La consellera de Bienestar Social y Recursos Humanos del Consell d'Eivissa, Carolina Escandell (Ibiza, 1967), es consciente de que su trabajo es facilitarle la vida a aquellos que están en primera línea asistiendo a las personas más vulnerables. Reconoce su admiración por la labor de estos profesionales formados, en especial durante un año tan complejo.
— Tras Salud, los departamentos de Servicios Sociales de las administraciones públicas ha sido de los que han sufrido un mayor estrés en 2020. ¿Cómo ha vivido personalmente estar al frente?
— Lo he llevado con mucha incertidumbre y estrés, creo que como todos, pero he intentado poner cordura. Cuando la situación nos sobrepasa es cuando debemos poner un poco de orden. He trabajado 28 años en banca, que por circunstancias distintas es también un colectivo muy estresante. Es importante poner las cosas en contexto, parar y ver lo que hace falta. En Bienestar Social, los que no somos directamente asistenciales, tenemos la obligación de que el personal asistencial pueda hacer su trabajo de forma ordenada. Por ejemplo en el Hospital Residencial Cas Serres o en el centro de menores Pare Morey, ellos tienen un trabajo directo con niños, con personas mayores, con mujeres maltratadas… pero deben tener los medios. Nuestra responsabilidad, la de los gestores, es que ellos cuenten con los medios que sean necesarios. No hemos tenido el estrés de tratar directamente con las personas en una situación muy compleja, pero sí nos hemos enfrentado al estrés de ver que hacían falta recursos y espacios en un tiempo récord.
— ¿Recuerda alguna situación en particular o alguna actuación especialmente compleja?
— Hemos tenido que llevar a cabo actuaciones muy complicadas, sobre todo a nivel de gestión. A nivel de decisión todo estaba claro en el equipo de gobierno, se hace lo que sea necesario cuando sea necesario, pero a nivel administrativo hay que hacer ciertos procedimientos y se tienen que hacer bien. Sino se hacen de forma ordenada, después crean dificultades a los equipos. Nuestro estrés ha estado precisamente en lograr los medios necesarios. Ha habido días muy difíciles. Recuerdo al principio de la pandemia, con el material sanitario. Cuando no teníamos material sanitario fue un momento durísimo. Saber que tienes que gestionar los recursos de un hospital residencia asistida donde hay personas mayores y personal sanitario expuesto y que no les puedes dar material, porque no lo hay. Estaba el sistema de compra centralizada que obligó a que toda la compra tuviera que ir a través del Estado, no nos llegaba lo que necesitábamos. Pedíamos a los proveedores mascarillas, equipamiento para los EPI y nos decían que no nos podían servir. Fue muy duro tener la responsabilidad de tener que poner los medios al alcance de todas estas personas y profesionales y no conseguirlo. Cuando el otro día (el martes 5 de enero) exponíamos la valoración de 2020, nos dábamos cuenta de lo duro que ha sido este año.
— Contaba durante el balance del año que la ayuda ciudadana fue muy importante, ¿cuénteme algún ejemplo?
— El movimiento de la ciudadanía fue vital. Recuerdo en concreto a una persona que desencadenó todo. Me llamó y me preguntó: «Carol, ¿qué necesitas?». Me explicó que pertenecía a un colectivo profesional que tenía capacidad de comprar tanto material. Era poco respecto a la necesidad que teníamos, pero junto a esta persona se movió un colectivo mucho más grande. La gente empezó a tomar conciencia de la necesidad que había. Pusimos en marcha la iniciativa de ayuda solidaria para coordinar todo esto. El primer y el segundo mes salimos adelante gracias a la ayuda ciudadana. Al mismo tiempo tengo que decir que a los profesionales de Bienestar Social tengo que ponerles una matrícula de honor. Una sabe que hacen falta hacer ciertas cosas, pero ellos saben cómo se hace y responden. Tener un equipo que te responde es muy importante y gracias a eso creo que se ha podido hacer frente con mucha dignidad a esta situación.
