«El barrio está muy mal. Llevamos tres años en caída y, ahora, con la COVID-19 se ha agravado más. Quizás sea la estocada definitiva a La Marina». Son palabras de Ángel Álvarez, uno de los comerciantes que llevan más tiempo en el barrio.
Este ibicenco que regenta desde hace 18 años la tienda de productos de piel que lleva su nombre lamentó que muchos de los locales vecinos tengan carteles de «se alquila» y «se traspasa». «La ausencia de ingresos ha obligado a cerrar a mucha gente por no poder pagar sus alquileres. Todo depende de la buena fe del propietario», señaló.
En la misma línea, reconoció que abrió para «intentar recuperar la normalidad», pero que apenas hay clientes. Álvarez cargó contra la clase política y su «falta de apoyo». «En los últimos años hemos visto como las restricciones han ido acabando con el barrio. Ya no es una zona atractiva. Todo empezó con la peatonalización de Vara de Rey y desde ahí cuesta abajo. Me parece muy bien que se peatonalice, pero deberían haber hecho antes un parking para mantener la afluencia de público», aseguró.
La visión de Ilaria, de la Bodeguita, no cambia demasiado. «Estamos abiertos desde el 15 de mayo y todo vacío. No hay turistas y los ibicencos no vienen al barrio, no se puede aparcar». Su única esperanza es que se vuelva a la normalidad y vuelvan los turistas para «salvar un poco la situación».
«Está siendo un desastre. No hay gente», resumía Abraham, otra de las personas que regenta un negocio de La Marina. «Aquí vivimos del turismo y tenemos esperanza de que empiece a venir la gente», señaló.
Reunión
Para buscar una solución a todo esto, los Comerciantes de la Marina-Puerto mantuvieron el miércoles con la conselleria de Movilidad del Consell d'Eivissa un encuentro. «Ha sido una más de las muchas reuniones que hemos tenido en los últimos tiempos para intentar salvar el barrio». Así la definió el vicepresidente de la asociación Joaquín Manuel Senén.
Senén explicó que trasladaron su preocupación al Consell por los difíciles momentos que viven y porque el Ayuntamiento de Vila no les hace caso. «Estamos impotentes porque pedimos soluciones y solo nos ponen más piedras en el camino. Cerrar el centro los fines de semana... cada vez estamos peor. El Ayuntamiento de Vila toma decisiones sin hablar con los afectados. Será muy bonito para andar en bici, pero a los negocios de la zona nos mata», lamentó.
Por su parte, desde el Consell, el conseller de Movilidad Javier Torres recordó que las competencias para actuar en el barrio son cosa del Ayuntamiento, pero se mostró dispuesto a «ayudar en todo lo posible».
Transporte público
Uno de los principales aspectos tratados en la reunión fue el del transporte público. Los comerciantes solicitan que las líneas 45 y 50 que conectan con los parkings disuasorios lleguen al barrio durante todo el día. También piden que la Autoridad Portuaria permita el acceso de algunos autobuses discrecionales de excursiones hasta la parada que hay al final del puerto.
El Consell recogió estas propuestas que también comparten. Torres confesó que Vila también les había pedido este aumento de frecuencia en las líneas de autobuses y que incluso se ofreció para colaborar de manera económica ya que son trayectos deficitarios. El conseller remarcó que actualmente el transporte público no vive su mejor momento, pero que trabajarán en ello. Del mismo modo, anunció que la próxima semana tendrán una reunión con la Autoridad Portuaria para solicitarles que permitan la llegada de autobuses hasta la parada que está en el final del puerto.
Por último, desde el Consell recordaron que este tema de los accesos es uno de los problemas que tiene La Marina, pero que «no es el único».
Zona Acire
Otro de los aspectos que preocupa en el barrio es la puesta en marcha de la zona Acire, que actualmente está desactivada. Los comerciantes, en este aspecto, destacaron la buena comunicación con el Consistorio. «Nos han dicho que cuando sea el momento de tomar una decisión sobre si activarla o dejarla así lo harán hablando con nosotros».
Por su parte, desde el Ayuntamiento de Vila recordaron que actualmente la «situación es imprevisible». El edil Aitor Morrás explicó que es imposible hablar de fechas «cuando nadie sabe qué va a ocurrir de aquí a dos meses». Señaló que la intención del Consistorio es mantener desactivada la zona Acire mientras el flujo de vehículos se mantenga en niveles de invierno, pero que si con la llegada del turismo se disparan los números activarán la restricción.
Para poner en valor la situación actual, en la comparativa de los dos últimos meses respecto a la misma fecha del año pasado, en abril de 2019 se contabilizaron un total de 6.379 coches, mientras que este año fueron 2.048. En mayo de 2019 recorrieron el barrio 7.480 vehículos, mientras que el pasado mes fueron 2.487. Cabe recordar que es en mayo cuando se limita el acceso con la puesta en marcha de la zona Acire.