El nuevo servicio de asistencia de la Cruz Roja atiende a personas que viven en coches, caravanas, tiendas de campaña, en espacios como casas derruidas (infraviviendas)... Hay perfiles de usuarios que pueden o no cocinar porque disponen de camping gas, son de nacionalidades de todo tipo y hay variedad de edades, tanto hombres como mujeres, aunque, de momento, no se han encontrado con ningún menor.
Este año tenían planificado diseñar el proyecto para llegar a un perfil de población al que entendían que no estaban llegando y que tampoco es un perfil de población que hace demandas a servicios sociales o a entidades como Cruz Roja. «Con esta historia del coronavirus al final seguimos adelante porque la situación lo requería. Hablamos con el Ayuntamiento de Eivissa porque sí que teníamos diferentes ubicaciones claras, porque como tenemos el furgón, la Unidad de Emergencia Social (UES) de la tarde, que da muchas vueltas y da servicios a personas sin techo, había sitios que teníamos claro que se encontraban este tipo de asentamientos», explicó la coordinadora insular de Cruz Roja, Mary Castaño. «Cuando empezó el estado de emergencia, lo que hicimos fue empezar a salir para ver qué pasaba y qué se necesitaba. Por ejemplo, una de las necesidades básicas que sabíamos que debíamos cubrir era el tema del agua, ya que, cuando estás en el extrarradio de la ciudad, no tienes acceso a agua potable», indicó Castaño.
En principio, lo que hacía la Cruz Roja era una cobertura de necesidades básicas, cuando empezó a haber muchas familias en el programa de alimentos, llevaban kits de alimentos y kits de productos de higiene porque «entendíamos que lo complicado era mantener la higiene por no tener acceso al agua». Una de las peticiones más reclamadas era el agua y las toallitas para poder mantener la higiene corporal.
En muchos casos, les hacen llegar también comida para mascotas, ya que muchos de ellos viven acompañados de perros y gatos.
El objetivo del proyecto, que ya se desenvuelve en Palma, no sólo es cubrir las necesidades sino también crear un vínculo para que la gente que tiene estas necesidades acuda a Cruz Roja y pueda entrar dentro de su circuito, en el cual crearon un mapa de rutas con coordenadas. Además, pretenden llegar a todos los municipios de la isla.
Ahora mismo, atienden con este servicio a 20 personas, aproximadamente, porque muchas ya se han movilizado para encontrar trabajo o se han desplazado y no las encuentran. En general, la asociación atiende a una media de 450 usuarios.
«Por otra parte, salen cada vez más prestaciones de parte del Govern Estatal, del Govern Balear, de servicios municipales... Hay mucho apoyo para que las familias puedan llegar a unos mínimos. Por esta parte, intentamos ser lo más positivos posible», detalló Castaño.
Cada viernes hacen una ruta, de las cinco generadas, para llevar alimentos a la gente que tiene dificultades para ir a Cruz Roja o no ha empezado a trabajar de manera individualizada.
La trabajadora social, Carmen Navarro, la voluntaria de asentamientos UES y talleres de prisión, Sister, y la voluntaria de UES, Socorros y Emergencias, Alexandra Salinas, acudieron este pasado viernes a varios asentamientos en la zona de Ses Feixes para aportarles a estas personas los productos básicos para seguir con el día a día. Periódico de Ibiza y Formentera pudo hablar con dos de ellos para ver en qué situación se encontraban.
«No tengo nada y no puedo trabajar por mi salud. No puedo andar lejos porque me duelen las piernas y me mareo. Vivo en Ses Feixes porque no tengo otro sitio», declaró S.A., iniciales de la usuaria, quien lleva viviendo con sus perros en una de las casas derruidas de la zona desde hace ocho años. «Vivo como puedo. De momento, me están ayudando con la comida y la medicina, estoy mejor que antes. Tengo un poco de techo, que con la lluvia no se moja», concluyó.
El otro usuario, que prefiere permanecer en el anonimato y no dar su nombre, lleva en Ibiza desde 2009 y declaró emocionado que «no tengo suerte y vine aquí para buscarla». Él está de voluntario para controlar el parking de coches de Talamanca, aunque está buscando trabajo, según relata. Este usuario vive, con la compañía de un gato, en una caravana, la cual cuenta con una pequeña cocina. «Vivo con eso», afirma.
De forma individualizada, estudian cuál es la situación de cada uno de ellos para que puedan empezar a trabajar y tratar de proporcionarles herramientas para mejorar su situación.
«Como sabemos, por lo que hemos pasado, debemos pensar que muchos de nuestros usuarios y usuarias son personas que están en situación irregular, el acceso a la medicación se les complica y estamos haciendo muchas ayudas de este tipo», explicó Castaño, quien recalcó que «a ver, si entre todos, de forma conjunta, podemos ofrecer o cubrir todas esas necesidades que la persona nos está pidiendo».
«Debemos estar alerta, la crisis sanitaria no ha desaparecido y no sabemos lo que puede pasar mañana o en octubre. Esperamos que vaya a mejor, pero nunca se sabe, por eso debemos estar preparados todos los equipos de voluntarios de los proyectos y el equipo técnico. Nada de lo que hacemos sería posible sin las personas voluntarias adheridas a cada uno de los programas de Cruz Roja», concluyó la coordinadora insular de Cruz Roja.