— Viniendo del sector privado, ¿hasta qué punto ha conseguido hacerse a la lentitud que a veces tiene la administración pública incluso en momentos de tanta urgencia?
— Es verdad que te tienes que adaptar a los nuevos procedimientos. Entiendo que en el sector público los procedimientos tienen que ser garantistas. Estamos hablando del dinero del ciudadano y por tanto tiene que haber garantías de que se usa correctamente. Pero a veces encontrar el equilibrio entre la garantía del buen uso y la efectividad que se requiere de la administración choca un poco. En una situación como la que hemos tenido ha sido difícil. Sí que es verdad que el decreto del estado de alarma y que el Consell estableciera una serie de servicios esenciales ha hecho que se pudieran hacer una serie de contrataciones de emergencia que eran muy necesarias. Por ejemplo para gestionar el albergue de Sa Blancadona tuvimos que hacer un contrato de emergencia con Cruz Roja y con una empresa de catering y se pudo hacer. Pero es un choque de gestión importante, cuando estás acostumbrado a que las cosas se tienen que hacer en 24 o 48 horas y se hacen mientras, mientras que aquí los plazos siempre son más largos.
— Tuvieron problemas con la gestión de las ayudas COVID a personas en situación de vulnerabilidad, se formaron colas tremendas los últimos días, ¿cómo se van a gestionar en 2021?
— De otra manera, evidentemente. De los errores se aprende. Estas ayudas se están gestionando, las líneas A, B y C están prácticamente resueltas. Para 2021 podemos liberar una cantidad económica que nos permitirá aumentar sobre todo la línea D, la de familias. Para el año próximo hay prevista una partida similar, pero estamos pendiente de hacer incorporaciones a través de los remanentes. Pero se gestionará con más plazos y más infraestructura, también con otros espacios, por ejemplo a través de convenios de colaboración con los ayuntamientos. Errores ha habido y habrá siempre. Lo importante es reconocerlos, corregirlos y evitar que se repitan. Para la resolución de las ayudas de 2020, ya se ha destinado una parte de las contrataciones SOIB reactiva. La idea para 2021 es sacar las ayudas a partir del primer trimestre, de manera que no vayamos saturados a final de año y tengamos maniobra de gestión. Este año el parón de plazos administrativos fue un desastre que retrasó todo mucho. Cuatro meses de parón administrativo en la administración pública es mucho tiempo. A toro pasado es de las cosas que no haría, claro que a toro pasado es muy fácil opinar..
— La llegada de menores en el gran número de pateras que llegaron a costas de Ibiza, para lo que era habitual, fue otro de los problemas que requirió actuar con rápidez. ¿Está ahora el servicio preparado y suficientemente dimensionado?
— Hoy por hoy sí. Pero siempre hay que tener en cuenta que en materia de menores nunca se hace suficiente ni se está suficientemente dotado. Se habilitó en su momento un pabellón que estaba destinado a la UME para dar solución a la llegada masiva de personas. También quiero matizar que esa llegada masiva no colapsó per se el servicio. Está la primera acogida, que es cuando se hacen las valoraciones, también hay que pensar que la demarcación de Policía, Guardia Civil y Juzgados abarca Ibiza y Formentera, por lo que la llegada de menores a Formentera se gestionaba también desde el centro ‘Pare Morey'. Una vez que se hace la primera acogida todo se va redistribuyendo y gestionando. Hay algunos que tienen familia, otros que resultan no ser menores cuando se les hacen las pruebas radiológicas. Pero en el momento tienes un protocolo COVID que te dice que los tienes que aislar. Además, según el protocolo, aunque dieran negativo en la PCR, si en la embarcación en la que habían venido había un positivo, había que aislarlo de todas formas. Esto se detectó rápidamente y lo que se decidió es que todos debían pasar aislamiento. Eso supone otro problema, te faltan espacios. Y era vital encontrarlo, por prudencia y por protección de los demás chicos y chicas.
