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Coronavirus

En clase con abrigo y guantes

Las bajas temperaturas y la obligatoriedad de ventilar los centros educativos están provocando situaciones poco comunes

Profesores y alumnos del CEIP S’Olivera están dando clases con abrigos y bufandas. | Daniel Espinosa

| Ibiza |

Aunque la situación no es tan grave como en otros lugares de la Península, con nevadas y olas de frío polar colapsando comunicaciones y la vida diaria, la borrasca Filomena también se ha dejado notar entre profesores, escolares y personal educativo de la isla de Ibiza. Y es que las medidas de ventilación decretadas por el Govern para prevenir contagios de coronavirus, unido a las bajas temperaturas y la lluvia, está provocando situaciones insólitas en colegios e institutos donde las clases se tuvieron que seguir con abrigos, guantes y gorro.

La Conselleria de Educación, Universidad e Investigación hizo llegar hace unos días a los centros de las cuatro islas un documento para una adecuada ventilación natural de las aulas y otros espacios de uso común asegurando que en, «ningún caso se podía renunciar a ello puesto que es una medida clave en la prevención del coronavirus».

Para conseguir que las concentraciones estén, en torno al 800 partes por millón, «es necesario abrir ventanas y puertas entre 10 y 25 centímetros todo el tiempo, totalmente durante un cuarto de hora cuando termine cada clase o durante cinco minutos cada cuarto de hora de materia». Además, el Govern obliga a que «el aula se ventile cuando esté vacía» o que «para favorecer la renovación del aire rápidamente se pueda forzar la salida del aire usando un ventilador ante una ventana colocado con el flujo hacia el exterior».

Situación en Ibiza
Para contrarrestar estas medidas, algunos centros han optado por poner la calefacción desde primera hora de la mañana con todas las ventanas y puertas cerradas, tal y como recomiendan desde el Govern, antes de que lleguen los profesores y los alumnos. Es el caso, por ejemplo, del IES Isidor Macabich, el CEIP Sa Blanca Dona o el IES Quartó de Portmany.

«Tenemos la suerte de que en nuestro centro la calefacción funciona sin problemas y por eso estamos algo más calentitos a pesar de que tenemos las puertas abiertas constantemente, las ventanas un poco y entre materia y materia ventilamos unos diez o quince minutos cada aula», explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera Fran Tienda, director de este centro situado a las afueras de Sant Antoni.

Mientras, en el CEIP Labritja, en Sant Joan, no están teniendo tanta suerte y si que notan seriamente la bajada de las temperaturas. Su director José Luis Casillas, explicó ayer «que el sistema no funcionaba porque había cogido aire para purgar» con lo que se tomó la decisión de repartir estufas por las distintas aulas.

Otros, ni siquiera eso. «Tenemos que abrir por las mañanas antes de las clases para que todo se ventile y por eso tanto alumnos como profesores estamos pasando tanto frío que, incluso, uno grupo se ha organizado para traerse una manta de sofá con la que protegerse durante las explicaciones», aseguraron desde el IES Sa Colomina. Y en el CEIP Sa Graduada, mientras están pendientes de que les instalen los filtros necesarios para su aire acondicionado tras varias semanas de espera, su directora Lourdes Ferrer explicó «que se ha hecho una comunicación a las familias advirtiendo de que sus hijos tendrán que acudir al centro con más ropa de abrigo y luego, si la cosa va a peor, no se descartan estudiar nuevas medidas».

Falta de medidores de CO2
Esto se une a la necesidad de tener aparatos purificadores de aire con filtros HEPA y medidores de CO2 que monitoricen constantemente en las aulas que la concentración no supere las 800 partes por millón (PPM). Todo ello gracias a una inversión por parte del gobierno de Francina Armengol de 1,2 millones de euros.

Sin embargo, según pudo saber ayer Periódico de Ibiza y Formentera son varios los centros de Ibiza que no los ha recibido. Es el caso, por ejemplo, del instituto Quartó de Portmany o de los colegios Sa Blanca Dona, S'Olivera o Sa Graduada, que lleva más de dos semanas esperándolos.

Además, en el CEIP Labritja, la situación es aún más surrealista ya que como aseguró su director, José Luis Casillas, «algunos de los medidores han llegado en mal estado con lo que están funcionando con la mitad, cambiándolos constantemente de clase en clase».

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