Este fin de semana conocíamos la fatídica noticia del fallecimiento de Vicent Tur tras una larga enfermedad que le apartó de la política y ha acabado por apartarle de la vida. El político de Sant Llorenç deja una huella imborrable en el recuerdo de quienes le conocimos y aprendimos de él. Su altura era acorde con su talla política, siendo un gran hombre que también se preocupó de las cosas pequeñas. Tur fue maestro dentro y fuera de la política. Allá donde esté seguro que sigue sonriendo, creando consensos y desprendiendo esa bonhomía que le caracterizaba.
Nacido en 1959 en una de las cuatro parroquias de Sant Joan de Labritja, a los veintinueve años se afilió a un PSOE al que entregó su vida y sus ilusiones. El primer cargo público que ocupó fue el de conseller de la oposición hasta que en 1987 se convirtió en el primer y único socialista que empuñó el bastón de mando de la alcaldía de Sant Joan, gracias a un pacto con una Agrupación de Independientes que recelaba de su matriz popular. Acabado su mandato y, regresando al Consell Insular, vio suceder a varios presidentes: Marí Calbet, Pilar Costa, Pere Palau y, recientemente, a Vicent Marí. Fue concejal de Sant Joan, diputado en el Parlament de les Illes Balears durante diecinueve años, Secretario General de la Federación Socialista Pitiüsa, vicepresidente del Consell Insular, Jefe de Gabinete de la Conselleria de Agricultura y Pesca del Govern, Director Insular de Agricultura y un maestro con alumnos de todas las edades.
Con él se ha ido el último socialista ibicenco sensible con el campo y la payesía. Miró del campo a la política y trató de paliar el olvido en el que la izquierda ha sumido siempre el mundo rural ibicenco. Tur tejió alianzas más allá de la periferia vilera y portmanyina de la que se nutren en mayor medida los socialistas y consiguió imponerse como un fiel representante del sector primario. No en vano, cooperativas, asociaciones y campesinos lloran la muerte de su última voz en la izquierda insular.
Vicent Tur consiguió algo de extraordinaria dificultad: ser admirado por los suyos y respetado por sus adversarios. Su estilo hacía que se ganara simpatías incluso en los confines de la derecha más moderada. Con una sonrisa y, mirando casi siempre desde arriba, disfrutaba de los análisis políticos y de largas charlas en la sede de los socialistas joanins. Conversador incansable, ilustraba a sus contertulios con su lucidez, sus vastos conocimientos políticos y su sabia prudencia. Es allí donde demostraba lo mejor de su vocación política, ya que demostraba entenderla como un instrumento de servicio y no como un arma para herir al adversario.
El de Sant Llorenç supo incluso nadar y sobrevivir cuando un tsunami arrasó la paz en el PSOE ibicenco y partió al partido en dos mitades irreconciliables. En 2012, se posicionó a favor de Pedro Campillo (contra el que ya había pugnado en el 2000) como nuevo líder del PSOE en la contienda que tuvo con un Vicent Torres aupado por un sector oficialista que no supo digerir la derrota y tiró de Armengol para invertir el resultado del congreso socialista, expulsar a los críticos y trazar un nuevo rumbo sin debate interno. Campillo incluso le llegó a proponer como presidente del partido. A pesar de la tensión y el belicismo que se desprendió, Tur fue indultado y salvado del abrazo del ostracismo. La nueva dirección volvió a confiar en él no sólo por su valía y su trayectoria, sino por ser el único socialista que conseguía tender puentes con el campo.
Vicent Tur es y será un ejemplo no sólo para las generaciones venideras de socialistas, sino para políticos de todos los colores. Con el diálogo por bandera, fue un socialista que incluso estaba dispuesto a crear algo que jamás ha existido ni existirá: un consenso entre los bloques ideológicos en materia de territorio. Ahora ya no le tenemos, nuestra esperanza se va con su alma y su sonrisa se queda en nuestro recuerdo. Adiós a un político íntegro, un socialista coherente, un buen hombre y un joaní de cabeza y de corazón. Al cel sigueu, Vicent.