— ¿Ha sido suficiente la colaboración de otras instituciones como el Govern o el Estado en este tema?
— La competencia en materia de menores es del Consell. Luego hay algunos aspectos más transversales con el Govern. Pero en materia de menores, me gusta insistir en esto, nunca es suficiente. Está pasando un fenómeno que creo que es positivo en materia de menores. Hay más casos, pero ¿es porque hay más o porque se declaran más? Este tema está hablado con los técnicos, que han detectado que antes se podía dar una situación de desamparo de un menor que quedaba en el propio entorno. Hoy día se detectan más, existen los RUMI (Registro Unificado de Maltrato Infantil), los circuitos de los colegios, de las instalaciones deportivas. Cada vez es más fácil detectar las circunstancias de desamparo de los menores. Esta concienciación, en la que hay que seguir trabajando, hará que sean más visibles y que haya más casos, pero no porque sean más, sino porque se detectan casos que antes no se identificaban. Ahí es cuando hay que atender y eso es positivo. Cuando se detecta un caso es cuando se puede actuar. Por otra parte el contrato que acabamos de hacer de acogimiento residencial para dos años por 5,5 millones de euros nos da mucho oxígeno. Las entidades sociales ayudan mucho, tienen un conocimiento exhaustivo que a veces la administración no tiene. Pero seguirán haciendo falta espacios y hay que seguir avanzando.
—¿Hoy día hacen falta más espacios?
— De manera inmediata no, está cubierto adecuadamente, pero somos conscientes de que tiene que ser una de las líneas estratégicas de trabajo. Pero en todos los ámbitos. Tenemos también más chicas jóvenes que vienen del circuito de trata, con lo que, en lo relativo a Oficina de la Dona, también van a hacer falta más espacios. En este ámbito hay más casos, pero también hay más visibilidad, eso implica que hay que actuar y que hacen falta medios. Ya estamos empezando a pensar en una adecuación de espacios con visión de futuro. Ahora, para estos próximos años estamos adecuadamente cubiertos, pero hay que pensar a futuro. No es algo que sea de hoy para mañana, pero tenemos que empezar a pensar qué queremos que sean los servicios sociales de Ibiza a todos los niveles: de espacio, asistencia, servicio... y habrá que acometerlo.
— Esta planificación de futuro, ¿incluye la creación de una cartera de servicios?
— La cartera de servicios será una de las herramientas fundamentales que permitirá dar estabilidad a los servicios del tercer sector. Pero tiene que ser una cartera de servicios correcta y con la que se pueda trabajar con un orden. La administración es muy garantista como le decía, y en materia de servicios sociales es preciso que lo sea. Es la manera de dar estabilidad.
— ¿En qué punto está su elaboración?
— Se está trabajando y va a buen ritmo. Será el documento base para los servicios del tercer sector. Esto no quita que no se pueda acudir a otras fórmulas. Sé que a veces se plantean dudas cuando se acude a la Ley de Contratos de la Administración Pública para los servicios sociales, pero si haces una contratación en la que tienes claro que los licitadores deben tener cierto perfil, también es una herramienta adecuada. En la gestión del servicio de menores, por ejemplo, los licitadores han sido entidades del tercer sector, adecuadamente acreditadas y con contrastada experiencia.
— Este año se han concertado los servicios de centro de día con dos entidades, ¿la línea de la concertación es la que seguirá el Consell o se plantean otra vías?
