Juan Manuel Talavera, nació hace 46 años en el pueblo de Linares, en Jaén, aunque desde 2002 reside en la isla de Ibiza. Ingresó en el Hospital Can Misses en 2009 y desde hace seis años trabaja como enfermero de Medicina Interna.
En este servicio ha visto la evolución que ha sufrido el centro hospitalario ibicenco, viviendo en primera persona como fue el traslado desde el edificio antiguo al moderno.
«Antes era todo más cómodo para trabajar con los cerca de treinta pacientes que teníamos porque estaba todo mucho más a mano pero desde 2015 con el cambio nos tuvimos que acostumbrar a que todo fuera más grande y a que los protocolos y la organización fuera muy distinta y con una dimensión mucho mayor», explicó este enfermero a Periódico de Ibiza y Formentera con una gran sonrisa.
Lo que no ha cambiado para este enfermero vocacional y sus compañeros es el trato que se tiene con los pacientes y la relación que se establece con muchos de ellos, sobre todo desde que apareció el coronavirus. «Siempre nos hemos encontrado con gente muy agradecida con el trabajo que hacemos todo el personal sanitario pero con la pandemia todo eso se ha multiplicado ya que son conscientes del intenso trabajo que hacemos a pesar de que, en ocasiones, no tenemos las condiciones más idóneas».
En este sentido Talavera aseguró que «lo mejor es cuando entras en la habitación, puedes hablar aunque sea poco tiempo con el paciente y le transmites un poco de ánimo que viene muy bien porque es muy duro estar con el virus, aislado y sin poder hablar ni ver a ningún ser querido». Por ello, el enfermero jienense asegura que cualquier ayuda es poca. «Se trata de ser lo más cercano posible en el trato con el paciente, sobre todo si son dependientes, y por ello pequeños gestos como ayudarles a comer o regalarles una sonrisa son sencillos y no cuestan nada».
Largas jornadas laborales
En este sentido, Talavera llamó la atención sobre la carga laboral que tienen que afrontar muchos enfermeros y médicos «ya que Baleares es una de las pocas comunidades autónomas que tienen un convenio de 37,5 horas semanales por otras comunidades que solo tienen 35».
Así, por ejemplo, en su servicio hay dos tipos de turnos que escoge el propio trabajador. Uno es el llamado anti estrés y consiste en dos mañanas seguidas de siete horas, dos tardes también de siete y dos noches de 10 horas para luego librar cuatro días. Mientras, el otro es una mañana de 12 horas, una noche de 12 horas y luego tres días de descanso.
Algo que, según sus palabras, se vió agravado con el coronavirus. «Durante el primer confinamiento se pusieron en marcha 5 unidades para la atención al coronavirus mientras que con esta tercera ola se abrieron cuatro plantas al límite, más el edificio de Ca Na Mayora, y por ello el esfuerzo de todo el mundo ha sido máximo aunque también muy duro, poniéndonos al límite durante muchos días».
A pesar de todo, Juan Manuel Talavera asegura que se lleva una experiencia que no olvidará en su vida. «Trabajar en un área con pacientes COVID es una experiencia humana increíble que me ha enseñado muchas cosas, como por ejemplo, aprender a valorar la vida y todo lo que tenemos a nuestro alrededor, que es fundamental trabajar en equipo, sobre todo si es tan bueno como el nuestro, y que las normas sanitarias que dictan los expertos son para cumplirlas, sobre todo la obligatoriedad de usar la mascarilla en todo momento».