El turismo será uno de los sectores más afectados, por no decir el más afectado. ¿Merece un tratamiento especial por parte de Europa dada la importancia que tiene en el conjunto del país, y especialmente en regiones como Ibiza y Benidorm de donde procede usted?
—Efectivamente, el sector turístico deberá tener un apoyo especial porque es uno de los sectores que ha recibido el impacto más grave, y seguramente más duradero, de la pandemia. Además, es un sector donde tienen gran peso las pymes, que son más vulnerables en esta situación tan extraordinaria que vivimos. A ello se añade que es un sector clave para la economía y el empleo, tanto en Europa, como especialmente en España. Por eso, tanto a nivel nacional como europeo, debemos ser especialmente sensibles con este sector y hacer un esfuerzo para que su recuperación sea rápida. De hecho, una serie de países, incluyendo España, están pidiendo ya un plan europeo de recuperación para el sector. Creo que la Comisión Europea es sensible a estas preocupaciones. El propio Comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, ha señalado que el turismo será prioritario en el fondo de recuperación europea.
—Leo constantemente la referencia al plan Marshall. Ahora es obvio que Europa no necesita reconstruirse sino mantener la economía. ¿Hacia dónde deberían enfocarse las políticas de estímulo público?
—La referencia al plan Marshall debe entenderse por la necesidad de movilizar un enorme paquete financiero para apoyar la recuperación de Europa, pero también porque el plan se apoyó en la solidaridad y favoreció la integración de las economías europeas. Estos aspectos van a ser fundamentales también ahora. En algunos sectores, es posible que pase un tiempo hasta que la actividad económica se normalice por completo. Por ello, va a ser importante continuar con distintas medidas de estímulo de la demanda agregada para apoyar la actividad y la creación de empleo. También serán muy importantes las medidas para mejorar la productividad y la competitividad de nuestras economías, en definitiva, para fortalecer la capacidad de crecimiento a largo plazo. Para ello, serán fundamentales las inversiones en innovación o digitalización, así como reformas para asegurar la eficiencia de nuestro sistema productivo.
—¿Crecimiento en V, W o L?
—Es difícil saber qué tipo de recuperación tendremos, tanto por la elevada incertidumbre existente como la naturaleza tan excepcional del shock económico. La duración de la crisis y su intensidad dependerán de la duración de las medidas de confinamiento y la velocidad a la que se normalice la actividad económica, y para ello son fundamentales las medidas que se están implementando en los distintos países para mantener vivo el tejido productivo y empresarial. Por otro lado, las previsiones de los principales organismos, como el FMI el BCE o el propio Gobierno español, apuntan a que la recuperación será gradual y que se tardará más de un ejercicio en recuperar los niveles de renta, de empleo o de deuda pública que existían antes de la crisis.
—El presidente del Consell d'Eivissa, Vicent Marí, está tratando de impulsar el sector de la construcción, ya que es el único que puede garantizar cierto dinamismo de la economía de la isla. ¿Le parece acertada la política de fomentar la inversión pública y la privada en este sentido?
—La construcción es un sector importante en la economía española y en el empleo y ya ha empezado su reactivación tras el parón que vivió por las medidas para contener el coronavirus. Por tanto, puede contribuir en esta fase de recuperación. Por otro lado, hay inversiones que van a ser clave para cumplir con los objetivos europeos de neutralidad climática, como la mejora de la eficiencia energética de los edificios, algo que también puede contribuir a la competitividad del sector turístico una vez se vuelva a la normalidad.
—Entrevisté a Abel Matutes hace algunas semanas y definió la historia de la Unión Europa a través de la comparación entre las hormigas y las cigarras, entre las que estaría España. ¿Habrá mutualización de la deuda en forma de coronabonus u otros instrumentos?
—No creo que caer en estereotipos sea útil. Lo que está claro es que Europa necesita una respuesta conjunta contundente. No es sólo por solidaridad, es una necesidad económica, porque las economías europeas están fuertemente interconectadas. Además, las respuestas unilaterales pueden terminar ocasionando una fuerte fragmentación en el mercado interior, y reducir sus beneficios. Por eso, es importante contar con instrumentos fiscales conjuntos que permitan responder de forma conjunta y solidaria a la crisis, compartiendo riesgos. Creo que las últimas decisiones que han adoptado los Ministros de Finanzas y el Consejo Europeo suponen un compromiso político importante que va en la dirección adecuada. Me refiero al SURE, al Fondo de garantías paneuropeo del BEI o los nuevos instrumentos de financiación del MEDE, al igual que los debates que se han iniciado sobre el fondo de recuperación o el nuevo marco financiero plurianual. Son elementos de una respuesta fiscal conjunta que complementarán la potente acción del BCE en la zona euro. En cuanto a las emisiones conjuntas de deuda, o los llamados coronabonos, es un instrumento que está debatiéndose en este momento pero que suscita enorme rechazo de algunos países. Ya ha habido fuertes divergencias en el pasado en los debates sobre la necesidad de avanzar hacia una mayor unión fiscal en la eurozona, con emisiones conjuntas de deuda.
—Luis de Guindos ha defendido una renta de emergencia. Usted comparte este planteamiento.
—Creo que lo que es importante en este momento son los instrumentos temporales de apoyo de rentas a aquellos segmentos vulnerables, que han perdido sus ingresos por la incapacidad de trabajar por las medidas de congelación económica y que podrían caer en situación de pobreza. Este tipo de rentas mínimas o ayudas de emergencia se están implementando de una u otra forma en distintos países. Esto es algo distinto a la renta básica universal de carácter permanente.
—¿El sistema financiero está preparado para atender la crisis?
—El sistema financiero va a ser clave para la recuperación económica, ya que actúa como intermediario para implementar las medidas que se están poniendo en marcha, a nivel nacional y europeo. Afortunadamente, en Europa la banca afronta esta crisis en mejores condiciones que en 2008, con balances más saneados, con más capital y liquidez. Las reformas estructurales que se realizaron han permitido reforzar la posición de los bancos para hacer frente a esta situación. Aun así, es evidente que la crisis actual supone un gran desafío y que la banca no va a permanecer inmune. Por ejemplo, su rentabilidad, que ya era un reto para el sector en Europa, se puede ver afectada.