El economista y vicepresidente de la Confederación de Asociaciones de Baleares (CAEB) en las Pitiusas, José Antonio Roselló (Fernando Poo, 1955), es comedido y diplomático, a pesar de la profunda crisis que atraviesa el tejido empresarial a causa de la pandemia.
Esta dramática situación se refleja en el último informe de evaluación económica de esta patronal, que revela que en el segundo trimestre del año las Pitiusas han sufrido la mayor recesión económica de la historia con una caída del 40% en el PIB, más acentuada que en Mallorca y Menorca (35,6% en ambas islas) y con un aumento, jamás registrado, del 143% del paro en abril, mayo y junio. Y lo peor es que estas cifras serán aún peores en el tercer trimestre. Aunque el panorama no es precisamente halagüeño, Roselló se muestra esperanzado en que la UE será capaz de implantar los test rápidos de forma masiva, lo que permitiría la puesta en marcha de corredores seguros y reactivaría la economía el próximo año. Elogia la labor que están haciendo los sindicatos, pero cree que las autoridades sanitarias han perdido credibilidad y deben recuperar la confianza de los ciudadanos, que a su vez «deben tener paciencia y confianza en que el futuro será mejor».
—Todo apunta a que en el tercer trimestre la economía se ha desplomado más aún si cabe. —Esa es la previsión. En este tercer trimestre (julio, agosto y septiembre) todos sabemos cómo han ido las cosas. El problema que hemos tenido en Ibiza es que, cuando se levantó el confinamiento, las perspectivas no eran del todo malas porque la gente tenía ciertas ganas de viajar, pero lo que hizo mucho daños han sido las restricciones y cuarentenas impuestas en Reino Unido y Alemania, que desbarataron lo que parecía una pequeña recuperación al inicio de ese tercer trimestre. Y la caída se profundizará más en Ibiza por su estrecha vinculación con el turismo.
Hemos padecido un shock de oferta que ha venido acompañado por un shock de demanda después. Y ha sido un duro golpe. No podemos esperar que mejoren las cifras.
—Carmen Planas dijo esta semana que el Gobierno debería ser generoso con Baleares a la hora de repartir los fondos procedentes de la UE. ¿Qué debería hacer el Gobierno o qué cantidad debería destinar a las islas? —La presidenta planteó un tema de justicia porque hay que recordar que en pasadas crisis Baleares ha tirado del carro de la economía nacional y siempre ha sido solidaria con el resto de la economía. Ahora, en cambio, es una de las economías más incididas por la crisis, por lo que esto se debe tener en cuenta para el reparto de los fondos de reconstrucción económica. Aún se está discutiendo el reglamento y las condiciones de estos fondos por parte de la UE, pero cuando se reciba una cantidad habrá un reparto entre las comunidades.
Lo que pide la presidenta es que ese reparto llegue a Baleares en mejores condiciones que en el pasado, porque ya hemos visto que en el pasado Baleares suele salir malparada porque se establecen unos criterios económicos que no nos benefician. Los criterios de distribución de fondos deben ser coherentes con la realidad de Baleares y que no salgamos perjudicados en un reparto arbitrario. Habrá unos criterios de población y se tendrá en cuenta el peso del turismo en el PIB y la calidad de los proyectos que se presenten desde Baleares.
—¿Qué tipo de proyectos deberían presentar las islas? —Los fondos que se están manejando tienen que ver con el proceso de digitalización económica, cambio climático, etc. Es en esta línea en la que tendremos que incidir bastante desde Baleares. Es un tema importante porque a veces se da la impresión desde el Gobierno de España que tiene barra libre para gastar el dinero en lo que quiera.
Además, en el Parlamento Europeo tienen la idea de que España no quiere controles de estos fondos, pero otros países estarán muy atentos a que el dinero se gaste bien. Todo eso se está construyendo ahora. Es un futurible, pero necesariamente habrá controles que incidirán precisamente en todo lo que contribuya a la modernización económica general pero con esos criterios de sostenibilidad y digitalización.
—Pedro Sánchez anunció el miércoles un ambicioso Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para hacer frente a la crisis, con fondos milmillonarios de la UE, y que permitirá «una nueva modernización del país» con un incremento anual del 2,5% del PIB y la creación de 800.000 puestos de trabajo hasta 2023. ¿Cómo valora este proyecto? —Me causa sorpresa que el presidente del Gobierno se atreva a anunciar estos 800.000 puestos de trabajo.
