El vicepresidente en las Pitiusas de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB), José Antonio Roselló, explicó ayer la importancia de que las empresas lleguen «vivas» al 2021, tras aguantar el golpe que les ha causado la crisis, y sumarse a la recuperación a partir de 2022.
Además, precisó que este 2020 «será muy difícil», el próximo 2021 será «muy incierto si no se encuentra vacuna» y se mostró confiado en que el 2022 pueda ser el año de la recuperación económica. Según CAEB Pitiusas, las previsiones anunciadas hace semanas desde el Govern de que en 2021 la economía balear se habrá recuperado al 80 por ciento, «no dejan de ser una especulación».
El vicepresidente de CAEB en las Pitiusas reiteró que el próximo año «no está claro cómo podrá evolucionar porque la clave está en si se encuentra o no vacuna, lo que permitiría salir antes de la crisis, aunque está por ver», recordando también que en economías que no dependen del turismo «la recuperación es relativamente rápida». «El crecimiento de las bolsas a nivel internacional presagia una recuperación de la economía, lo que favorece a las Islas indirectamente, pero en la medida en que haya para el turismo quiebras en relación al movimiento de las personas, esto perjudica muchísimo. De ahí la incertidumbre de estos momentos», señaló.
En relación a la situación de las empresas pitiusas, Roselló valoró de manera positiva mecanismos de carácter bancario impulsados durante la crisis, como los avales del ISBA que se han ido flexibilizando o los préstamos ICO. Con estas ayudas, las «cosas han ido mejorando algo, aunque hay mucho descontento en algunos ámbitos sobre cómo ha funcionado el tema de la liquidez», apuntó.
«Algunos consideran que debería haber habido una política mucho más decidida de liquidez», reiteró antes de lamentar que, debido a la incierta evolución de la pandemia, la inversión «puede verse afectada» al no estar claro un horizonte temporal de actividad. «Desde luego no ayudan los rebrotes», precisó. Desde CAEB Pitiusas recordaron que, precisamente, Ibiza y Formentera han pasado de «tirar» de la economía balear a ser de los territorios «que más han caído».