— La concertación es lo que permite dar estabilidad a los servicios y es la línea a seguir. También hay que tener en cuenta que hay entidades que no dan un servicio tan directo. La concertación exige unas instalaciones, personal cualificado, unos planes de desarrollo… hacen falta una serie de requisitos que no se corresponden con el trabajo de todas las entidades. No todas están preparadas para la concertación. Lo imprescindible es que haya líneas de financiación adecuadas para cada caso y medios para llegar a todos. Hace falta que tengamos claro que los servicios sociales deben ser un pilar fundamental, ordenado y estructurado, pero no la misma fórmula es buena para todo. Pero insisto en que la línea clara es la concertación de los servicios que debe ir de la mano de una Cartera de Servicios sólida, seria y rigurosa. Esa es la forma de que los contratos luego no tengan problemas. Sacar adelante esas dos concertaciones ha requerido mucho trabajo.
— ¿Qué pasa con la deuda de casi dos millones de euros con la entidad Amadiba?
— Me va a permitir que no entre en detalle en este tema. Se está trabajando y es un tema complejo entre Amadiba y el Consell. Se trata de una cuestión de privacidad. Entiendo que pregunte y Amadiba está en su derecho de hablar si así lo consideran, pero nosotros como administración tenemos una obligación de protección de datos, confidencialidad y rigurosidad en este tema.
— Su departamento también es el de Recursos Humanos, este año llevarán a cabo una ampliación de unas 30 plazas. El PP criticó en la pasada legislatura las ampliaciones de plantilla del anterior equipo de Gobierno, ¿por qué este cambio de criterio?
— No, lo que criticó el PP no fue la ampliación de plantilla, fue la creación de plazas que se salían de la normativa presupuestaria. No es lo mismo. Tenemos unos topes que establece la ley presupuestaria y tu decides hacia dónde diriges tu política de contratación con esos topes. Por tanto debes tener en cuenta las necesidades de la institución, la capacidad de contratar, porque podemos crear 100 plazas pero si no tenemos capacidad para contratarlos no vale nada. En la administración pública no contratas a quien quieres, debes hacer un proceso de contratación, bolsines... que requieren un método y unos procesos. Este año vamos a trabajar en lanzar todas las oposiciones que se tienen que llevar a cabo. Hace años que no se hacen oposiciones y el grado de interinidad es muy alto, lo que no es bueno en la administración, porque no hay estabilidad. El partido criticó las contrataciones que se salían de las normas presupuestarias. La ampliación que nosotros hemos hecho ha sido redireccionando recursos que se han destinado a lo que hace falta, pero siempre dentro de los límites presupuestarios.
— ¿Cuáles van a ser las actuaciones más importantes para este año 2021?
— Lo primero estar muy atentos a la evolución de la epidemia de COVID. Quiero pensar que no trabajaremos a salto de mata como en 2020. Teníamos la expectativa de que la epidemia pasaría en unos meses pero la situación COVID ha venido para quedarse. La inmunidad de rebaño tardará tiempo y los efectos de esta situación durarán años. Todo lo que se haga de cara a los próximos años va a ser teniendo en cuenta la COVID y eso implicará, por ejemplo, aumentar espacios. Tenemos que pensar que los servicios los tenemos que sacar adelante pero hay que tener en cuenta los protocolos COVID. Vamos a tener que pensar en cada plaza con el espacio adecuado, esa será una de las líneas de trabajo, desarrollar a futuro los servicios teniendo en cuenta un contexto COVID. Segundo infancia y juventud, la protección a la infancia es fundamental, se trata del colectivo más desprotegido. Cuando un menor entra en circuitos de protección quiere decir que viene de un entorno en el que no se le quiere bien. Normalmente los niños y las niñas no lo entienden. La infancia y la juventud nos preocupa desde muchos ámbitos, desde temas de igualdad a LGTBI, discapacidad, protección. Todo ello sin descuidar a todos los colectivos vulnerables. La puesta en marcha de Sa Joveria será otro de los grandes hitos, es un servicio demandado desde hace mucho tiempo. También, como le decía antes, sentarnos con las entidades sociales y los diferentes colectivos del tercer sector a diseñar un plan de futuro.