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«El confinamiento fue una hecatombe para los hoteles de Sant Antoni»

Los Apartamentos Puet, cerrados totalmente. | Daniel Espinosa

| Eivissa |

Baleares y la mayor parte de sus municipios viven fundamentalmente del turismo. Por ello, la aparición del coronavirus, las cuarentenas en los países emisores de visitantes, los confinamientos y las posteriores medidas para frenar los rebrotes y el número de contagios han dejado a la economía tiritando.

En el pueblo de Sant Antoni, además, han tenido que hacer frente a varios contratiempos más. Uno fue los anuncios de cuarentena por parte del gobierno británico para los turistas que llegaran al país procedentes de España y más recientemente los días de confinamiento decretados por el Govern balear para bajar el número de contagiados. Ahora, después de que se levantaran las restricciones, son pocos los bares, restaurantes, cafeterías o comercios que han podido resistir y siguen abiertos.

Entra la planta hotelera la situación no es ni mucho mejor. De hecho, la magnitud del problema queda reflejado en que, según aseguró ayer a Periódico de Ibiza y Formentera Juanjo Planells, vicepresidente de la patronal hotelera del municipio, «apenas quedan una decena abiertos en todo el casco urbano de Sant Antoni».

Algunos de estos «valientes» son el Hostal Marí, el Hostal Marino, el Hostal Tarba y los apartamentos San Francisco y Tramuntana. Todos ellos están acostumbrados a abrir todo el año porque suelen compaginar su oferta de habitaciones para trabajadores, viajantes, comerciantes o pequeñas familias que vienen algún fin de semana en temporada baja. Sin embargo, ahora todo ha cambiado muchísimo y sus dueños, a pesar de bajar los precios y de intentar reinventarse con ofertas y promociones, echan cuentas para ver si les sale rentable poder seguir abiertos o, como en el caso del Tarba, ya cuentan los días para echar el cierre este mismo jueves 8 de octubre. «Hemos puesto los precios de octubre para septiembre y los de septiembre en agosto y hemos hecho todo lo que hemos podido pero por desgracia ha llegado un momento en el que no podemos hacer frente a los enormes gastos que supone tener abierto un hostal de 67 habitaciones con tan pocas reservas como las que nos llegan actualmente», aseguró ayer su dueña, Cristina.

«Hay que ser muy valiente»
En este sentido, Juanjo Planells cree que «sin ellos el pueblo estaría prácticamente cerrado y sería casi fantasma porque desde que se decretó el confinamiento todo ha sido una hecatombe y para mantenerse abierto durante este verano había que ser muy valiente», lamentó con la voz entrecortada al lado del teléfono. «Hubo una avalancha de cancelaciones, mucho desconocimiento, demasiadas noticias sin contrastar que llegaban desde los medios de comunicación, y de un día para otro nos vimos con los hoteles vacíos y sin saber muy bien qué hacer», concluyó mientras asegura que el daño ya está hecho y que «es el momento de mirar ya hacia la temporada que viene».

Algo que, según Planells no se puede demorar demasiado en el tiempo. «Ya no es momento de lamentaciones, por más que nos duela que no se nos tuviera en cuenta para tomar unas decisiones que afectaban al pueblo y que tenían que haber sido consensuadas, sino de ponernos todos a remar urgentemente para ver si llegamos a tiempo de salvar el próximo verano antes de que sea demasiado tarde».

Para ello, el vicepresidente de la patronal hotelera portmanyí aseguró «que es fundamental» la ayuda por parte de las administraciones públicas. «Estamos al límite, temblando, y por eso pedimos, por ejemplo, que los remanentes de los ayuntamientos de destinen a ayudar a los empresarios y vecinos y que se articulen de manera directa y concisa ayudas que nos hagan levantarnos, porque si no, Sant Antoni va camino de convertirse en una ciudad dormitorio».

Además, pide que «de una vez por todas» y «sin mucho tardar» que se genere la sensación de que España e Ibiza es un destino seguro, donde es difícil contagiarse por coronavirus. Y eso pasa, según sus palabras, por hacer pruebas en los puertos, aeropuertos y zonas de acceso. «Los tests rápidos no los podemos demorar mucho porque en un mes nos estaremos jugando la temporada y este año, con el coronavirus y con la crisis que están viviendo las aerolíneas, la competencia a nivel mundial y con otros destinos españoles como Canarias va a ser brutal, y quedarnos atrás significaría una ruina total de la que temo que Sant Antoni y la isla de Ibiza no se puedan recuperar».

Por ello, Planells pide aguantar. «Se que es muy difícil con todo lo que está cayendo, pero me da la sensación que el que se dé por vencido y baje la persiana no la volvereá a levantar nunca más».

Cambiar el modelo
Por otro lado, Juanjo Planells insiste en que la crisis que ha dejado el coronavirus en el sector turístico de Sant Antoni puede ser una buena oportunidad para que el pueblo se replantee su modelo.

«Lo tengo muy claro, y no me cansaré de repetirlo, hay que ser lo suficientemente valientes e inteligentes para ver todo el destrozo que ha generado el impacto del coronavirus y las posteriores medidas decretadas por el Govern balear como una gran oportunidad para cambiar el modelo de turismo que lleva implantado en el pueblo desde hace ya demasiados años».

En esta idea juega un papel «muy importante» la transformación de una de las principales vías de negocio de Sant Antoni durante las últimas décadas, el grupo de calles del West End. «Es el momento de que se acometa, de una vez por todas y de forma valiente y decidida, un plan de reforma integral de esta zona, cambiando sus bares y pubs de dos por uno y bebidas a precios irrisorios, pensados solo para el turismo británico de borrachera, en una zona donde pueda haber tascas, restaurantes, sitios de tapas o pizzerías que atraigan otro tipo de turistas que hagan que Sant Antoni pueda afrontar el futuro con optimismo», confirmó Planells.

Una idea que, en principio, muchos vecinos consideran descabellada dada la influencia y fuerza que tienen los empresarios del West End en el día a día de Sant Antoni. «Sé que puede parecer una locura, pero le puedo asegurar que los empresarios están por la labor de dar un giro a todo el modelo porque saben que nos va el futuro del pueblo en ello, y por ello, ahora lo que hace falta es una administración pública firme y decidida que se atreva con ello».

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