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Sin ciencia no hay paraíso

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Sin vacuna o medicamento, no habrá temporada». Así, sin que nadie se lo esperara, la soltó el presidente del Consell d'Eivissa, Vicent Marí, el pasado 2 de abril. También dijo, en una comparecencia sin presencia de periodistas, que el mejor escenario al que podíamos aspirar entonces era iniciar la actividad en julio, alargar la temporada y empezar con normalidad la campaña de 2021, el objetivo principal en ese momento.

Lamentablemente, la realidad ha empeorado un vaticinio que en su momento pareció excesivamente pesimista, catastrofista y alarmista. No hay que olvidar que estábamos disfrutando de las primeras semanas del estado de alarma y que no habíamos descartado todavía que el coronavirus se fuera por donde llegó, al igual que sucedió, sin entrar en detalles, con el Sars 2 en 2002.

Acertó en que la temporada empezó a finales de junio con el mantra de que éramos un destino seguro, un éxito, ya que hubo momentos en los que era difícil pensar en el turismo. Lamentablemente efímero, acabó cuando Boris Johnson decretó la cuarentena para todo viajero que entrara de Baleares. En en agosto el turismo nacional y residencial permitió cierta actividad como da fe el pírrico 40% de ocupación de una planta hotelera que empezó el mes con la mitad de las camas cerradas y lo acabó con solo un 15% de habitaciones en el mercado.

Ahora es aún peor. No habrá un otoño idílico que empuje la tan cacareada desestacionalización, con turistas que llegan atraídos por los eventos y convocatorias que los empresarios habían diseñado con mimo en un loable ejercicio de coopetir para compensar el mal inicio. Uno tras otro han sido anulados los eventos desestacionalizadores.

Con todo, lo peor es que a estas alturas no está escrito que vayamos a empezar en abril de 2021 con el coronavirus bajo control y, por lo tanto, con normalidad.

¿A qué esperan a hacer test masivos? La sentencia del presidente de abril es, pues, aún válida hoy. Desde su aislamiento domiciliario, Marí recuperó el viernes, en una nueva conferencia de presidentes de Baleares, la petición de que se hagan análisis masivos.

Esta semana, la petición tiene más sentido que nunca. Tal como publicó Periódico de Ibiza y Formentera el pasado miércoles, el Govern balear ha comprado una primera partida de kits de pruebas de antígenos.

El Govern no especificó la cantidad de la primera remesa, sólo dijo que no había decidido qué hacer con ellos porque primero ha de comprobar su fiabilidad. La Comunidad de Madrid ha comprado dos millones de unidades.

Para El País, «los nuevos test» suponen «un camino hacia la normalidad mientras llegan las vacunas» y para ABC, sus «resultados en 15 minutos» son «tan eficaces como una PCR». PCR exprés titulamos nosotros.

A pesar de que, la noticia todavía no ha saltado a las portadas de los grandes medios nacionales, esta aportación de la ciencia a la vuelta a la normalidad puede ser clave en los próximos meses, especialmente para territorios como el nuestro donde es fácil cerrar los accesos.

Y es que una de las grandes ventajas de los test de antígenos es que no necesitan laboratorio y funcionan como una prueba de embarazo. Lo único que hace falta es un sanitario que sepa obtener la muestra a través del hisopo que se introduce en la nariz, como en los PCR, imagen que hemos visto centenares de veces.

Así pues, el escenario de pruebas en aeropuertos, puertos, a las puertas de grandes concentraciones y de cribados masivos en los colegios ha dejado de ser una quimera y puede ser una realidad en breve.

Identificar a portadores asintomáticos para que puedan ser aislados puede convertirse en una arma letal para acabar con la transmisión comunitaria que nos tiene en vilo, a las puertas del invierno, de la llegada de la gripe y con el curso escolar en marcha.

Máxime después de haber conocido el revés que ha supuesto que una voluntaria haya desarrollado una enfermedad rara en la evolución de la vacuna que la Universidad de Oxford está desarrollando en colaboración con la farmacéutica AstraZeneca y de la que la Unión Europa ha comprado 300 millones de dosis, de las 1.300 que ha comprado a seis proyectos distintos. Ayer, anunciaron que retoman las pruebas.

En España y en Baleares ya se habían anunciado vacunaciones a colectivos de más riesgo para final de año, cuando no hay certezas de que éstas sean aprobadas.

En China, hay diez ensayos que ya han llegado a la fase de pruebas en humanos. Rusia ya está probando las redes de distribución y espera vacunar a 40.000 voluntarios en las próximas semanas.

Así que todos los indicios apuntan a que, efectivamente, la humanidad dispondrá de alguna vacuna efectiva para frenar la transmisión de la covid, sin perjuicio de que toda la población pueda ser analizada y, por lo tanto, disponer de un mapa real de la evolución de la pandemia.

Mientras tanto, estamos abocados a la montaña rusa en la que vivimos desde principios de año, ora cierre de parques, ora amenaza de toques de queda...

Viviana de Sans se luce. Esta semana, la portavoz de Podemos en el Consell d'Eivissa y líder de la formación que también gobierna en el Govern, en Vila y Sant Josep, y en España, Viviana de Sans, se ha lucido.

Por un lado, ha criticado al Consell por haber dejado tirados a los sin techo sin dar ningún dato, algo que el Consell ha negado porque todo aquel que ha pedido ayuda ha sido atendido, especialmente, a través del Ayuntamiento de Ibiza.

También han arremetido los comunistas contra la falta de proyecto de Vicent Marí, quien pactó con la izquierda las medidas a incluir en el decreto de medidas urgentes (sic), así como el plan de reactivación económica, social y ambiental de Ibiza, programa que fue, a su vez, incorporado al de Baleares, lo que obligó al presidente a firmarlo, a pesar de la negativa de su partido a respaldarlo.

Y todo ello mientras el Gobierno de PSOE y Podemos han fracasado en el intento de implementar un corralitode los remanentes a la administración local, fondos sin los que el plan de los 50 millones es papel mojado.

Además, sin que Podemos haya hecho ni una sola propuesta, salvo el etéreo objetivo de reducir la dependencia del turismo, y su aportación más relevante haya sido frenar en el Parlament una medida, pactada entre PP, Cs, PSOE y Podemos, que la economía de Ibiza echará de menos este invierno, sobre todo los que estén en el paro.

La semana pasada reclamé, humildemente, que se pongan en marcha las brigadas para limpiar playas, litoral y bosques.

Hoy, que la izquierda abandone sus extemporáneas posiciones ideológicas y permita que una excelente iniciativa, a la que el único reparo que poner es la falta de ambición precisamente para que fuera apoyada por la izquierda, encaminada a dinamizar la economía de forma inmediata, se ponga en marcha: permitir inapreciables ampliaciones de viviendas e industrias a cambio de fomentar e impulsar inversiones en eficiencia energética e hídrica.

Es una magnífica idea, cuyos beneficios justifican con creces el inapreciable coste en consumo de territorio, la razón por la que PSOE, Podemos y Més la vetaron sin ofrecer alternativa.

En el trámite parlamentario del decreto de medidas urgentes, los partidos del Govern tienen una nueva oportunidad de enmendar su error, al igual que para permitir la rehabilitación de los Don Pepe, a pesar de estar fuera de ordenación, la única solución realista, junto a la compra con fondos públicos del inmueble por un interés paisajístico por ejemplo, al grave problema social que supone desalojar de sus casas a los vecinos, al menos, hasta que alguien ponga otra mejor sobre la mesa. ¿Lo hará De Sans?

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