Los que tenemos una edad nos acordamos de que Felipe González también lo anunció, y no solo no lo cumplió sino que hubo una destrucción de empleo muy importante y él mismo reconoció después que se podían haber hecho las cosas de otra manera. Es una cifra tabú. Pero es que, además, estos anuncios crean un poco de escepticismo, como si fuera una carta a los Reyes Magos, teniendo en cuenta las experiencias anteriores.
Creo que este anuncio de Sánchez fue un acto propagandístico porque además no presentó proyectos concretos sino todo muy genérico. Luego también causa bastante asombro que el reparto de los fondos dependa del señor Iván Redondo [jefe de gabinete de Pedro Sánchez], porque esto es así, y ya sabemos que este señor se encarga de difundir la política que realiza el Gobierno, por lo que esto genera muchas dudas sobre cómo se van a repartir estos fondos. Están manejando conceptos y situaciones que no están cerradas y que son complejas, y ya veremos por dónde va a salir Europa en el tema de los controles. De momento es una presentación. Ojalá que se cumpla, pero falta mucho camino para que realmente nos creamos lo que nos dicen. Pinta bien la música pero habrá que ver la letra. Esta es una crítica generalizada, pero constructiva, entre todos los economistas..
—¿Entonces será complicada la ejecución de este plan de reconstrucción? —Mucho. Además, este anuncio genera dudas cuando dice que lo hará en tres años, cuando en realidad dispone de seis años para hacerlo. Todo esto está bien y contribuye al país pero genera, como mínimo, un elegante escepticismo.
—¿Están acertando las previsiones de los economistas? —No, no están acertando porque los resultados a veces son peores. Es muy difícil acertar porque no estamos en una situación normal. Hay muchos schocks externos como los cierres, los aforos, etc. Y es muy difícil hacer previsiones sobre esto, y eso explica por qué a veces pueden surgir contradicciones entre, por ejemplo, la previsión económica del Gobierno o la del Banco de España, que tienen diferencias de percepción.
Pero esto son cuestiones cuantitativas y lo importante es que tenemos, desde el punto de vista cualitativo, una situación económica muy complicada y que no tiene visos, a corto plazo, de mejorar. Por otro lado, una cosa en la que insistimos mucho, desde el punto de vista del marco social, es que escuchen a las empresas y a los agentes sociales para intentar implementar medidas de reactivación y que no estemos tan pendientes de Europa.
—¿Entonces Europa no nos va a salvar? —Europa está pensando en estos fondos para llevar a cabo políticas estructurales y a largo plazo, como la digitalización, la robotización o los temas de sostenibilidad. Pero nosotros necesitamos actuar ahora mismo y se podrían hacer algunas cosas desde aquí, como las rebajas de impuestos, que estamos insistiendo en ello porque las empresas tienen un problema de descapitalización en un contexto de nulos o bajos ingresos. Algo se ha hecho en temas de impuestos, pero no lo sufuciente en la situación actual. Es un tema que sigue sobre la mesa.
La Administración se resiste, pero es que incluso crea más incertidumbre anunciando subidas de impuestos, y esto no ayuda porque lo que se tiene que pensar es en bajarlos, manteniendo el equilibrio financiero y no trasladando deuda a las futuras generaciones.
—¿Cómo se podrán devolver todas estas ayudas? —Lo que no puede ser es que se esté pensando en subidas de impuestos para devolver todo este dinero. Esto se devuelve solo si hay crecimiento económico. Por eso la UE plantea políticas estructurales y de largo plazo. Si se gasta sin criterios claros habrá un problema serio para devolver la deuda. Lo importante es el crecimiento y sentar las bases del futuro; por eso insisto en que, como su nombre indica, es un plan de reconstrucción que viene de Europa. Se podrá devolver el dinero si se aplican bien los criterios económicos.
—Las seis patronales de Ibiza han emitido esta semana un comunicado reclamando unidad política y acción para recuperar el turismo en Ibiza. ¿Cuál es el objetivo de esta carta a la institución insular? —En el Consell hay un proceso en el que cada uno tiene su parte de razón. Por eso, a nosotros como entidades empresariales nos preocupa mucho que se entre en una escalada en la que al final saldremos perjudicados los ciudadanos, las empresas, el propio Consell y el propio funcionariado. Por eso, creemos que hay que desinflamar. Es un comunicado correcto dirigido a las partes para que cada una reflexione en su ámbito de responsabilidad.
La existencia de los cuerpos funcionariales, como interventores, secretarios de ayuntamientos, son una figura muy importante en las administraciones públicas porque hacen un control de legalidad y, por tanto, son los vigilantes del cauce ante el cual deben realizarse todos los procedimientos. Ellos disponen de cierta flexibilidad, siempre dentro de los cauces legales, por eso pedimos que ante una situación económica muy compleja y difícil, que todo el mundo coincide que es así, que cada uno ponga de su parte y rememos todos en la misma dirección. Pedimos a todas las partes que haga un esfuerzo para dar estabilidad. También quisiera hacer una petición al PSOE en el Consell d'Eivissa para que retire el recurso al video; no ayuda en la dinámica de intentar ir todos a una para salir de esta crisis.
—El presidente de la Pimeef dijo esta semana que trabajan para que en abril lleguen turistas con segurida. —El presidente de la Pimeef es una persona muy sensata y lo que dice suele ser correcto. Dicho esto, yo creo que él expresa más un deseo con una capacidad razonable de que suceda.
En estos momentos de incertidumbre, es difícil pronosticar, pero lo que sí es cierto es que los últimos avances científicos sobre los test o la vacuna nos darán buenas noticias. Se supone que los países emisores también controlarán la expansión de la pandemia, y por eso están endureciendo ahora las normas. En los meses centrales de la pandemia hubo unas medidas más laxas, pero ahora los gobiernos se lo están tomando muy en serio. Es factible que a lo mejor para la primavera hayan mejorado las cosas.
Esta segunda ola del virus, dentro de lo malo, ha tenido el efecto positivo de que ha obligado a reaccionar contundentemente. Esto nos hace ser un poco más optimistas ahora, o digamos que ahora somos más realistas. Hay tres tipos de personas: optimistas, pesimistas y realistas, y yo soy más realista. Y es realista pensar que habremos avanzado bastante de aquí hasta la primavera.
—Siempre que haya medidas comunes para todos los países a la hora de realizar los test... —Eso es crucial también. La implementación de las pruebas debe ser un tema común para todos los países. Europa sabe que es una medida necesaria y que beneficiará a todos. Debe establecer normas que permitan viajar con un mínimo de seguridad, y todo esto está por ver.
—En mayo dijo que no era necesario cambiar el modelo turístico de Ibiza. ¿Mantiene esa opinión? —Por supuesto. El tema del modelo económico se debería aclarar. Una economía no cambia porque alguien lo diga o lo pretenda; una economía se transforma de forma natural. No se cambia el modelo porque unos señores se reúnan y así lo decidan, sino que tiene que cambiar de manera natural.
No me gusta mucho emplear la expresión ‘modelo turístico' porque solo es posible cambiar de estructura o de modelo si las empresas o los operadores económicos lo aceptan. Lo que sí tenemos que hacer es ir transformando esta estructura o ramas de producción pero manteniendo las bases que tiene. No veo viable cambiar el modelo de Ibiza por no se sabe qué. Seguiremos te-niendo modelo turístico pero nos tendremos que adaptar a las circunstancias. Una empresa hoy en día no se dirige como antes del covid, por ejemplo. Seguramente habrá que cambiar los estilos de dirección, las formas de dirigirse a los clientes y, por extensión, la política económica también tiene que cambiar.
—¿Qué le pide al Gobierno central y al Govern balear? —Creo que en ambos casos las autoridades sanitarias han perdido credibilidad. Con tantos vaivenes y contradicciones y tantas idas y venidas, creo que la gente está perdiendo la confianza en ellos. Les pediría que intenten recuperar la confianza de los ciudadanos. Al Gobierno le pediría que se implicase en un plan especial para la protección del turismo, que lo vamos a necesitar en los próximos años.
—¿Y a los trabajadores? —Que tengan paciencia y confianza en que el futuro será mejor. Y quiero felicitar expresamente a los sindicatos porque a través de su trabajo y del diálogo social este país puede salir adelante.
—¿Un recado para la ciudadanía? — Aunque hayan perdido la credibilidad en sus gobiernos, es muy importante que no bajemos la guardia contra la pandemia. Se ha demostrado que los focos de contagio no están entre los turistas ni entre los visitantes sino que están entre nosotros. Por tanto, hay que tener mucha responsabilidad y que todos rememos en la misma dirección para salvar vidas, porque también tenemos en juego la economía.
—¿Un mensaje concluyente? —Hay que tomarse la crisis en serio porque la situación sanitaria dista de estar resuelta, y por tanto ocurre lo mismo con la situación económica. No hay que olvidar a la economía. Hay que procurar que no haya una confrontación entre economía y salud, pero no olvidemos que la economía también cuenta, por eso algunos países no están aplicando ahora con un confinamiento férreo, ya que es esencial para la reactivación futura de la economía. Y las autoridades tienen que poner de su parte y que no haya tantos vaivenes y contradicciones. La economía sí que importa.